Bloomberg — El presidente de Argentina, Alberto Fernández, aún no ha elegido a su nuevo ministro de Economía casi 24 horas después de la renuncia de Martín Guzmán el sábado, una salida que sorprendió y profundizó la crisis financiera del país con la inflación disparada y los bonos de la nación en territorio angustioso.
Fernández se reunió durante horas el domingo en su residencia de Olivos, afuera de la capital, con el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa, quien se espera que tenga una gran influencia en la decisión. La portavoz de Fernández dijo que las conversaciones están en curso, pero no respondió a preguntas sobre cuándo habría un anuncio.
El a menudo predecible y moderado Guzmán sorprendió a la nación el sábado por la tarde, publicando una carta de renuncia de siete páginas en Twitter mientras la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner estaba en un acto. El momento fue una muestra de la división que existe en el seno de la coalición gobernante sobre el rumbo de la economía.
Su salida alimentó aún más las dudas de que el gobierno pueda cumplir los objetivos de su programa de US$44.000 millones con el Fondo Monetario Internacional. El programa, anunciado en marzo, tuvo que ser revisado en junio.
La salida de Guzmán “puede comprometer la relación con el FMI”, dijo Alberto Ramos, jefe de investigación de América Latina en Goldman Sachs Group Inc. “Una presidencia políticamente más débil e impopular aumentaría el riesgo de que la política macro se vuelva más heterodoxa e intervencionista”.
Mercado paralelo
Los líderes argentinos como Fernández suelen apresurarse a reemplazar a los ministros de economía en un intento de frenar el caos financiero. Los mercados de criptomonedas, los únicos abiertos durante el fin de semana, cotizaron el peso hasta 279 por dólar el sábado por la noche, un salto del 11%.
El tipo de cambio oficial -125 por dólar- está encubierto por los controles monetarios del banco central. Pero la creciente brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, junto con la creciente incertidumbre sobre la política económica, podría obligar al gobierno a devaluar el tipo oficial, algo que Fernández prometió que nunca haría.
Argentina, propensa a la crisis, se enfrenta a un momento especialmente frágil. La inflación, superior al 60%, está en su nivel más alto en 30 años, mientras que casi el 40% de los argentinos viven en la pobreza. Los economistas prevén una recesión este año. Y el banco central tiene unas reservas de efectivo muy escasas para proteger al peso de una caída de la moneda.
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