Era 1904 cuando el brasileño Alberto Santos-Dumont, a quien se le atribuye uno de los primeros vuelos de la historia, le expresó a Louis Cartier su interés en hallar alguna forma práctica de medir el tiempo mientras pilotaba sus máquinas voladoras. Los relojes de bolsillo que reinaban en la época resultaban poco funcionales para manejar aeronaves.
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El hijo de Alfred Cartier, fundador de la célebre joyería francesa, respondió con innovación pura: el reloj Santos, uno de los primeros relojes de pulsera de la historia. Al llevarse en la muñeca, el modelo permitía a Santos-Dumont controlar sus naves sin apartar la vista ni soltar los mandos.
Caracterizado por su caja cuadrada, orillas redondeadas, números grandes y tornillos expuestos, el Santos de Cartier se convirtió en una de las proezas de la relojería. Llegó al mercado por vez primera en 1911 y fue un éxito inmediato en ventas, según el sitio de la compañía corredora de lujo David Duggan Watches.
El relojes Santos de Cartier se ha mantenido vigente desde entonces a través de distintas colecciones que han reinterpretado su versión original, desde versiones en acero con movimiento de cuarzo con precios de US$4.000 hasta ediciones de ultralujo con diamantes y mecanismos exclusivos que despegan en los US$100.000.
La versión de ultralujo del Santos de Cartier
Consolidado como uno de los relojes icono del sector, el Santos ha evolucionado al igual que otros modelos emblemáticos de Cartier, como el Pasha. Actualmente está disponible en más de 50 variantes con tres tamaños de caja distintas, desde 38 milímetros hasta una más larga de 39,88 milímetros.
Estas ediciones mezclan todo tipo de materiales como acero y correas de cuero hasta otros realizados en metales como oro y con brazaletes metálicos. El catálogo incluye también ejemplares con mecanismos de alta complejidad y algunos esqueletizados, es decir, con la maquinaria visible a través de cristales de zafiro.
Precisamente uno de ellos destaca como el más caro de 2025, con un precio de US$236.000. Es una edición limitada de 100 piezas con acabado en rodio, oro blanco de 18 quilates y 126 diamantes engastados en el contorno de su bisel. Su movimiento es esqueletizado con cristal de zafiro y su interior destaca por un fino diseño en el que los puentes crean los números de la carátula.
La costosa edición extiende su lujo hasta la correa realizada en piel de cocodrilo y cada edición incluye la numeración del tiraje limitado que Cartier alistó
