La incertidumbre del cónclave que determinará al nuevo papa rebasa al mundo católico. Conocer quién será el sucesor del papa Francisco también detonó una marcha a contrarreloj en el local de Gammarelli, la sastrería italiana que desde 1798 desarrolla las vestiduras papales.
En cuanto el Vaticano anunciaba oficialmente la muerte o renuncia de un papa, en los talleres del local de Roma se ponían en marcha los siglos de saber hacer para crear el atuendo blanco, integrado por una sotana, una faja y un solideo, con el que el nuevo pontífice sale tradicionalmente al balcón de la Basílica de San Pedro.
El trabajo es doblemente retador. Por un lado, en los cónclaves hay cientos de cardenales como posibles candidatos, por lo que en la sastrería se crean tres atuendos en talla chica, mediana y grande con la finalidad de que una de ellas pueda quedarle al nuevo sumo pontífice.
Al mismo tiempo, todo debe hacerse a contrarreloj y con todo el equipo participando, pues los sastres cuentan con solo 15 días para desarrollar minuciosamente las prendas, explicó Massimiliano Gammarelli a la Australian Broadcasting Company.
Rodeado de un gran secretismo, el cónclave para encontrar un sucesor al papa Francisco comenzó el miércoles. El proceso contará con la participación de 133 cardenales que, completamente aislados del exterior, votarán para elegir al nuevo líder de la comunidad católica.
La deliberación puede tomar semanas y la decisión final se anuncia con una fumata de humo blanco desde el tejado del Vaticano. Después viene la aparición del nuevo papa en el balcón de la Basílica de San Pedro, ya luciendo las prendas que tradicionalmente confecciona la sastrería.
Más que una cuestión de moda
El proceso de creación de las vestiduras es extenso. Se comienza por cortar la tela hasta afinar detalles como cada uno de los 33 ojales de la casaca que representan la edad de Cristo. “Cuando tenemos que trabajar para el Santo Padre, todos quieren trabajar en su sotana, así que todos trabajan en ella; no dejamos a nadie de lado”, dijo el integrante de la sexta generación de sastres.
Una vez listas, tradicionalmente las sastrería envía las prendas al Vaticano, pero con el papa Francisco se cambiaron varios protocolos. El argentino se alejó de la ostentosa faceta que históricamente ha caracterizado al máximo jerarca de la iglesia católica y esto incluyó la ropa. Por ejemplo, Francisco nunca usó los zapatos rojos y muchas veces prefirió diseños que no tuvieran tantos bordados.
Prendas de ese tipo, como las creadas por el diseñador Filippo Sorcinelli, que también ha vestido a papas con lujosas estolas y tocados bordados con hilos de oro se venden hasta en US$2.890 en su sitio web.
Sin embargo, la discreción del papa Francisco puede haber cambiado el rumbo. Gammarelli señaló que pese a que realizan todo tipo de vestiduras católicas y que han vestido a miles de sacerdotes, por primera vez en casi 50 años el Vaticano no solicitó formalmente las prendas y en su lugar podrían usar algunas vestiduras confeccionadas previamente.
Medios italianos interpretaron esa posibilidad como un guiño al mensaje de austeridad y de sustentabilidad que caracterizó el papado de Francisco.