Tierra y arraigo: qué puede frenar la fuga de jóvenes del campo en Centroamérica

El relevo generacional se ha vuelto uno de los desafíos más urgentes en la agricultura. Organizaciones campesinas, productores y academia ya plantean caminos para hacerlo posible.

Corta de café en una finca salvadoreña.
16 de junio, 2025 | 07:00 AM

Bloomberg Línea — Lucía Santos trabaja en los cafetales que su padre comenzó a cultivar hace más de cuatro décadas en San Luis, Santa Bárbara, al occidente de Honduras.

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Ingeniera química y con dos maestrías, por mucho tiempo siguió un rumbo distinto a la agroindustria, hasta que un día, hace apenas cuatro o cinco años, una pregunta la hizo interesarse en el campo: ¿qué puede hacerse con toda esa pulpa que el café deja atrás?

Lucía Santos ha tomado el liderazgo de la finca de su papá, Juan Ramón Santos Cartagena, al occidente de Honduras.

Ahora como catadora certificada y líder de los emprendimientos Café Juan Cartagena y Drupa Orbis, Lucía está transformando los residuos del café en productos innovadores: un snack nutritivo, vinagre, tisanas o infusiones y hasta un prototipo de alternativas ecológicas al cuero tradicional.

“Esa es la idea, vender calidad, salud y pues al mismo tiempo generar economías circulares y hacer un uso más óptimo de los recursos, en este caso la caficultura”, dice la emprendedora a Bloomberg Línea. Su apuesta no solo es empresarial, sino simbólica: demostrar que el campo puede ofrecer futuro y arraigo.

El relevo generacional en la agricultura se ha vuelto uno de los desafíos más urgentes y menos atendidos. Un análisis de Juan Pablo López, investigador del INCAE Business School, con sede en Costa Rica, explica que el fenómeno del abandono de fincas y la baja sucesión agrícola no es nuevo, ni es un problema que afecte solo a los países de Centroamérica; es una preocupación global.

“El futuro del café centroamericano y de muchos otros cultivos está en manos de nuevas generaciones que aún no deciden si se quedan o se van. Y ahí está el gran reto: hacer del campo una elección de vida, no un sacrificio”, dice el experto.

¿Cómo garantizar a los sucesores?

Para Adalberto Blanco, staff técnico de la Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria Región Central (Fecoracen) en El Salvador, más que relevo generacional, se trata de una “integración generacional entendiendo esto, no como un desplazamiento de la gente con más edad y con más experiencia, sino que una integración de las comunidades”.

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Sin embargo, el experto dice a Bloomberg Línea, que el problema está en que el campo no genera suficientes condiciones de vida para la población joven, y esta crisis está derivada de varios factores, principalmente por el cambio climático y la falta de políticas públicas “que impulsen la agricultura y que la valoren como una fuente primordial de alimento, de trabajo, de beneficio ecosistémico”.

Jornada en la Escuela Agroecológica Tutalyu de Fecoracen.

De acuerdo con Blanco, para hacer que las juventudes se queden, la agricultura debe evolucionar a modelos que sean social, económico y medioambientalmente resilientes.

Además “de incorporar tecnología en función no de la productividad o del beneficio del mercado, sino del beneficio de la vida, es decir, que posibilite a la juventud a producir de una manera más eficiente, ética y más justa a nivel social, o sea, una agricultura saludable y económicamente rentable”, dijo.

A estas propuestas se suman hallazgos de un estudio sobre los ‘Factores que influyen en las decisiones de sucesión de fincas’, basado en evidencia de caficultores de Colombia y publicado en Springer Nature, que identificó cinco factores para asegurar el relevo generacional en el campo: ingresos estables, tenencia segura de la tierra, participación en asociaciones agrícolas, disponibilidad de mano de obra y, curiosamente, la motivación de los padres para entusiasmar a sus hijos con la agricultura.

El debate es más apremiante

El endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos refuerza el debate sobre el abandono agrícola, en una región donde miles de jóvenes ven en la migración una salida.

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Al respecto, López dice que este giro podría parecer, en apariencia, una oportunidad para retener a los jóvenes en sus comunidades rurales. Sin embargo, advierte que, sin alternativas reales, el riesgo es que se sientan aún más atrapados. Además, las nuevas restricciones de la Administración Trump no solo impactan la movilidad de personas, sino también el flujo de recursos hacia el campo.

Muchas fincas pequeñas en Centroamérica han dependido históricamente de remesas familiares para invertir en infraestructura, insumos o renovación de cultivos.

Si las restricciones migratorias limitan esos envíos o alteran los patrones de movilidad, la capacidad de inversión podría verse seriamente afectada. A esto se suma la incertidumbre sobre la disponibilidad de mano de obra agrícola, también vulnerable a cambios geopolíticos y migratorios.

“Se trata de un aspecto estratégico que merece atención prioritaria, pues impacta directamente en la sostenibilidad económica y social del agro centroamericano”, sostiene López.

La situación se vuelve aún más crítica ante el posible impuesto de 3,5% a las remesas enviadas desde EE.UU. por parte de migrantes que no cuenten con ciudadanía ni residencia permanente, ni sean titulares de visas de trabajo. La medida ya fue aprobada por la Cámara de Representantes y está pendiente de votación en el Senado.

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