Bloomberg Línea — Aunque Chile y Argentina han padecido apagones eléctricos en las últimas dos semanas, lo cierto es que sus causas no están relacionadas, es decir, no se trata de una problemática de impacto regional, como algunos podrían llegar a imaginar.
El primer corte masivo de luz en Argentina, que afectó las actividades diarias de unos 600.000 habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), se registró a las primeras horas de la mañana del 5 de marzo, con una merma en la demanda de casi 700 megawats, y el segundo a las 12 del mediodía, generando una caída de casi 1.000 megawats.
La situación no fue menor si se tiene en cuenta que los apagones afectaron a todas las líneas de subte y a hospitales, pero también a edificios públicos como la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y el Congreso de la Nación, en medio de una ola de calor que supera los 30°C, con una sensación térmica de 44°C.
Pues bien, los apagones obedecieron a fallas en “líneas de alta tensión” que afectaron a varias subestaciones, según la una empresa privada de distribución de energía Edesur.
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Edesur también informó que se puso a disposición de la Secretaría de Energía y el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), con los que realizará un trabajo coordinado para indagar el porqué de los inconvenientes. Incluso, puso a disposición un equipo técnico para recorrer en forma aérea y por tierra las líneas afectadas para esclarecer lo sucedido y brindar mayores detalles.
Entretanto, el ENRE aseguró que “está investigando para proceder conforme al marco regulatorio en lo que a multas y sanciones se refiere”.
Nicolás Gadano, licenciado en Economía de la UBA y especialista en la industria de hidrocarburos, dejó entrever en conversación con CNN Radio que el problema está en el mantenimiento de la infraestructura energética.
“No estamos en un día de máximos de potencia en el país, es decir, no falta electricidad en términos de demanda y oferta, sino que el problema está en la infraestructura: en las subestaciones, en el transporte, en la media tensión y en las redes de distribución”, comentó.
Y en Chile, ¿qué sucedió?
Chile padeció el 25 de febrero un apagón masivo sin precedentes en la última década, debido a una falla en una línea de transmisión en el norte del país operada por ISA Interchile, unidad de la colombiana Interconexión Eléctrica SA, que es 51% propiedad de Ecopetrol SA (ECOPETL).
El apagón dejó a ocho millones de hogares sin electricidad, pero además impactó la producción de las mayores minas de cobre del mundo, puesto que se vieron obligadas a detener su operación.
La zona afectada por el apagón se extendió desde la frontera peruana en el norte hasta la región de Los Lagos, más de 2.500 kilómetros al sur, según la agencia de emergencias del gobierno, Senapred.
El ministro de Energía de Chile, Ernesto Hube, explicó que el corte de luz se produjo en el norte del país, lo que provocó una reacción en cadena y un apagado total de la red eléctrica.
Tras lo sucedido, el presidente de ISA, Jorge Carrillo, se puso a disposición del Gobierno chileno para ahondar en las razones de las fallas. “Me comuniqué con el presidente de Chile, Gabriel Boric, y hablé con Carlos Durán, su jefe de gabinete, le manifesté la solidaridad frente a la situación”, comentó a EFE.
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Lo cierto, más allá de que el apagón duró 12 horas y la energía eléctrica comenzó a restablecerse en la noche de ese 25 de febrero, es que no opacó la popularidad presidencial de Gabriel Boric.
El índice de aprobación de Boric se mantuvo sin cambios en un 29% tras el apagón, según una encuesta de Cadem publicada el 2 de marzo. Una encuesta publicada el mismo día por Pulso Ciudadano situaba su aprobación en el 30,8%, al tiempo que mostraba que más de dos tercios de la gente culpaba a las compañías eléctricas del fallo.
