EE.UU. le da un golpe al cannabis y Latinoamérica teme efectos ante un mercado ya debilitado

Las nuevas restricciones al cáñamo frenarían la industria del cannabis estadounidense, pero también tendrían eco en otras regiones como Latinoamérica que reciben productos terminados.

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Una planta de cannabis en flor crece en el Club de Fitoterapia con Cannabis de Brasil, en Mariporã, en el estado de São Paulo, Brasil, el jueves 31 de agosto de 2023.
19 de noviembre, 2025 | 07:00 AM

Bloomberg Línea — El Congreso estadounidense aprobó una serie de restricciones que en la práctica prohíben la mayoría de los productos de cáñamo, un derivado de la planta de cannabis, poniendo en riesgo una industria minorista de por lo menos US$28.000 millones y más de 300.000 empleos.

Las nuevas medidas contra el cáñamo fueron incluidas en el proyecto de ley de financiación aprobado por el Congreso la semana pasada para poner fin al cierre gubernamental más largo en la historia de EE.UU.

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Las medidas reactivarían las prohibiciones federales contra la mayoría de los productos del cáñamo, una variedad de cannabis sativa con muy poco o nada de THC (no produce efectos psicoactivos) que se usa para fines industriales.

Con las nuevas restricciones al cáñamo, EE.UU. buscaría cortar los presuntos vacíos que en 2018 dejó la Ley Agrícola que legitimó el desarrollo de productos derivados del cáñamo, en su mayoría de uso industrial.

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The U.S. Hemp Roundtable, una coalición de organizaciones y empresas que aboga por una regulación para proteger a los consumidores y a la industria, estima que con las nuevas disposiciones se prohibirá más del 95% de todos los productos de extracto de cáñamo.

El mercado minorista, valorado en unos US$28.000 millones en EE.UU., ahora está amenazado con las nuevas disposiciones. “Aunque decepcionada, la industria del cáñamo no se da por vencida”, explicó en un comunicado The U.S. Hemp Roundtable sobre su intención de “ayudar al gobierno federal a comprender cómo regular el cáñamo y proteger a los estadounidenses, en lugar de prohibirlo”.

¿Se cierran puertas?

Plantas de marihuana en una sala de flores en las instalaciones de cultivo del dispensario Sense of Healing en Denver, Colorado, Estados Unidos, el miércoles 9 de diciembre de 2015.

Esta iniciativa “introduciría un nivel de incertidumbre muy alto para toda la cadena del cáñamo en América Latina”, dijo a Bloomberg Línea Pablo Fazio, analista y consultor en la industria del cannabis y políticas regulatorias en América Latina.

Aunque es una medida doméstica, su impacto sería extraterritorial. “Alcanzaría de lleno a países como Colombia, Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Brasil, que están en distintas etapas de desarrollo regulatorio”, explicó Fazio, expresidente de la Cámara Argentina del Cannabis (Argencann).

Con la nueva reglamentación en EE.UU. se prohibirán productos que contengan más de 0,4 miligramos de THC total por envase (una sola gomita de cáñamo contiene generalmente entre 2,5 y 10 miligramos), poniendo un freno de mano a los productores minoristas.

Se considera que esta medida es uno de los cambios más drásticos a la política antidrogas en EE.UU. en los últimos tiempos, aunque no aplicará de inmediato, puesto que habrá un período de gracia de un año para su adopción.

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Después de este período, productos como gomitas y bebidas que superen los límites establecidos de THC serán prohibidos a nivel federal.

El mercado estadounidense es considerado estratégico para ingredientes, extractos y productos terminados derivados del cáñamo.

Según cifras de Statista, los ingresos del mercado del cannabis en Estados Unidos alcanzarían US$46.990 millones en 2025 y crecerían a una tasa anual compuesta del 3,36% hasta 2030, hasta llegar a los US$55.430 millones para finales de esa década.

Con lo cual, una restricción “invalidaría a la mayoría de los productos y generaría una contracción inmediata de la demanda global y presión a la baja sobre los precios”, mencionó Pablo Fazio. “Esto golpeará a mercados emergentes de la región que estaban evaluando inversiones para el sector”.

Ante la falta de claridad sobre las cifras de exportación de cáñamo en Latinoamérica, es difícil determinar cuál sería el impacto económico exacto por las determinaciones de EE.UU. que afectan indirectamente el mercado regional.

Evolución normativa

Plantas de cannabis en una sala de floración en las instalaciones de cultivo del dispensario Sense of Healing en Denver, Colorado, EE.UU.

La norma de 2018 se considera “muy general”, ya que dejó vacíos que permitieron que varios estados comenzaran a cultivar cannabis para extraer cáñamo y producir derivados sin un marco claro, según el analista internacional Luis Alberto Villamarín.

La generalidad de la ley dejó un vacío en las normas federales frente a la regulación del THC, el componente que genera efectos psicoactivos.

Villamarín señala que, al no existir reglas federales más específicas, comenzaron a aparecer productos con efectos adictivos similares a los de la marihuana.

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En ese contexto, afirma que el Gobierno estaría impulsando estas nuevas restricciones.

En el trasfondo, según el analista, da la impresión de que busca imponer más impuestos federales para aumentar los ingresos del Gobierno central.

El analista recalca que, en el fondo, la intención es evitar que este mercado se convierta en un negocio particular o incluso ilegal. “Trump lo sabe porque él conoce muy bien de economía”.

Impactos en la industria

Cannabis

“Esta legislación impactará a Latinoamérica y a todos los países a los que exportamos, ya que tendremos que eliminar todo el THC de nuestros productos”, dijo a Bloomberg Línea Elisabeth Mack, CEO de la compañía estadounidense de productos de CBD de cáñamo orgánico Bloom Hemp CBD.

“Tengo la esperanza de que esto se ajuste a medida que seguimos educando al público y al Congreso sobre la importancia de los productos de espectro completo con trazas de THC”, dijo Mack.

Elisabeth Mack indica que los cambios recientes en la legislación presentan desafíos significativos para los pacientes que dependen de los productos de CBD de espectro completo para manejar condiciones crónicas. “Estas formulaciones son una parte esencial del control de síntomas y de la mejora en la calidad de vida”.

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Expone que la presencia de pequeñas trazas de THC se considera necesaria por los expertos para potenciar la eficacia del CBD y otros cannabinoides menores a través del llamado “efecto séquito” (efecto sinérgico de diferentes compuestos del cannabis).

Los actores de la industria enfatizan la importancia de establecer distinciones regulatorias claras entre los productos de CBD de espectro completo —que contienen solo niveles mínimos y no psicoactivos de THC— y los productos de THC derivados del cáñamo que pueden tener propiedades psicoactivas.

Los ejecutivos advierten que no diferenciar el CBD terapéutico de los compuestos psicoactivos del cáñamo podría resultar en prohibiciones amplias que afecten negativamente a los consumidores, a las empresas legítimas y al comercio internacional.

“Se requiere un enfoque regulatorio más matizado”, comentó Elisabeth Mack, CEO de Bloom Hemp CBD, que está basada en California.

La geopolítica del cannabis

Trabajadores mueven plantas de cannabis que crecen en las instalaciones de cultivo médico de Green Health Colombia SAS en Los Santos, departamento de Santander, Colombia, el lunes 3 de abril de 2023.

Pablo Fazio, analista y consultor en industria del cannabis, teme un riesgo de “contagio normativo” en la región por cuenta del endurecimiento de las regulaciones frente al cáñamo en EE.UU.

Considera además que es una señal negativa para inversiones y la planificación a largo plazo.

“Cada vez que EE.UU. da señales de volatilidad regulatoria, el costo del capital sube, los proyectos se frenan y los inversores reevalúan su apetito de riesgo hacia un sector que ya viene golpeado después del estallido de la burbuja del cannabis y la caída estrepitosa del valor de sus acciones”, dijo Pablo Fazio.

En general, anticipa un viraje restrictivo para toda la región y un daño directo sobre un sector que “viene ya atravesando dificultades y sobrellevando dilaciones y tropiezos”.

Estas iniciativas, en un contexto de creciente militarización en el Caribe, fuertes presiones de Washington sobre los gobiernos de la región y una crisis sanitaria en EE.UU. por el fentanilo, “sugieren que podríamos estar ante el preludio de una segunda guerra contra las drogas bajo la impronta de la era Trump”, apuntó Fazio.

Mientras la industria llevaba más de una década alimentando la expectativa de una regulación federal del cannabis —incluyendo avances concretos como la discusión del SAFE Banking Act y los llamados a reclasificar el cannabis—, el Congreso sorprendió con esta medida.

Para analistas como Pablo Fazio, este accionar “va en sentido inverso, endureciendo la normativa sobre el cáñamo y restringiendo productos ya plenamente consolidados en el mercado”.

Esta divergencia revelaría una fractura dentro de la política estadounidense: por un lado, una agenda de normalización y reforma largamente esperada; por el otro, un giro prohibicionista y el resurgimiento de enfoques basados en la seguridad.

A pesar del potencial, el mercado de EE.UU. “nunca ha estado en la mira de las empresas colombianas por la criminalización federal”, explica el expresidente ejecutivo de la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis (Asocolcanna) y exviceministro de Justicia, Miguel Samper Strouss.

Dice que, si bien algunas empresas colombianas llegaron a exportar semillas y pequeñas muestras de derivados para investigación científica, “fue tan complicado” que no considera que haya sido una exportación “ni masiva, ni que haya sido periódica”.

Colombia aprobó en 2016 la ley que regula el uso y la comercialización del cannabis medicinal y en el 2021 dio luz verde a un decreto que elimina la prohibición de exportar flor seca y abrió las puertas a los usos industriales para aprovechar su potencial en segmentos como el de los alimentos y las bebidas.

Para Samper Strouss, ante el “prohibicionismo moral que está imperando en Estados Unidos”, muchos países del continente están respondiendo con medidas de flexibilización. “Es decir, el movimiento antiTrump, podría llegar, por paradójico que parezca, a abrir nuevos mercados afuera de EE.UU.”.

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