Bloomberg — Los cardenales católicos reunidos en el Vaticano han elegido a un nuevo Papa para guiar a los 1.400 millones de fieles de la Iglesia, anunciando su decisión con un remolino de humo blanco procedente de una chimenea situada sobre la Capilla Sixtina.
La identidad del nuevo pontífice se anunciará en breve desde un balcón con vistas a la Plaza de San Pedro, donde la multitud ha estado esperando. Los 133 electores iniciaron el Cónclave el miércoles.
Después de que resuenen en la plaza las palabras “Habemus Papam” o “tenemos un papa”, se leerá en latín el nombre del próximo pontífice.
Ver más: Humo blanco en el Vaticano: ¿cuánto demorará en salir el nuevo papa?
Se espera que el nuevo líder de la Iglesia católica abandone su nombre de bautismo y elija un nuevo nombre papal, muy probablemente el de un pontífice anterior, o el de un santo, como señal de a quién admiran y quieren imitar.
La elección del nombre dará una primera indicación del tipo de papado al que aspiran, si seguirá los pasos de un papa anterior conservador o abrirá nuevos caminos, como el Papa Francisco, que eligió un nombre que nunca se había usado y tenía connotaciones muy específicas de un santo conocido por su humildad y voto de pobreza.
Poco después de la lectura del nombre, el nuevo jefe de la Iglesia aparecerá vestido con la túnica papal para bendecir a la multitud. Papas anteriores han aprovechado la ocasión para decir unas palabras, a veces memorables.
Francisco, cuando fue elegido, mencionó que sus hermanos cardenales habían ido a buscarle “al fin del mundo”, en referencia a su país natal, Argentina, y a su condición de primer Papa latinoamericano. En cambio, Benedicto XVI se definió como “un humilde trabajador en la viña del Señor”.
Ver más: El legado de Francisco: el papa que criticó el capitalismo y renovó el mensaje de la Iglesia
El nuevo papa tendrá mucho trabajo por delante, ya que se enfrentará a luchas internas dentro de la Iglesia entre facciones progresistas y conservadoras en una plétora de temas, desde el divorcio a las cuestiones LGBTQ+, al tiempo que aborda factores externos, desde disputas comerciales a migración y guerras en Ucrania y Medio Oriente.
Esto hace que esta elección sea aún más significativa, ya que tanto católicos como no católicos esperan ver qué tipo de figura surgirá de la elección a puerta cerrada. Ninguno de los cardenales puede comunicarse con el mundo exterior durante la votación, por lo que no hay pistas sobre lo que realmente ha ocurrido.
El objetivo es evitar que los electores se dejen distraer o influenciar por presiones externas, tanto de las circunscripciones locales como de líderes políticos deseosos de utilizar en su beneficio la persuasión moral de la Iglesia en todo el mundo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, incluso entró en la contienda antes de la votación, señalando al arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, como su elección para el papado y publicando una imagen generada por inteligencia artificial de sí mismo vestido de Papa, lo que provocó duras críticas de los católicos, incluido Dolan.
Entre los posibles nombres que se barajaron en un principio figuraban el italiano Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano y conocido por sus dotes diplomáticas, y también los italianos Pierbattista Pizzaballa, franciscano y Patriarca Latino de Jerusalén, y Matteo Zuppi, conocido por sus esfuerzos humanitarios, incluida una misión de paz en Ucrania.
Ver más: El nuevo papa será italiano, independientemente de dónde haya nacido
Peter Turkson, ghanés conocido por sus opiniones relativamente liberales sobre la justicia social y los derechos humanos, también era considerado un candidato popular, junto con el filipino Luis Tagle, defensor de una mayor inclusividad. De ser elegido, Turkson sería el primer Papa africano, y Tagle el primero asiático.
En el otro extremo del espectro político, Raymond Leo Burke, antiguo arzobispo de San Luis y ardiente crítico de Francisco, y el cardenal húngaro Peter Erdo eran vistos como posibles representantes del bando más dogmático.
Basado en precedentes históricos, el proceso es sin embargo altamente impredecible, más aún este año después de que Francisco ampliara el número de cardenales electores, los menores de 80 años, a 133 de 70 países, frente a los 115 cardenales de 48 países en el momento de su elección.
El gran número y la diversidad de los participantes pueden llevar a la fragmentación de los votos, lo que dificulta el consenso y deja a las multitudes fuera de la basílica de San Pedro adivinando hasta que el nombre del nuevo pontífice resuena sobre los tejados.
Noticia en desarrollo...
Lea más en Bloomberg.com