El reciente encuentro entre Kate Middleton y Melania Trump transformó el protocolo diplomático en un escaparate de moda de ultralujo.
Ni la princesa de Gales ni la primera dama de Estados Unidos escatimaron en detalles: cada atuendo, de pies a cabeza, fue un guiño al poder de la moda como lenguaje en la arena internacional.
Kate Middleton ofreció una lección de elegancia real en un sobrio tono borgoña. Su abrigo-vestido de la diseñadora británica Emilia Wickstead sería una versión personalizada de un modelo de la firma llamado The Chaney, que se vende en £2,200 (unos US$2,978). Lo acompañó con zapatos de Gianvito Rossi valorados en €690 (US$812). El resultado fue un look otoñal impecable, fiel al estilo aristocrático que la caracteriza.
Para elevar aún más el conjunto, la princesa de Gales recurrió a un clásico de su guardarropa: un bolso Chanel de la colección otoño-invierno 2015, que en su lanzamiento tenía un precio cercano a los US$5,000. Hoy, gracias a la revalorización del mercado de lujo de segunda mano, su valor podría ser considerablemente mayor.
El broche final fue un sombrero de Jane Taylor, firma británica predilecta de la realeza. En su catálogo, estas piezas parten de £895 (aprox. US$1,213) y llegan hasta £2,675 (unos US$3,626). Además, la casa ofrece modelos personalizados cuyo precio se incrementa de forma sustancial al tratarse de creaciones a medida.
Melania Trump, por su parte, no se quedó atrás. La primera dama llegó en un conjunto completo de Christian Dior en gris oscuro, acompañado de un sombrero de ala ancha en púrpura, en sintonía con la corbata de Donald Trump. El guiño estilístico remitía al icónico New Look de Dior, reinterpretado recientemente en la dirección creativa de la firma.
Un conjunto de estas características supera con facilidad los US$5.000. En el sitio oficial de Dior, chaquetas y blazers similares rondan esa cifra, mientras que las faldas comienzan en US$2.500.
En conjunto, el vestuario de ambas alcanzó un valor estimado de US$15.000. Una cifra que convierte este encuentro en Windsor no solo en un hito diplomático, sino también en una auténtica pasarela de lujo.
