Bloomberg — Hace una semana se conoció la noticia de que Morgan Stanley (MS) había archivado en silencio un pilar fundamental de su estrategia de sostenibilidad: su compromiso de financiación de la limpieza y de la prevención de la contaminación por plásticos.
En vez de abrirse a los inversionistas y clientes respecto a los desafíos de hacer frente a un problema tan pernicioso, o divulgar las lecciones extraídas en cinco años de esfuerzos, el banco de inversión se limitó a guardar silencio.
La noticia de que este enorme banco de Wall Street ya no cuenta con un objetivo de financiación específico para combatir el problema del plástico trascendió a raíz de que Bloomberg Green le preguntara a la entidad bancaria por qué, al contrario que en versiones previas, no había ninguna mención a su Resolución sobre Residuos de Plástico en su último informe ESG.(Por sus siglas en inglés, Social, Ambiental y Gobernanza).
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De hecho, este episodio es solo la última ilustración de lo mucho que ha cambiado el escenario de la sostenibilidad corporativa, crecientemente envenenado por una cruzada republicana a beneficio de las grandes petroleras.
Cuando en 2019 Morgan Stanley hizo públicos sus objetivos en materia de plásticos, la entidad recurrió a vallas publicitarias en su sede de Times Square para difundir su compromiso.
Antes visto por la cúpula directiva como un activo en un mundo en donde hacer gestos a favor de la sostenibilidad era un buen negocio, ESG se ha transformado desde entonces en un inconveniente a la vista de los ejecutivos que temen el contragolpe de la derecha y el nefasto cóctel de una inflación persistente y tasas de interés altas.
De hecho, una encuesta publicada esta semana por Bain & Co. reveló que la sostenibilidad ha descendido en la lista de las principales prioridades de los líderes. En su lugar, los CEOs están más preocupados por la inflación, la inteligencia artificial y la geopolítica.
Muchas empresas simplemente han llegado a la conclusión de que es mejor no decir nada sobre temas medioambientales, sociales y relacionados con la gobernanza. (Al ser preguntado por Bloomberg, un portavoz de Morgan Stanley dijo que aunque los residuos plásticos “siguen siendo un foco de sostenibilidad” en el banco, éste eliminó el objetivo específico de financiación debido a los desafíos con “la calidad de los datos necesarios para cumplir con nuestras normas de divulgación.” La firma sigue centrada en la financiación de la transición a cero emisiones netas, según su informe ESG).
En relación con esto, un reciente análisis de Bloomberg Intelligence afirmaba que la mayoría de las empresas estadounidenses han “reducido significativamente” los debates sobre ESG y temas similares en las convocatorias trimestrales de beneficios. Y para aquellas cuyos objetivos parecen cada vez más inalcanzables, la tentación de guardar silencio es aún mayor.
“Cada vez es más difícil abordar los matices de temas complejos como la transición energética debido a la creciente segregación en bandos ideológicos, lo que a su vez reduce el espacio para un diálogo práctico honesto”, afirmó Adam Matthews, director de inversiones responsables de la Junta de Pensiones de la Iglesia de Inglaterra, que gestiona más de £3.000 millones (US$3.900 millones) en activos.
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Más allá del tribalismo político, las empresas necesitan tener el espacio, y el tiempo, para perfeccionar las estrategias en la consecución de sus objetivos, afirmó.
Matthews sostiene que la transición hacia una baja emisión de carbono, el pilar central de la mayoría de los esfuerzos de sostenibilidad de las empresas, requiere una “reingeniería multidecenal de la economía mundial” que exigirá una “recalibración constante a medida que evolucione nuestra comprensión de los problemas y los datos”.
Hay que conceder a las empresas un espacio para lidiar con la complejidad del reto, explicar en qué se están quedando cortas y hacer ajustes, en lugar de ponerlas en la picota a la primera señal de que las cosas no van según lo previsto, dijo Matthews. Aunque los planes evolucionarán necesariamente, no hay que bajar el listón, dijo.
James Vaccaro, catalizador jefe de Climate Safe Lending Network ( Red de préstamos seguros para el clima), un grupo industrial que trabaja para acelerar la transición hacia una economía neta cero, dijo que lo que se necesita de las empresas es “honestidad real”.
Eso implicaría "reconocer que la estrategia anterior era un poco demasiado simplista", dijo. Las empresas deben reconocer que alcanzar los objetivos depende de políticas de apoyo y de proporcionar información actualizada sobre los progresos, lo que ayudaría a las industrias a aprender de los errores y los éxitos de una empresa, afirmó.
Actualmente, "el riesgo de que nos llamen la atención ha aumentado hasta el punto de que es difícil decir algo", afirmó.
Para Sherry Madera, directora general de la organización sin ánimo de lucro CDP (por sus siglas en inglés, Divulgación, información y acción) centrada en el medio ambiente, es sencillo: las empresas deben dar detalles sobre sus objetivos finales y los pasos que piensan dar para alcanzarlos. La mayoría de las partes interesadas ya no sólo están interesadas en el destino, también quieren comprender el viaje, dijo.
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Finanzas sostenibles en breve
Al parecer, tampoco es fácil ser ecológico en Europa.
Para el CEO de TotalEnergies SE, Patrick Pouyanne, la diferencia en el rendimiento de las acciones de su empresa y las de Exxon Mobil Corp (XOM), el mayor productor estadounidense de petróleo y gas, se explica en gran parte por un acrónimo: ESG. La agresiva estrategia de petróleo y gas de Exxon ha sido recompensada por los inversores, ya que sus acciones se han más que duplicado en los últimos tres años.
Para la segunda mayor petrolera europea, en cambio, la presión ejercida sobre los gestores de activos de la región para que inviertan según las normas ESG ha limitado las ganancias y ha llevado a Pouyanne a coquetear con la idea de cotizar sus acciones en EE.UU.
- Los bancos también quieren participar. La banca regional estadounidenses y canadienses están ampliando rápidamente su presencia en el mercado de la negociación de petróleo, gas y carbón.
- Pero el fondo noruego de riqueza de US$1,7 billones está instando a los países a que no se alejen demasiado de las normas mundiales de información ESG mientras supervisa los progresos.
- La suspensión de pagos de la deuda de una isla caribeña puede ofrecer un modelo para otras naciones afectadas por catástrofes, a medida que aumentan los riesgos derivados del cambio climático.
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