Bloomberg — Giorgio Armani luchó durante décadas por mantener independiente el imperio de la moda que fundó, mientras iconos italianos como Gucci y Fendi eran absorbidos por cadenas de lujo más grandes. Serán sus herederos quienes decidan qué les deparará el futuro.
El patriarca italiano, cuyo fallecimiento a los 91 años se anunció este jueves, confió el futuro de Giorgio Armani SpA a familiares cercanos y asociados que trazarán los próximos pasos de una empresa que él fundó en 1975.
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Feroz protector de su imperio durante su larga carrera, Armani declaró a Bloomberg News el año pasado que no descartaría una salida a bolsa o una venta a un grupo mayor una vez que él ya no estuviera. El patrimonio neto de Armani, estimado en US$9.400 millones, representaba en su mayor parte el valor de su empresa.
Este jueves, la empresa prometió preservar su espíritu de independencia, colaboración y la visión que Armani forjó y que iba más allá de la moda, “anticipándose a los tiempos con extraordinaria claridad y pragmatismo”. Aunque no ofreció detalles sobre lo que vendrá después, se comprometió a proteger lo que Armani creó y a llevar adelante la empresa en su memoria.

“Giorgio Armani es una empresa con cincuenta años de historia, construida con emoción y paciencia”, decía. “Giorgio Armani siempre hizo de la independencia -de pensamiento y de acción- su seña de identidad. La empresa es, ahora y siempre, un reflejo de este espíritu. Su familia y sus empleados llevarán adelante el grupo en el respeto y la continuidad de estos valores.”
En una entrevista de abril de 2024, Armani dijo que no quería descartar ninguna posibilidad, afirmando que correspondería a sus herederos evaluar las oportunidades que surgieran en el futuro. Aunque la independencia podría seguir aportando valor a Armani, “lo que siempre ha caracterizado el éxito de mi trabajo es la capacidad de adaptarme a los tiempos cambiantes”.
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En aquel momento, preveía “un grupo de personas de confianza cercanas a mí y elegidas por mí”, dijo Armani, señalando el liderazgo de la fundación de su empresa, en particular Leo Dell’Orco, que ha apoyado al diseñador en la gestión de la empresa durante años, y sus sobrinas Silvana y Roberta Armani y su sobrino Andrea Camerana. Armani no tuvo hijos.
Reiteró esas opiniones en una entrevista con el Financial Times la semana pasada, en la que dijo que preveía una “transición gradual” de sus responsabilidades a miembros de la familia y colaboradores cercanos como Dell’Orco, que es jefe de diseño masculino.
Un representante de Armani declinó este jueves hacer comentarios sobre el futuro de la empresa.
50 años de legado
Armani, que pasó de ser un escaparatista a crear una de las casas de lujo más prominentes del mundo, fue un jefe práctico que mantuvo un férreo control sobre su empresa, logrando mantenerse independiente en una industria del lujo que se ha concentrado cada vez más bajo grupos como LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton SE, propietaria de Loro Piana y Fendi, y Kering SA, propietaria de Gucci. Recientemente, Prada SpA -propietaria de la exitosa marca Gen-Z Miu Miu- acordó la compra de Versace.
El magnate italiano de la moda creó un negocio en expansión con varias líneas de moda, así como licencias a largo plazo atribuidas a L’Oreal SA para sus productos de belleza y fragancias, famoso Acqua di Gio, y EssilorLuxottica SA para sus gafas de marca, mientras que Fossil Group vende relojes Emporio Armani.
“Actualmente no contemplo una adquisición por parte de un gran conglomerado de lujo”, declaró Armani a Bloomberg el año pasado. “Pero como ya he dicho, no quiero excluir nada porque sería una forma de actuar ‘poco empresarial’”.
Armani estuvo muy activo en su último año. En octubre de 2024, se puso un esmoquin y presentó su colección de ropa de mujer primavera-verano 2025 en la ciudad de Nueva York.
El desfile coincidió con la inauguración del edificio Armani en Madison Avenue, repartido en 12 plantas, que incluye al menos dos boutiques, un restaurante y apartamentos Armani, un proyecto que se desarrolló con el equipo de arquitectos de Armani, según la cuenta de Instagram de la marca.
Aún así, el grupo no fue inmune a la caída del lujo que ha hecho mella en las fortunas del propietario mayoritario de LVMH, Bernard Arnault, y de la familia Pinault de Kering. En julio, Armani informó de una caída del 5% en sus ventas anuales hasta los 2.300 millones de euros (US$2.700 millones) debido a la incertidumbre macroeconómica y a la ralentización de la demanda en China.
“Creó un estilo único, combinando luces y sombras, que desarrolló en un amplio y exitoso viaje empresarial y extendió la elegancia italiana a escala mundial”, declaró Arnault en un comunicado.
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Armani es también una de las marcas de lujo que se ha visto envuelta en investigaciones de las autoridades italianas sobre prácticas laborales y de la cadena de suministro cuestionables. A principios de este año, un tribunal de Milán liberó a una unidad de la empresa de la supervisión administrativa tras las acusaciones de explotación de trabajadores en la producción de bolsos.
Para la capital de la moda, Milán, la muerte de Armani supone la marcha de una de las principales luminarias de la ciudad y una presencia cívica constante. Su influencia abarcó la moda, la arquitectura, el mobiliario, la hostelería y la filantropía, e incluso el deporte, con la propiedad de Armani del club de baloncesto Olimpia Milano. Su estilo minimalista, por su parte, llegó a definir la elegancia italiana en el mundo.
La fundación que creó también se encargará ahora de impulsar sus obras benéficas, especialmente en Milán. El nonagenario trabajó en colecciones y proyectos hasta sus últimos días, según informó la empresa.
“En esta empresa, siempre nos hemos sentido parte de una familia”, afirmó.
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