Bloomberg Línea — Los millonarios están cambiando sus preferencias de compra en el mercado inmobiliario y han dado un giro hacia las denominadas fincas ecológicas (ecofincas), un tipo de construcción de lujo en medio de la naturaleza en la que buscan otro tipo de conexión con su entorno.
Cifras de la firma de análisis patrimonial New World Wealth apuntan a que para 2050 más del 50% de la población mundial centimillonaria (activos invertibles de al menos US$100 millones) vivirá o poseerá segundas residencias en estas denominadas ecofincas.
“A medida que la sostenibilidad, la pérdida de especies y la deforestación ganan protagonismo, las ecoestancias se están volviendo cada vez más populares entre los individuos de alto patrimonio”, dijo a Bloomberg Línea el director de Investigación de New World Wealth, Andrew Amoils.
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Según New World Wealth, las ecoestancias son propiedades con áreas silvestres naturales, gran biodiversidad y abundante avifauna. “Bajo este concepto incluimos tanto reservas de vida silvestre como los tradicionales desarrollos residenciales tipo ‘lifestyle estates’”.
Sudáfrica es pionera mundial en este modelo de vida y alberga muchos de los mejores ejemplos a nivel global, según Andrew Amoils.
Explica que las ecoestancias también son una tendencia creciente en EE.UU., Costa Rica, Panamá, Nueva Zelanda, Canadá, Colombia, Kenia, Zambia y Namibia.
En Costa Rica, por ejemplo, la modelo brasileña Gisele Bündchen, con una fortuna de US$400 millones, tiene una mansión en Santa Teresa, rodeada por la naturaleza. La millonaria también tiene una mansión ecológica en Brentwood (California), de más de 1.600 m2.
Andrew Amoils considera que a medida que los espacios naturales del planeta disminuyen, las ecoestancias podrían desempeñar un papel cada vez más relevante en la conservación, pero si se adoptan buenas prácticas y existe una consciencia real de cuidar estos espacios.
Entre las buenas prácticas posibles, se refiere al uso de plantas y árboles nativos, la protección de los sistemas fluviales que atraviesan la propiedad, la promoción de las prácticas de “tecnología verde” como la energía solar, el reciclaje de plásticos y el compostaje.
Concentración de la tierra
No obstante, estas tendencias también abren interrogantes sobre la concentración de la tierra, especialmente en ecosistemas naturales ricos en recursos y biodiversidad, así como sobre prácticas de greenwashing (o lavado verde, en español), una estrategia para hacer creer que proyectos o empresas son más sostenibles o responsables con el medioambiente de lo que realmente son, sin que existan acciones concretas para conservarlos.
De acuerdo a cifras recopiladas por International Land Coalition (ILC), una alianza global de organizaciones civiles e intergubernamentales que promueve una gobernanza de la tierra centrada en las personas, en Latinoamérica “el 10% de los propietarios de tierras más ricos poseen hasta el 75% de las tierras agrícolas y el 50% más pobre, menos del 2%”.
La tierra está siendo “adquirida cada vez más por inversores distantes y empresas agroindustriales, muchas veces bajo el argumento de desarrollo sostenible o conservación, pero con escasos beneficios para las comunidades locales”, dijo a Bloomberg Línea Carlos Aguilar, coordinador de Justicia Climática en la ONG Oxfam en América Latina y el Caribe.
Oxfam cree que detrás de la tendencia de personas ultraricas de comprar grandes extensiones de tierra en zonas ecológicamente valiosas puede haber procesos de exclusión, privatización de bienes comunes y desplazamiento de comunidades locales.
En Colombia, el 0,4% de las mayores explotaciones agrícolas (más de 500 ha) controla el 67,6% de las tierras productivas.
Chile y Paraguay no se quedan atrás en desigualdad, pues en estos países el 1% de las explotaciones acapara más del 70% de la tierra, según Oxfam.
Ecoestancias se popularizan

En Sudáfrica, un ejemplo de este tipo de ecoestancias es Zimbali Estate, una finca ecológica de lujo que sirve de hábitat para especies amenazadas o protegidas.
Además, Zimbali Estate alberga más de 260 especies de aves, entre ellas algunas de las más emblemáticas del país, como el águila coronada (buteogallus coronatus), considerada una de las tres más grandes de África.
Zimbali Estate combina lujo y naturaleza con acceso a un campo de golf, piscinas, gimnasios, canchas deportivas y spa.
Otro ejemplo es el de Elephant Point, considerada la “joya de la corona” de las ecoestancias sudafricanas, que se encuentra junto al Parque Nacional Kruger y a orillas del famoso río Sabie, ofreciendo un entorno natural protegido y gestionado por Legacy Hotels.
De otra parte, The Yellowstone Club en Montana (EE.UU.) ocupa un área equivalente a unas 6.000 hectáreas de montaña virgen con ríos prístinos, hogar de especies como búhos grises, alces y ciervos.
Es considerado un destino exclusivo para millonarios y multimillonarios que combina lujo con naturaleza virgen.
El experto en asuntos patrimoniales Andrew Amoils opina que las ecoestancias en regiones como África pueden contribuir a resguardar los hábitats de aves que anidan en cavidades al conservar árboles viejos, vitales para su supervivencia.
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Muchas de las aves más exóticas del mundo, incluidos los pájaros carpinteros, loros, tucanes, barbudos y martines pescadores, dependen de estas cavidades para anidar, según los expertos.
En algunas de las ecoestancias que adoptan buenas prácticas de conservación se adoptan métodos orgánicos de control de plagas, como la instalación de cajas para búhos que favorecen su presencia en el lugar.
Esto permite reducir el uso de pesticidas dañinos, ya que un solo búho puede cazar hasta 10 roedores en una sola noche.
“La observación de aves es uno de los pasatiempos de más rápido crecimiento entre los ricos del mundo, junto con actividades como el pádel y la pesca con mosca”, dijo Andrew Amoils.
Para el analista de New World Wealth, estas actividades tienen potencial entre los millonarios de países con selvas tropicales, como Colombia, Brasil y la República Democrática del Congo.
“Países más pequeños con selvas tropicales, como Ruanda, Costa Rica y Uganda, también destacan en cuanto a conteo de aves. Esto evidencia la enorme biodiversidad que existe en estos bosques”, apuntó.
Ecofincas en Latinoamérica

La tendencia de las ecofincas también empieza a extenderse en Latinoamérica entre las poblaciones de más altos ingresos, según Santiago Pierro, presidente de la desarrolladora de bienes de lujo en Uruguay Liderus.
“Tenemos conocimiento de que hay inversiones en terrenos grandes, en su mayoría rodeados de naturaleza, y cuyos propietarios buscan preservar su estado silvestre lo más virgen posible”, dijo el empresario de la construcción.
Uruguay, por ejemplo, ofrecería condiciones ideales para estas ecoconstrucciones, con atractivos naturales (lagos, sierras y playas) y una reconocida estabilidad jurídica, política y económica que inspira confianza a inversionistas de alto nivel.
Comentó que las ecofincas suelen ser valoradas por este tipo de inversionistas, ya que ofrecen la preservación de espacios naturales, la posibilidad de realizar actividades y gestiones ecológicas y sostenibles, y desarrollos de baja densidad integrados con el entorno natural.
“Los inversionistas de alto patrimonio, cuando eligen un proyecto de ecoconstrucción en la región, se ven atraídos por la abundante flora y fauna autóctona. A diferencia de otros países, Latinoamérica tiene mucho espacio verde nativo y virgen aún”, dijo Pierro.
A pesar de las oportunidades, cree que aún falta capacitación y mucho trabajo conjunto entre especialistas, inversores, ambientalistas, políticos y desarrolladores para que se generen las habilidades, estándares y recomendaciones para lograr desarrollos como las ecoconstrucciones, a gran escala, sostenibles.
En este sentido, ve conveniente impulsar leyes que promuevan, agilicen y generen un valor diferencial para impulsar estos desarrollos sustentables que combinen sostenibilidad, educación comunitaria, ecoturismo y prácticas educativas que promuevan la conservación del paisaje natural.
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