Desde fines de 2019, China comenzó a probar su yuan digital (e-CNY), una moneda virtual emitida por el Estado. Aunque su implementación inicial fue en fase piloto, su uso se ha ido expandiendo progresivamente, primero en grandes urbes del país y luego en regiones como Hong Kong, donde también se están realizando pruebas transfronterizas.
Según declaraciones del gobernador del banco central de China, Pan Gongsheng, hasta mediados de 2024 se habían llevado a cabo transacciones por un valor cercano a los US$1.000 millones utilizando el yuan digital. Esta cifra se alcanzó cuatro años y medio después del inicio del programa piloto, lo que evidencia el avance sostenido del país en la adopción de esta moneda digital.
El e-CNY ya está disponible tanto para usuarios particulares como para empresas, con instituciones financieras como HSBC China brindando servicios asociados a esta moneda. Esta introducción paulatina busca no reemplazar, sino complementar los métodos de pago más populares en China, como Alipay y WeChat Pay, incorporando una opción respaldada y regulada directamente por el gobierno.
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Diferencia con el Bitcoin y los criptoactivos
“Una moneda digital del banco central es algo así como Bitcoin... si Bitcoin estuviera gestionada por la Reserva Federal y contara con el pleno respaldo del Gobierno estadounidense", señala, utilizando la ironía, un informe del holding financiero suizo Mirabaud, marcando la diferencia entre una moneda oficial pero digital y la principal cripto, cuyo rasgo fundamental es la descentralización.
Concretamente, dentro del universo de los activos financieros digitales, existen dos categorías bien diferenciadas: las criptomonedas y las monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC). Aunque ambas comparten su carácter digital, responden a lógicas y principios opuestos.
Las criptomonedas, como Bitcoin o Ethereum, funcionan sobre redes descentralizadas basadas en tecnología blockchain. No dependen de ninguna autoridad central, lo que garantiza un alto nivel de transparencia: todas las transacciones quedan registradas públicamente. Además, emplean mecanismos avanzados de seguridad, como la criptografía de clave pública-privada y técnicas como las pruebas de conocimiento cero, lo que las convierte en sistemas altamente seguros frente a manipulaciones externas.
Esta estructura sin intermediarios atrae cada vez a más usuarios, especialmente por su énfasis en la privacidad, la autonomía financiera y la innovación. Sin embargo, la falta de un marco regulatorio claro puede suponer riesgos importantes: en casos de fraude o pérdida, los usuarios suelen tener pocos recursos legales.
Por el contrario, las monedas digitales como las CBDC están completamente centralizadas y reguladas por los gobiernos o bancos centrales. Este respaldo institucional les otorga legitimidad jurídica y facilita su incorporación en los sistemas financieros tradicionales.
Desde el punto de vista de los inversores, esto las convierte en instrumentos más estables y confiables. No obstante, su funcionamiento es mucho menos transparente: las autoridades controlan los detalles de las transacciones y la trazabilidad suele quedar en manos de intermediarios. Además, su nivel de seguridad técnica puede ser inferior, ya que no suelen utilizar protocolos criptográficos tan sofisticados como los de las criptomonedas.
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En síntesis, las monedas digitales priorizan el control estatal, la estabilidad y la integración normativa, mientras que las criptomonedas apuestan por la descentralización, la privacidad y la seguridad avanzada, aunque a costa de una mayor exposición a riesgos regulatorios y legales.
Utilización de monedas digitales
Más de 100 países, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), están investigando la posibilidad de lanzar su propia moneda digital. Sin embargo, para 2022, solo unos pocos habían dado pasos concretos en esa dirección. Entre los pioneros se encuentran el Banco Central de las Bahamas con su Sand Dollar, el Banco Central del Caribe Oriental con DCash, el Banco Central de Nigeria con el e-Naira y el Banco de Jamaica con el JamDex.
Gracias a los avances en tecnología blockchain, estas monedas digitales permiten mover dinero con la misma facilidad que enviar un correo electrónico, pero con los niveles de seguridad y confidencialidad de una transferencia bancaria tradicional, según destaca Mirabaud. Un dólar digital, por ejemplo, sería como el efectivo que una persona tiene en el bolsillo, pero transferible al instante a otra persona en cualquier parte del mundo, sin necesidad de intermediarios como bancos y con un costo mínimo.
Mirabaud destaca que estas nuevas formas de dinero no buscan eliminar el efectivo por completo. Más bien, representan su evolución: una versión digital del dinero fiduciario —ese que emite el Estado, como los billetes de dólar o yuan— coexistiendo con los medios tradicionales, pero con una capa adicional de agilidad y control.
China, en particular, se ha adelantado notablemente en este terreno. Desde que puso en marcha su yuan digital en una fase de prueba a fines de 2019, ha expandido su uso a múltiples ciudades dentro del país e incluso ha iniciado pruebas en lugares como Hong Kong.
Para mediados de 2024, las transacciones realizadas con el e-CNY alcanzaron casi los US$1.000 millones, según el gobernador del banco central chino, lo que demuestra el ritmo sostenido de su implementación. Entidades como HSBC China ya ofrecen servicios vinculados al e-CNY, tanto para usuarios individuales como para empresas, integrando esta nueva herramienta al ecosistema financiero sin desplazar a plataformas consolidadas como Alipay o WeChat Pay, sino complementándolas con una opción directamente gestionada por el Estado.
¿Ayuda a controlar el crecimiento y la inflación?
El estudio de Mirabaud subraya que, en teoría, la moneda digital de un banco central permite microdirigirse -ya sea por sector, región o clase socioeconómica- con información en tiempo real, lo que podría ser muy valioso la próxima vez que la economía necesite un impulso.
Un documento de investigación del Banco de Canadá aborda específicamente esta cuestión: “Un CBDC puede permitir diferentes tipos de interés para diferentes saldos o distintos tipos de cuentas. Esta flexibilidad puede ayudar a los bancos centrales a aplicar la política monetaria con mayor eficacia”.
Geoffrey Yu, estratega del Bank of New York Mellon Co. fue más allá y escribió que los cheques de estímulo durante la pandemia también podrían haber sido más eficaces con un CBDC. El ejecutivo destacó que cuando el Gobierno reparte dinero entre la gente, “la aplicación de la cartera CBDC puede programarse para que los fondos que contiene sólo puedan gastarse en áreas designadas y también tienen una fecha de caducidad determinada y, por lo tanto, el estímulo podría dirigirse a ayudar a un sector determinado”.
El FMI también ha publicado un estudio sobre las ventajas de la CBDC para la inflación. En concreto, el FMI considera que el dinero electrónico debe ocupar un lugar más central en el sistema monetario.
Según el FMI, un elemento esencial de una norma de dinero electrónico es que no requiere la eliminación del papel moneda para permitir, por ejemplo, tipos de interés profundamente negativos.