Bloomberg Línea — Mientras que Europa y Estados Unidos se enfrentan a una caída en el consumo de vino que preocupa a los productores establecidos desde hace siglos, Brasil vive una realidad de expansión que contrasta con los mercados maduros.
Para Malu Sevieri, directora de ProWine São Paulo, la mayor feria de vinos de América Latina, este movimiento ha convertido al país en un destino estratégico para productores de diversos orígenes.
“Todo el mundo cree que Brasil será la salvación y, por eso, tantas bodegas están viniendo aquí”, dijo en una entrevista con Bloomberg Línea.
La edición de 2025 de la feria, prevista del 30 de septiembre al 2 de octubre, reunirá a más de 1.500 productores de 36 países y atraerá al menos a 17.000 compradores y profesionales del sector.
Según Sevieri, el evento ya se ha consolidado como reflejo del crecimiento del mercado nacional y como escenario para lanzamientos y negociaciones estratégicas.

El apetito del consumidor brasileño por las novedades, su disposición a probar etiquetas de diferentes orígenes y el crecimiento sostenido desde la pandemia sitúan al país en una posición única en el mapa mundial del vino, según ella.
Mientras Europa se enfrenta a sequías, incendios y una caída del consumo, y China no cumple con las expectativas, con una reducción de la demanda, Brasil se consolida como un mercado estratégico.
La prueba está en la creciente actividad de los productores internacionales que visitan el país.
“Las bodegas que antes se centraban en China y Estados Unidos ahora miran hacia Brasil”, afirmó Sevieri.
Para ella, el país reúne todas las condiciones para consolidarse como un “refugio seguro” del sector: una amplia base poblacional, una demanda en aumento, diversidad regional y espacio para nuevos consumidores.
“Es un mar abierto para navegar. Hay muchas oportunidades en Brasil”, resumió.
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Trayectoria ascendente
El consumo de vino en Brasil sigue una trayectoria ascendente desde la pandemia. Históricamente marcado por ciclos de crecimiento y contracción, el sector ha registrado una expansión anual continua en los últimos cuatro años.
Sin embargo, la base sigue siendo baja: mientras que los portugueses, italianos y franceses consumen entre 40 y 60 litros por persona al año, los brasileños beben entre 2,5 y 2,7 litros.
“Bromeo diciendo que en mi casa nos bebemos fácilmente 2,7 litros al mes, pero esa es la realidad del país”, afirmó Sevieri. La cifra puede parecer pequeña, pero, al mismo tiempo, indica un margen considerable para el crecimiento.
Las categorías que más avanzan son los espumosos, con un aumento del 10% en el primer trimestre de este año, y los rosados, que subieron un 7%.
“Es muy peculiar, porque en el resto del mundo esta categoría no crece, y aquí avanza bastante”, destacó. El movimiento está impulsado por los consumidores principiantes, que tienden a empezar por los espumosos o los blancos antes de pasar a los tintos más estructurados.
La pandemia también ha dejado un legado de mayor experimentación. “No sabría decir si la gente ha bebido más, pero sí que se ha educado más, se ha formado”, afirmó.
Los eventos virtuales, las catas en línea y las compras por internet han creado nuevos hábitos de consumo y han contribuido a duplicar el número de importadores activos: de 500 antes de la crisis sanitaria a más de 1.200 en la actualidad, según la directora.
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Oportunidades regionales
Aunque se concentra en las regiones sur y el sureste, el consumo de vino ha avanzado hacia nuevos territorios. Sevieri citó el caso del noreste como ejemplo de ruptura de paradigmas.
“Muchos dicen que en el noreste no se bebe vino debido al calor, pero si eso fuera cierto, no sería la región que más whisky consume en Brasil”, afirmó
La diversificación regional va acompañada de inversiones en la producción local. Regiones como Chapada Diamantina, en el estado de Bahia, y Espírito Santo do Pinhal, en el estado de São Paulo, amplían la viticultura basándose en el enoturismo.
Este fenómeno, según los expertos, garantiza la sostenibilidad financiera de las bodegas y ayuda a consolidar la cultura del vino en diferentes partes del país.
Según la directiva, la palabra clave para formar nuevos consumidores es la educación.
“A menudo, la gente solo pide una uva porque es la única que sabe pronunciar. Cuando conoce otras variedades, empieza a comprar más”, explicó.
La directora de ProWine destacó que la experiencia emocional es igualmente determinante. El avance de los vinos portugueses en Brasil es un ejemplo: “hoy en día, el 30% de los estantes de los supermercados están ocupados por vinos portugueses. Esto sucedió porque muchos brasileños visitaron el país y regresaron con un recuerdo afectivo de lo que vivieron allí”, dijo.
Esta relación entre viaje, consumo e identidad también se refleja en el mercado interno.
Las rutas de enoturismo en el sur del país y en nuevas fronteras productoras ayudan a fidelizar a los consumidores. “Cuando la gente regresa de una visita a Bento Gonçalves, busca ese vino en São Paulo. Existe un atractivo emocional muy fuerte”.
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El rol de ProWine
Creada en 2019, ProWine São Paulo nació de forma independiente, pero ganó fuerza al integrarse en la cartera de Messe Düsseldorf, organizadora de ProWein en Alemania. Desde entonces, la edición brasileña se ha convertido en la de mayor crecimiento del mundo dentro de la red global de ferias.
El evento está 100% orientado a los negocios. La entrada está restringida a profesionales del sector, como compradores de cadenas minoristas, sommeliers, importadores y distribuidores. La lógica es impulsar los pedidos y las negociaciones en un período estratégico: el trimestre que precede al pico de ventas de fin de año.
Sevieri contó que, en la última edición, hubo un caso de un solo importador que cerró negocios por R$22 millones (US$4 millones) en pedidos durante los tres días de la feria.
Además del impacto inmediato, ProWine también ayuda a ampliar la variedad disponible en el país. “El año pasado tuvimos dos expositores de Georgia, este año tendremos once. Es un trabajo minucioso, pero que transforma los estantes de los supermercados meses después”, dijo Sevieri.
En la edición que se celebra a finales de mes, una de las novedades es la presencia de una bodega de Ucrania.
La feria también aborda los retos del sector en Brasil, como el contrabando y la falsificación de vinos, principalmente procedentes de Argentina.
Para hacer frente al problema, ProWine adopta la práctica de triturar todas las botellas abiertas durante el evento antes de su desecho.
“Es una forma de evitar que los envases se reutilicen en falsificaciones y, además, genera ingresos con el reciclaje para las comunidades del norte de São Paulo”, explicó Sevieri. En 2024, se reciclaron más de 8 toneladas de vidrio.
Aunque todavía a menor escala, ProWine São Paulo ya figura en el radar de las grandes ferias internacionales.
La competencia actual se da entre ProWein de Düsseldorf y Vinexpo Paris, ambas con alrededor de 4.000 expositores. La edición brasileña se consolida como el principal punto de encuentro del sector en América Latina, atrayendo no solo vinos, sino también destilados, que ganan espacio en la feria.
Sevieri dijo que ve un futuro lleno de oportunidades, pero también de retos. “Llegará un momento en que este rápido crecimiento terminará, por lo que tenemos cuidado de no dar pasos más grandes de lo que las empresas pueden soportar”.
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