Bloomberg Línea — Las elecciones presidenciales en Guyana probablemente nunca habían tenido tanta repercusión internacional como la de este lunes 1 de septiembre, en medio del ‘boom’ petrolero de esta pequeña nación sudamericana, el pulso fronterizo con Venezuela por el Esequibo y su excepcional crecimiento económico.
Las elecciones medirán en las urnas a seis candidatos, incluyendo al actual presidente del país, Irfaan Ali, de origen indio y líder del Partido Progresista del Pueblo (PPP), quien busca un segundo mandato de cinco años.
“La importancia de estas elecciones tiene que ver con que el próximo gobierno va a estar encargado de gestionar la segunda fase de este ‘boom’ petrolero que está viviendo el país”, dijo a Bloomberg Línea Theodore Kahn, director para la región Andina de Control Risks. “Hoy en día, Guyana está produciendo alrededor de 640.000 barriles por día, que lo ubica entre los productores más importantes de Latinoamérica y Caribe”.
Además del actual mandatario, entre los más perfilados para ganar la Presidencia están el opositor Aubrey Norton, líder de la coalición Alianza para una Nueva Unidad (APNU) y una tercera fuerza encabezada por el empresario Azruddin Mohamed, creador del movimiento WIN (Invertimos en la Nación) y sancionado por Estados Unidos por presunta evasión fiscal sobre las exportaciones de oro.
En Guyana, entre 750.000 de 850.000 habitantes podrán votar en unas elecciones legislativas de una sola vuelta, en las que el partido ganador define al presidente. En el país sudamericano más del 30% la población corresponde a la diáspora india, que arribó al país durante la época colonial británica.
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Fuera de la gestión del auge petrolero, la campaña ha girado en torno a la defensa del presidente Alí de los programas sociales adelantados gracias a la bonanza petrolera, así como a las críticas a su administración ante el aumento del costo de vida en el país.
El descubrimiento de petróleo de ExxonMobil Corp. (XOM) en 2015 le ha dado un nuevo rumbo a la economía de Guyana y ha revivido el pulso con Venezuela por la región del Esequibo, rica en recursos naturales como el petróleo y a la que el Gobierno de Nicolás Maduro considera un estado más venezolano.
De acuerdo al más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la economía de Guyana creció un excepcional 43,6% en el 2024, mientras que para este año la previsión es que el PIB se expanda un 10,3% y en 2026 un 23% gracias a las inversiones en el sector de los hidrocarburos.
Se proyecta que la producción petrolera guyanesa podría llegar a casi un millón de barriles para finales de 2025, con posibilidad de acercarse a dos millones para 2030, de acuerdo al analista de la consultora Control Risk. “Claramente, hay mucho, muchísimo en juego en estas elecciones”.
Diferencias entre candidatos

Sobre el actual presidente Irfan Ali, Kahn apunta que su reelección significaría “la continuación del statu quo para la industria”, especialmente la petrolera, asegurando posiblemente la continuidad de la trayectoria de crecimiento.
En cambio, el candidato de la oposición, Aubrey Norton, genera más incertidumbre ante lo que considera falta de claridad del enfoque y de prioridades de su gobierno para el sector petrolero.
“Esto tendría una implicación de generar unas demoras en la toma de decisiones, mientras que el nuevo gobierno empieza a familiarizarse y un poco definir unas prioridades y armar un equipo técnico para manejar el sector”, dice Kahn.
El tercer candidato, Azruddin Mohamed, es calificado desde Control Risk como un interrogante.
El presidente Irfaan Ali (PPP) enfatiza la inversión social y en infraestructura; el opositor Aubrey Norton (APNU) añade la propuesta de renegociar los contratos petroleros en favor de Guyana; mientras que el empresario Azruddin Mohamed, outsider y crítico del bipartidismo, busca capitalizar el descontento con un discurso disruptivo, explica el académico y economista Roberto Pérez.
Todas estas propuestas coinciden en trasladar la nueva riqueza hacia la sociedad, aunque difieren en el ritmo con que se plantean hacerlo.
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“Esa urgencia es comprensible en un país pobre que de repente accede a enormes ingresos, pero también puede conducir a errores estratégicos de largo plazo si no se establecen reglas claras para administrar las rentas”, dijo Roberto Pérez, analista internacional y profesor en Colombia de la Universidad del Rosario.
En su opinión, existe el riesgo de convertir a Guyana en una economía excesivamente centralizada, dependiente de la renta petrolera y vulnerable a la volatilidad de los precios internacionales.
Incluso, según Roberto Pérez, la idea de renegociar los contratos (o de avanzar hacia formas de nacionalización) pasa por alto que el crecimiento actual depende más del flujo sostenido de inversión extranjera que de los ingresos ya comprometidos en infraestructura, programas sociales y gasto público.
En este sentido, “el proceso electoral adquiere una importancia histórica: las decisiones que adopte el próximo gobierno definirán el rumbo económico, institucional y social de Guyana durante buena parte del siglo XXI”, dijo Pérez.
Polarización y tensiones étnicas

Kahn explica que los ingresos petroleros han reforzado divisiones históricas entre afroguyaneses e indoguyaneses.
Para los analistas, el petróleo puede ser un motor de desarrollo, pero también un catalizador de polarización si se convierte en botín político.
“La actual oposición ha acusado al gobierno de favorecer a empresas de origen indoguyanés en cuanto a la distribución de contratos y programas sociales”, dice Kahn, el analista de Control Risk.
La política en Guyana ha estado marcada históricamente por la división entre el PPP (base indoguyanesa) y el APNU/PNCR (base afroguyanesa).
Uno de los riesgos es que, si la renta petrolera se percibe como distribuida de manera desigual entre comunidades, en lugar de cohesionarlas podría reforzar identidades políticas y étnicas, profundizando la polarización social y política del país.
Para evitarlo, Roberto Pérez cree que es clave impedir la consolidación de un sistema clientelar basado en transferencias directas y subsidios como instrumentos partidistas.
Asimismo, deben existir leyes y protocolos claros que garanticen igualdad en el acceso a los beneficios de la explotación petrolera, evitando que los sectores urbanos o más cercanos al poder concentren la inversión en detrimento de las comunidades rurales.
Gestión de la bonanza y retos fiscales
Para el analista de Control Risk, el verdadero desafío con relación al petróleo vendrá cuando Exxon termine de recuperar su inversión y aumente la participación del Estado en los ingresos.
En ese escenario, Guyana enfrentará una bonanza aún mayor que exigirá reforzar las instituciones y evitar riesgos como el sobrecalentamiento de la economía.
Se estima que 2024 Guyana recibió US$2.600 millones por regalías y participación en las ganancias petroleras.
Hasta ahora, dice, el país ha manejado con relativo orden los ingresos: se creó un fondo soberano, se han impulsado proyectos de infraestructura —aunque con demoras— y se han otorgado subsidios y reducciones de impuestos, sin que se desborden las capacidades fiscales.
El problema, según el académico Roberto Pérez, es no se percibe con claridad, por parte de los candidatos, “un compromiso firme con el fortalecimiento de la institucionalidad, la transparencia y la rendición de cuentas, ni con el respeto a los contratos ya firmados”.
Por el contrario, cree a partir de sus declaraciones públicas se observa la tendencia a utilizar la renta petrolera con un componente clientelar, lo cual podría poner en riesgo la extraordinaria oportunidad que tiene Guyana para transformar su bonanza en un desarrollo económico y social sostenible a largo plazo.
Política exterior y Esequibo

Sobre Venezuela, Kahn indica que el tema unifica a todos los actores políticos, ya que “sea quien sea, el próximo presidente va a buscar tomar una postura firme y defender el territorio”.
No obstante, advierte que una victoria de Mohamed podría complicar la relación con Estados Unidos debido a las sanciones.
“Si él llegara a ganar —aunque es un escenario poco probable— la relación con Estados Unidos se volvería compleja e incierta. Eso podría afectar el nivel de apoyo y cooperación entre Guyana y Washington frente a la amenaza de Venezuela. Con el gobierno de Irfaan Ali, en cambio, esa relación ha sido muy estrecha y cercana”, comentó Khan.
El Esequibo es estratégico para Guyana porque involucra la soberanía y los recursos que ya están transformando su economía.
Los comicios definirán no solo quién administra la renta petrolera, sino también cómo se articula el discurso frente a Venezuela.
En ese sentido, la disputa puede convertirse en un instrumento de legitimación interna y de cohesión social, pero con el riesgo de escalar tensiones diplomáticas y de alimentar un nacionalismo petrolero que profundice la polarización.
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