A la inquieta Mafalda le tomó más de 60 años dar el salto a Estados Unidos, donde por primera vez uno de sus libros ha sido publicado por Elsewhere Editions. Era uno de los puntos del mapa que faltaban en el recorrido del emblemático personaje creado por Quino cuyas preguntas incómodas se han leído por toda Latinoamérica, España, Italia y hasta en francés, en traducciones impulsadas por Umberto Eco.
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La llegada de Mafalda al mercado estadounidense se logró gracias al sello propiedad de Archipelago Books, una editorial sin fines de lucro dedicada a publicar obras traducidas. El elegido para la tarea fue el británico Frank Wynne, quien descubrió a Mafalda en los 70 cuando trabajaba en Francia.
“Leí todo Mafalda en francés. Se los quería regalar a mis amigos, pero no había traducciones al inglés”, dijo Wynne en entrevista con Bloomberg Línea. Durante los 90, incluso publicó algunas tiras traducidas por él mismo en una revista sobre cómics. “Siempre había estado enojado (por la falta de traducción), porque hay tres tiras cómicas esenciales: ‘Peanuts’, ‘Calvin & Hobbes’ y ‘Mafalda’”.

El traductor se acercó más al personaje cuando vivió en Costa Rica y Argentina. Pero para traducir la obra, tuvo que reencontrar a sus personajes. “Tuve que leerla de nuevo”, contó Wynne, quien dedicó unos ocho meses al proyecto.
Publicada por primera vez en 1964 en la revista Primera Plana, Mafalda fue concebida originalmente como parte de una campaña publicitaria, pero el proyecto no prosperó. En su lugar, la pequeña terminó siendo una voz crítica de sucesos como “el lío” de Vietnam y la política cotidiana.
Wynne, quien ha traducido algunas novelas del mexicano Guillermo Arriaga, señaló que las nuevas reflexiones de Mafalda en inglés siguen vigentes. “La guerra puede estar Ucrania, en Gaza, donde sea, pero ahí está, la censura también está”, expresó. “Las preguntas que hace pueden ser un poco distintas o las mismas”, reflexionó.
Los retos para mantener el humor de Mafalda
Mafalda cuestiona y trata de entender el mundo desde la inocencia de un niño. Quizá por ello ha conectado con más de una generación que la sigue abrazando como un ícono. Estatuas de la famosa niña se extienden a lo largo de Latinoamérica y España, los personajes han saltado a la animación y el universo de Mafalda se ha convertido en una licencia que lanza todo tipo de productos.
Para mantener el humor y la esencia de la tira de Quino, Wynne tuvo que hacer algunas adaptaciones. Por ejemplo, una viñeta en la que Mafalda bebé leche con nata y cuestiona “el control de la natalidad”, Wynne optó por una referencia a los skinheads, la subcultura que surgió en 1960, para mantener el tono disruptivo.
En los tomos subsecuentes aparecerán viñetas sobre Santa Claus que originalmente estaban dedicadas a los Reyes Magos, adelantó Wynne, quien prevé trabajar unos tres años para completar la publicación de los cinco tomos.
La tipografía original de Quino, fue otro reto. Wynne intentó comprar alguna similar y ante los fallidos intentos dedicó días enteros para digitalizarla y crear la tipografía. “Pasé muchos días escaneando cinco o seis versiones de cada letra que hizo Quino”, recordó entre risas.
Cuestionado sobre si le gustaría participar en la serie animada de Mafalda que Netflix ya prepara, Wynne apuntó: “Me gustaría involucrarme. Si pasas mucho tiempo traduciendo a un escritor, pasas mucho tiempo con sus voces”.
Por lo pronto, el traductor buscará que Mafalda siga su camino en el mercado anglo donde explorará las posibilidades de que algún sello especializado en cómics e historietas pueda publicar la versión que ya tradujo en el Reino Unido.