El papa Francisco dejó este mundo el 21 de abril de 2025, en la madrugada italiana, a sus 88 años. Jorge Mario Bergoglio, su nombre previo a asumir el papado, nació el 17 de diciembre de 1936 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital de la República Argentina. Se crió en el barrio porteño de Flores y fue el mayor de cinco hijos.
Fue elegido papa el 13 de marzo de 2013, tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, un hecho inusual en la historia reciente de la Iglesia Católica. Su elección marcó un cambio significativo: fue el primer pontífice jesuita, el primero de América Latina y el primero en tomar el nombre de Francisco, en referencia a San Francisco de Asís y su mensaje de humildad y compromiso con los pobres.
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Su trayectoria
“Primogénito del matrimonio de los italianos Mario José Francisco Bergoglio y de Regina María Sivori, de niño aprendió a rezar gracias a la enseñanza de su abuela y de las monjas del Jardín de Infantes del Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, lugar donde recibió su primera comunión”, destaca un artículo publicado en el sitio web oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
El texto reseña que Bergoglio vivió con sus padres y hermanos en una modesta casa ubicada en Membrillar al 500 y realizó sus estudios primarios en la Escuela N°8 Coronel Pedro Cerviño; el secundario lo hizo en la E.N.E.T. N°27 “Hipólito Yrigoyen”, donde obtuvo el título de técnico químico. Cuentan las crónicas que allí el futuro papa desarrolló además sus aficiones deportivas que incluyeron el fútbol y el básquet. Fue el mayor de cinco hermanos.
A los 17 años decidió seguir el camino religioso. A los 22 ingresó al seminario diocesano de Villa Devoto, que en ese entonces estaba bajo la conducción de sacerdotes jesuitas. Tiempo después optó por incorporarse a la Compañía de Jesús y fue enviado a Chile en 1960 para comenzar el Noviciado. Regresó al año siguiente para continuar su formación en Humanidades. Cursó estudios de Filosofía y obtuvo una licenciatura en Teología en el Colegio Máximo de San Miguel. Además, aprendió varios idiomas: francés, italiano, alemán, inglés, latín y griego.
La formación jesuita le inculcó una fuerte disciplina, sentido de austeridad, humildad y un compromiso profundo con la comunidad y los sectores más necesitados.
Fue ordenado sacerdote a los 32 años, el 13 de diciembre de 1969, tras un extenso período de formación espiritual acompañado por un sostenido crecimiento académico. Su primer rol fue el de maestro de novicios en la ciudad de Córdoba.

Como educador, enseñó Literatura y Psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción en Santa Fe. En 1966 dictó esas materias en el Colegio del Salvador en Buenos Aires, donde invitó al escritor Jorge Luis Borges a ofrecer un taller sobre escritura gauchesca.
A los 36 años, el 31 de julio de 1973, fue elegido provincial de la Compañía de Jesús, función que desempeñó durante seis años. En 1986 asumió como director espiritual y confesor de la orden.
El 20 de mayo de 1992, el papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. En 1993 fue nombrado Vicario General de la Arquidiócesis de Buenos Aires y, en 1997, el papa lo designó Arzobispo Coadjutor. El 28 de febrero de 1998, tras el fallecimiento del cardenal Quarracino, Bergoglio asumió como arzobispo de la ciudad.
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El 21 de febrero de 2001, fue ordenado cardenal por el papa Juan Pablo II, recibiendo el título de San Roberto Belarmino. Tuvo un rol destacado en la Conferencia Episcopal Argentina, que presidió durante dos mandatos consecutivos entre 2005 y 2011. También fue designado presidente de la comisión redactora del documento final de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida, Brasil, en 2007, donde se destacó por su claridad al expresar el pensamiento de la Iglesia en la región.
Tras la renuncia de Benedicto XVI, y durante el cónclave, el 13 de marzo de 2013 Jorge Bergoglio fue elegido papa. Adoptó el nombre de Francisco y desde su primera aparición emocionó a sus feligreses, a quienes pidió: “Recen por mí”.
La austeridad como premisa
El papado de Francisco se caracterizó desde el primer momento por un marcado espíritu de austeridad. Su elección del nombre en honor a San Francisco de Asís fue un primer gesto simbólico que anunciaba su compromiso con una Iglesia más humilde y cercana a los pobres.
A lo largo de su pontificado, evitó lujos y privilegios tradicionales del Vaticano: optó por vivir en la residencia de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, viajaba en autos sencillos e hizo de la sobriedad un sello distintivo de su gestión.
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Uno de los momentos más simbólicos del compromiso de Francisco con la austeridad y la solidaridad se dio pocos meses después de asumir el pontificado, cuando el 8 de julio de 2013 realizó su primer viaje fuera de Roma a la isla de Lampedusa. Allí, frente al mar Mediterráneo, rindió homenaje a los migrantes que habían muerto intentando llegar a Europa en busca de una vida mejor. Fue una visita sobria, sin protocolo ni discursos preparados, donde denunció la “globalización de la indiferencia” y pidió perdón en nombre de quienes han cerrado los ojos ante el sufrimiento ajeno.