Bloomberg — El presidente argentino Javier Milei tenía previsto viajar a Washington esta semana para asistir al gran evento de la Copa del Mundo organizado por Donald Trump. Sin embargo, canceló su viaje de forma repentina, en parte debido a una controversia futbolística que se gesta en su país.
Una de las razones por las que decidió no asistir al sorteo de la Copa Mundial de la FIFA 2026 fue la creciente disputa pública con el presidente de la Asociación Argentina de Fútbol, dijo una persona con conocimiento en el tema. A ello se sumó el lento avance en el tan esperado acuerdo comercial con Estados Unidos, lo que llevó al líder libertario, habitual viajero, a permanecer en Argentina.
El presidente y el jefe de la federación, Claudio Tapia, están en desacuerdo por el intento de Milei de permitir la propiedad privada de los equipos en este país obsesionado con el fútbol. Tapia asistirá a la ceremonia del viernes, en la que se dividirán los 48 países participantes en 12 grupos para la primera ronda, por lo que compartir el escenario habría sido incómodo.
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Los cambios de última hora que la AFA introdujo en los torneos locales también rompieron la frágil tregua entre ambos hombres antes de la Copa del Mundo —probablemente la última de Lionel Messi— y llevaron el querido pasatiempo nacional argentino al campo de batalla político.
“Milei está en un contexto político muy delicado y no puede darse el lujo de agitar el avispero en este momento”, dijo Lucas Romero, director de la consultora política Synopsis, advirtiendo que cualquier medida contra la AFA podría provocar sanciones de la Federación Internacional de Fútbol Asociación contra la selección nacional. “Es un boomerang peligroso”.
Milei está presionando para abrir el fútbol argentino al capital privado en un intento por atraer la inversión extranjera, lo que supone un desafío directo a la AFA, que supervisa un sistema históricamente gestionado por organizaciones sin ánimo de lucro. La nación sudamericana es uno de los pocos grandes actores de este deporte que aún prohíbe la propiedad privada de los clubes.
Un decreto presidencial de 2024 habría permitido a los equipos convertirse en sociedades con ánimo de lucro y atraer inversores externos si sus miembros lo aprobaban. Pero la AFA rechazó la iniciativa de Milei y posteriormente un tribunal congeló la medida.
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Argentina estalló en un frenesí nacional en 2022 cuando Messi y sus compañeros ganaron la tercera Copa del Mundo del país en una dramática tanda de penaltis en Qatar. Pero en casa, los aficionados lamentan cada vez más una liga nacional que consideran caótica, marcada por constantes cambios en las reglas, formatos de descenso cambiantes y una Primera División ampliada con casi una docena de clubes más pequeños.

Esa frustración estalló el 20 de noviembre, cuando la AFA creó de forma repentina un nuevo trofeo y coronó al Rosario Central, el equipo que lideraba la clasificación a mitad de temporada, con un título que no existía un día antes.
“Esta fue la gota que rebalsó el vaso”, dijo Ariel Senosiain, un destacado periodista deportivo. Tapia se enfrentó a una avalancha de cánticos en los estadios y a la indignación en las redes sociales. No obstante, la federación se mantuvo firme y sancionó a Estudiantes de La Plata, el único club que se opuso públicamente a la decisión y uno de los pocos partidarios declarados de la privatización impulsada por Milei.
Milei intervino rápidamente. En las redes sociales, publicó fotos con una camiseta de Estudiantes, que también aparecía colocada sobre su sillón presidencial en imágenes oficiales. Aunque el propio presidente evitó en gran medida nombrar a Tapia, la senadora Patricia Bullrich lideró la acusación.
Estudiantes “está con el hincha de verdad. Tapia, con la casta y la mafia de siempre”, dijo Bullrich, exministra de Seguridad de Milei, en una publicación en X.
“El gobierno ve el creciente enfado del público hacia Tapia y está tratando de aprovechar esa ola”, dijo Romero. La AFA no respondió a las solicitudes de comentarios.
Tapia tiene vínculos de larga data con el movimiento peronista, que gobernó Argentina durante casi tres de las cuatro décadas desde que se restauró la democracia en el país. Durante la campaña presidencial de 2023, la dirección de la AFA apoyó abiertamente al candidato peronista Sergio Massa, rival de Milei, que finalmente perdió en la segunda vuelta.
El último drama también se desarrolla mientras Tapia se enfrenta al escrutinio público sobre su riqueza. No cobra un salario como presidente de la AFA —lo hace por otros dos trabajos—, pero declaró siete propiedades a su nombre, así como unos ingresos netos anuales de más de US$565.000. También se han planteado preguntas sobre una finca en las afueras de Buenos Aires con un helipuerto que, según se informa, no está registrado en la autoridad aeronáutica argentina.
Mientras tanto, los clubes de fútbol argentinos se han visto desgastados por años de crisis. A pesar del reciente alivio que ha supuesto el fortalecimiento del peso y un puñado de fichajes estrella, los aficionados siguen viendo una liga mal gestionada y una brecha cada vez mayor con sus rivales brasileños.
“El modelo del fútbol argentino está roto”, afirma el aficionado local Ignacio Sarraute. “La liga actual es insostenible. Es casi imposible de ver. ¿Para qué vas a invertir si el campeonato es un delirio?”.

Los equipos brasileños han ganado las últimas siete ediciones de la Copa Libertadores, la principal competición de clubes de Sudamérica y una obsesión regional, respaldados por acuerdos televisivos más sólidos, mercados de patrocinio más grandes y una cantera de jugadores mucho más amplia. El último equipo argentino que ganó el campeonato fue River Plate en 2018.
Guillermo Tofoni, empresario deportivo desde hace mucho tiempo y partidario del modelo de capital privado de Milei, sostiene que los constantes cambios en los formatos dificultan la comercialización de la liga. “Cada año que pasa vas a encontrar clubes más endeudados, con mayores problemas”, afirma. “Si se arregla la estructura, la inversión podría alcanzar los US$3.000 millones”.
Sin embargo, muchos sostienen que el dinero privado no es la panacea. Los defensores del modelo actual afirman que los clubes argentinos desempeñan un papel más amplio en la comunidad, ya que apoyan docenas de actividades sin ánimo de lucro que podrían desaparecer bajo la propiedad corporativa. E incluso si la ley lo permitiera, no está claro que el dinero extranjero fuera a llegar.
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“Hay algo de pensar que van a venir muchas inversiones cuando al final no es así”, afirma Mariano Elizondo, director del centro de estudios deportivos de la Universidad Austral. “Hay muchos clubes pequeños que dificilmente generarían inversiones, y muchos equipos grandes que nunca querrían tener un inversor”.
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