Bloomberg — El Gobierno de Xi Jinping anunció su iniciativa más ambiciosa hasta la fecha para rescatar el asediado mercado inmobiliario chino, flexibilizando las normas hipotecarias e instando a los Gobiernos locales a comprar las viviendas no vendidas.
El paquete de ayuda también incluye la reducción de los requisitos de pago inicial para los compradores de viviendas y 300.000 millones de yuanes (US$42.000 millones) de financiación del banco central para ayudar a las empresas respaldadas por el Gobierno a comprar el exceso de inventario de los desarrolladores inmobiliarios. De esa forma, esas propiedades se convertirían en viviendas asequibles.
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Aunque los inversionistas aplaudieron la noticia, que el viernes hizo subir casi un 10% las acciones de los desarrolladores, no está nada claro que el plan vaya a tener éxito. La financiación anunciada por el banco central chino es solo una fracción de lo que algunos analistas consideran necesario para resolver el desajuste entre la oferta y la demanda de viviendas, y muchos compradores potenciales están esperando a que los precios bajen aún más antes de intervenir.
No obstante, el anuncio del viernes subraya el renovado interés de Xi por apuntalar la segunda mayor economía del mundo, que se enfrenta a una serie de retos, desde el aumento de los aranceles estadounidenses hasta un desempleo juvenil históricamente alto. La cuestión ahora es si las autoridades pueden conjugar de manera adecuada la potencia financiera con los ajustes políticos para apuntalar la confianza sin volver a los excesos especulativos de décadas anteriores.
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Se calcula que el programa de refinanciación se traducirá en 500.000 millones de yuanes de crédito global para la compra de viviendas, según el banco central. Esta cifra es inferior a las estimaciones de los analistas, que sitúan la financiación necesaria entre 1 billón y 5 billones de yuanes, dependiendo de la escala y la velocidad a la que el Gobierno absorba el inventario de viviendas.
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