Bloomberg — Los veranos de la isla de Puerto Rico son una época en la que el turismo se desacelera, amenazan los huracanes, y, asimismo, se agravan los cortes de electricidad. Aun así, este año ese bajón tiene un improbable punto brillante: Bad Bunny.
El concierto de treinta fechas de Bad Bunny en el Coliseo de Puerto Rico, que inicia el 11 de julio, ha generado un aumento sin precedentes de las reservas de vuelos y hoteles que está dando a la economía un impulso con sabor a trap.
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Discover Puerto Rico, la agencia de promoción turística de la isla, señala que espera recibir 600.000 visitantes a lo largo de ese periodo, casi el doble de la media de esos meses, y que los conciertos aportarán unos US$181 millones a la economía local.
La agencia no posee constancia de ningún evento que haya atraído a tanta gente a la isla, ni siquiera el famoso festival anual de San Sebastián, en el Viejo San Juan.
La agencia Moody’s Analytics reajustó hace poco su proyección económica para el territorio estadounidense con el fin de tener en cuenta el efecto denominado “Bunny Bump”.
La superestrella incluso publicó una foto esta semana en su cuenta de Instagram con una mujer sosteniendo un cartel que decía: “COMPRA LOCAL PARA EL CONCIERTO DE BAD BUNNY”.

Las giras mundiales suelen generar impactos económicos notables en las ciudades anfitrionas. La revista Harvard Business Review estimó que el Eras Tour de Taylor Swift inyectó US$10.000 millones en economías locales de distintos continentes.
Pero lo que hace Bad Bunny, quedarse en un solo lugar, no tiene precedentes fuera de las residencias en Las Vegas, según Jorge Pérez, cuya empresa gestiona el Coliseo con capacidad para 18.500 personas.
“Tenemos al artista número uno del mundo, que acaba de lanzar un álbum y le dice a sus seguidores: ‘No voy a salir de gira. Voy a dar 30 conciertos. Si quieren verme, vengan a mi isla’”, dijo Pérez, director regional de ASM Global.
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Aunque Bad Bunny sí anunció una gira mundial, lo hizo solo después de agotar todas las fechas en Puerto Rico. Según Pérez, en tan solo cuatro horas el Choliseo vendió 450.000 entradas, un récord absoluto para el recinto.
Los empleos relacionados con el turismo, que usualmente rondan los 100.000 en una isla de 3,2 millones de habitantes, podrían tener un repunte temporal de alrededor del 3%, según Gustavo Rojas-Matute, subdirector de Moody’s.

El crecimiento podría haber llegado hasta un 8% si la economía local no estuviera casi en pleno empleo. Además, se prevé que los conciertos sumen 0,15 puntos porcentuales al PIB, lo que bastaría para evitar el estancamiento en el año fiscal.
“La afluencia va a impulsar el empleo turístico por al menos un trimestre, y probablemente un poco más”, sostuvo Rojas-Matute.
Bad Bunny, cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez Ocasio, pasó de empaquetador de supermercado a ser una de las estrellas más rentables del mundo.
Ha actuado en el Super Bowl, ha compartido pantalla con Brad Pitt y ha aparecido con frecuencia en Saturday Night Live y The Tonight Show. Su más reciente álbum, Debí Tirar Más Fotos, es una fusión de ritmos de salsa, bomba y plena, que refleja sus raíces puertorriqueñas.
Carolina Ramírez, residente de Nueva York, compró seis entradas para ver a Bad Bunny con su familia en agosto. Decidieron convertirlo en una reunión familiar. Las entradas costaron cerca de US$200 cada una, y Ramírez gastó otros US$800 en vuelos. Calcula que el alquiler compartido de la casa en la isla les saldrá por cerca de US$1.000 a cada uno.
“La familia es mi prioridad”, dijo Ramírez, directora de asociaciones en Virgin Experience Gifts. “No me importa gastar tanto dinero en este viaje, porque se ha convertido en una celebración. Y me encanta volver a la isla”.
Discover Puerto Rico informó que ya se han vendido 35.742 noches de hotel relacionadas con los conciertos en los 34 establecimientos que monitorea. La agencia ha lanzado campañas en redes sociales con consejos turísticos para fans, esperando que conviertan el evento en unas vacaciones completas.
“Queremos que la gente llegue antes del concierto, se quede después, y que explore más allá de la zona metropolitana”, explicó Glorianna Yamín, vicepresidenta de marketing de la agencia. “Buscamos capitalizar un público cautivo”.
Una de las personas que espera beneficiarse es Sara Contreras, propietaria de dos alojamientos en Airbnb en Fajardo, una localidad de deportes acuáticos a 45 minutos de San Juan. Sus propiedades, que se alquilan por unos US$225 por noche, ya están siendo reservadas para agosto. También espera demanda en septiembre, normalmente un mes lento.
“Cuando nos contactan, dicen: ‘Vamos a ver a Bad Bunny y vamos a extender el viaje’”, contó Contreras, una comediante que reparte su tiempo entre Nueva Jersey y Puerto Rico.
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East Island Excursions, que organiza alquiler de botes, ha presentado una gira de un día de “Café y salsa” (temas frecuentes en el nuevo álbum) para atraer a los asistentes a los conciertos.
“Tenemos muchas esperanzas”, dijo Sorren Varney, director de ventas y experiencia del cliente de la compañía. “Queremos que este auge de Bad Bunny llegue a todos”.
El artista tiene una relación complicada con la clase política de la isla.
Durante las últimas elecciones generales, hizo campaña activamente por una alianza de partidos de oposición que promueven la independencia de EE.UU. y financió vallas publicitarias que tildaban de corruptos a los líderes actuales.
La gobernadora Jenniffer González parece haberlo perdonado, ofreciendo entradas gratuitas para conciertos a algunos empleados públicos y estudiantes.
Además, la negativa de Bad Bunny, hasta el momento, de anunciar fechas de su gira en Estados Unidos continental ha sido interpretada por algunos como un reproche político al Estados Unidos del presidente Donald Trump.
Albert Laguna, quien imparte un curso sobre Bad Bunny en la Universidad de Yale este otoño, dijo que la decisión de Bunny de anclar su gira mundial en Puerto Rico está arrojando luz sobre la complicada historia del territorio y su relación económica con los visitantes estadounidenses.
“Puedes pasarte el día criticando el turismo, pero también esa persona que vende botellas de agua fuera del estadio... va a tener un buen mes o dos”, dijo. “La vida es complicada y caótica”.
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