Después de LIBRA: la economía seguirá mandando para votantes de Milei, dice Lucas Romero

Capítulo 804 de La Estrategia del Día: Una entrevista con el titular de Synopsis Consultores. Para el analista político, los resultados económicos pesarán más que las polémicas por Ariel Lijo, $LIBRA y el desaire a Ucrania

Eleitores de Milei
04 de marzo, 2025 | 04:30 AM

Buenos Aires — En el capítulo 804 de La Estrategia del Día Argentina, @franaldaya te trae una entrevista especial con el Lucas Romero, analista político y titular de la consultora Synopsis.

A pesar del CryptoGate que sacudió al Gobierno de Javier Milei durante el mes de febrero, la imagen de Javier Milei podría sostenerse gracias a los resultados económicos positivos, según Romero. Sin embargo, resaltó que el escándalo fue “el más riesgoso para este gobierno” a la fecha.

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Más allá del pico de menciones negativas sobre Milei que midió Synopsis en redes sociales tras el episodio del token LIBRA, Romero señala que la estabilidad macroeconómica, la desaceleración inflacionaria y un dólar estable podrían contrarrestar los efectos negativos del escándalo. “El aspecto medular de su imagen está vinculado a resultados económicos, que por ahora son positivos”, explicó.

La estrategia de “fugar hacia adelante” adoptada por el gobierno frente al escándalo refleja una apuesta por cambiar los temas de agenda pública mientras continúa ofreciendo resultados económicos favorables.

Al mismo tiempo, Romero advierte sobre los riesgos que conlleva la táctica del Gobierno de confrontar con la oposición: “La pregunta es cuántos de esos resultados positivos del económico necesitan otro clima de diálogo político y de convivencia política para que el presidente pueda seguir dando esos resultados”.

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La siguiente entrevista fue editada por motivos de extensión y claridad.

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¿Qué impacto ha tenido el escándalo CryptoGate de febrero 2025 en la imagen del gobierno y de Javier Milei?

El caso del token Libra ha sido el más riesgoso para este gobierno, pues involucra al presidente con responsabilidad objetiva. La justicia determinará si existe responsabilidad subjetiva, pero este evento amenaza la autoridad presidencial en tres planos estructurales: credibilidad, honestidad e inteligencia. Los mercados no han mostrado gran preocupación. Sin embargo, otros indicadores revelan impactos significativos. Nuestro seguimiento de la conversación pública digital registró el mayor pico de menciones de Javier Milei a nivel global tras el evento, con un 80% de sentimiento negativo. El impacto en la imagen presidencial se verá con el tiempo, cuando la sociedad metabolice el episodio y evalúe el rol del presidente. Aunque aún no tenemos diagnósticos definitivos, este hecho condicionará cómo la ciudadanía percibe al mandatario. No obstante, Milei fue elegido para resolver problemas económicos. El aspecto medular de su imagen está vinculado a resultados económicos, que por ahora son positivos: estabilidad macroeconómica, desaceleración inflacionaria y dólar estable, indicadores sensibles para la opinión pública. Estos factores podrían mitigar el impacto negativo del escándalo.

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Tenemos un Gobierno que tilda de tibia a la experiencia de Mauricio Macri al enfrentar al kirchnerismo, y que dice que sostiene que tratarlo con su propia medicina. ¿Eso está generando un núcleo duro al igual que tuvo Cristina, que, haga lo que haga, escándalo que tenga, lo va a seguir apoyando a Milei?

Algo de eso efectivamente está ocurriendo; este es un presidente minoritario que surge de un apoyo inicial del 30%, que es lo que se acumula en elección general cuando toda la oferta electoral estaba sobre la mesa. Y es un presidente que ha tenido una estrategia, de las típicamente populistas, de fracturar la opinión pública en dos, de tratar de presentar la escena en una interpretación blanco-negro para tratar de apropiarse de una de esas mitades. Buena parte de la estrategia tuvo que ver con confrontar con aquello que ese núcleo de votantes que lo transformó en presidente a Milei rechaza, ese 55,7% que lo eligió en la segunda vuelta. Para consolidar el nivel de apoyo sobre ese electorado, ha focalizado mucho en la confrontación para tratar de adueñarse de esa mitad. Es una mitad que en principio no le pertenecía pero que lentamente fue consolidando como base de apoyo. Hoy tenemos proyecciones de intención de voto hacia el oficialismo que se acercan más al 40% que al 30%. Es decir, el Gobierno y el propio Milei han expandido su base de apoyo. Pero claro, para lograr sostener estos niveles de apoyo va a requerir que el Gobierno siga ofreciendo resultados económicos. Porque uno puede plantear el argumento de la ausencia de tibieza para confrontar contra aquello que esa base electoral rechaza, pero va a necesitar estar acompañado de resultados económicos. Por eso la pregunta que hay que hacerse es cuánto de esta actitud del presidente, que en estas últimas semanas ha venido deteriorando el clima político, puede contribuir a que el presidente logre resultados, siendo un presidente que necesita avanzar con muchas reformas. Ahí pareciera ser la sábana corta, se muestra firme y confronta contra aquello que sabe que su base electoral rechaza, pero esa confrontación puede empeorar o descomponer la naturaleza del proceso político y puede limitar su capacidad de acción para ejecutar el programa de gobierno. Ese es el trade-off que pareciera estar administrando la estrategia del gobierno.

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Mirando más allá del núcleo duro, por el momento al menos, para el general del electorado se prioriza más la satisfacción por la baja de la inflación, la mejora en el consumo reciente y de la actividad, y obviamente la estabilidad cambiaría. ¿Eso mata la polémica de Libra?

Eso probablemente ayuda a mitigar y a contener el impacto negativo del hecho. Cuando uno responde frente a una pregunta de qué imagen tiene del presidente, si muy buena, buena, regular, mala o muy mala, lo que hace es una simplificación de una observación muy compleja. Entonces puede ser que la gente evalúe negativamente la actitud del presidente en relación a este escándalo, pero que viendo resultados económicos positivos prefiere inclinarse por tener una imagen favorable de quien le está resolviendo esos problemas. Esto no es nuevo, esto ya ha ocurrido en el mundo y en Argentina. Esto de solapar o minimizar aspectos negativos de un proceso que está ofreciendo resultados positivos por otro lado. Entonces creo que la estrategia del gobierno fue la de fugar hacia adelante. No tenía explicaciones para demostrar qué hacía el presidente tuiteando lo que tuiteó ese viernes 14 de febrero a las 7 de la tarde. Entonces prefirió avanzar y tratar de cambiar los temas de la agenda pública y seguir ofreciendo resultados positivos desde el económico. La pregunta es cuántos de esos resultados positivos del económico necesitan otro clima de diálogo político y de convivencia política para que el presidente pueda seguir dando esos resultados. Y lo digo particularmente pensando porque una de las inquietudes que pareciera uno recoger de parte, por ejemplo, el Fondo Monetario: qué nivel de consenso político hay en la Argentina respecto del programa económico, porque no nos alcanza con la voluntad o la determinación del presidente, queremos que haya mucho apoyo político a este rumbo que ha elegido la Argentina en materia económica y es ahí donde aparecen dudas e inquietudes. ¿Cuánto de esta confrontación perjudica la capacidad que tenga el gobierno de darle plafón político a su programa económico?

¿Cuánto se puede extrapolar de las experiencias de los primeros mandatos de Jair Bolsonaro y de Donald Trump? Porque no reeligieron, a pesar de que no tuvieron mayores inconvenientes en la economía.

Es una linda comparación. Pareciera ser que los casos de Trump y de Bolsonaro invitan a pensar que hay veces que conviene ser muy consciente respecto de qué es lo que se puede hacer y qué no. O sea, qué es lo que uno dispone para hacer qué cosa, que a veces el exceso de pretensiones respecto de lo que se quiere lograr muchas veces termina perjudicando el objetivo general. ¿Cuánto de la batalla cultural puede Milei perseguir con estos recursos políticos y que efectivamente pretende cambiar el sistema de valores de la cultura argentina? ¿Y cuán inteligente es intentar dar esa batalla en este contexto político? Pero permítime hacer una salvedad, porque esta comparación puede ser interesante hacerla, pero me parece que no es tan viable. ¿Por qué? Porque los dos casos que mencionás estuvieron cruzados por un evento muy excepcional y muy determinante de la dinámica política de esas dos administraciones que fue la pandemia. Eso pudiera haber impactado en los resultados electorales. Ensucia el resultado final del análisis. Sobre todo en el caso de Trump, que tuvo una actitud muy particular con la pandemia, que fue muy cuestionada en ese momento produciendo muchos resultados negativos en términos de muertes en Estados Unidos. Con lo cual yo diría, no sé si es utilizable la comparación, pero sí nos sirve para reflexionar o pensar sobre esto. ¿Cuán inteligente es ir más allá de las posibilidades que tiene un presidente en términos de los objetivos que se plantea? Creo que aplica al caso de Milei en relación a su batalla cultural. Pareciera ser que no es una decisión inteligente perseguir esa batalla cultural en un contexto donde está enfrentando un desafío económico muy complejo y condiciones políticas muy poco propiciadas.

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¿La abstención de Argentina en la ONU sobre el conflicto en Ucrania, alineándose más con EEUU que con Zelensky, tendrá un impacto limitado por ser un tema más de nicho?

Acá hay una política exterior muy particular de este presidente que responde a un criterio casi exclusivo que es el alineamiento con Estados Unidos y hacia Israel. El costo que tiene delinear la política exterior en base a ese criterio tan poco consistente en virtud de lo que debe guiar la política exterior de un país, que es la defensa de los intereses nacionales, podría impactar en una mala reputación de la Argentina en el mundo, en su relación con el resto de los estados, porque cuando uno tiene una conducta inexplicable, termina perdiendo credibilidad. La Argentina ha venido perdiendo credibilidad frente al resto de los actores del concierto internacional, precisamente por actitudes y conductas ciertamente inexplicables. Agregaría actitudes como la del presidente ausentándose del acto de asunción del presidente electo en Uruguay, un país con el que la Argentina tiene una historia y vínculos larguísimos de gran calidez y estrechez. Que el presidente someta a criterios ideológicos la actitud de vinculación con países tan importantes para la Argentina como los países vecinos de la región, termina alimentando de mala reputación la política exterior de este presidente. Creo que a la larga el costo pudiera sentirse. Sobre todo porque tenemos acá muchas necesidades de que los países nos ayuden en muchos aspectos. Voy a poner uno concreto, que es el rol de los países que integran el borde del Fondo Monetario y que tienen que acompañar a la Argentina con esta propuesta de programa económico. Entonces, no es un aspecto menor. Me parece que la acumulación de actitudes de este tipo pueden ser muy perjudiciales para la credibilidad que tiene la Argentina en el mundo.

Ariel Lijo por decreto a la Corte, frente al rechazo de cámaras empresariales y gran parte de la oposición, ¿qué costo ves ahí para Milei?

Un costo peligroso también, ¿no? Es una decisión que no tiene buenas explicaciones. Uno no entiende por qué Milei decide avanzar de un modo que pudiera ser considerado ilegal. Esto está muy discutido por la doctrina jurídica, respecto a si el presidente puede designar en comisión jueces de la Corte por decreto. Pero claramente no tiene la legitimidad que se requiere para que Milei pueda convencer al mundo, a los agentes económicos, de que en la Argentina hay un respeto al marco institucional y sobre todo a la división de poderes. Este es un presidente que está gobernando por segundo año consecutivo sin un presupuesto y ahora le suma este aspecto que baja la calidad institucional del proceso político. Estos son factores que intervienen en la evaluación que los agentes económicos hacen de la Argentina como oportunidad de inversión. Evidentemente queda claro que el presidente está decidido a asumir este costo. Yo no creo que sea un costo no percibible para el presidente, pero evidentemente quienes lo asesoran o él mismo entiende que la conformación de una nueva Corte Suprema con la integración de estos dos jueces que propone el presidente es necesaria para asegurarse un contexto jurídico propicio para el éxito del programa político y económico del presidente. No encuentro otra explicación que esa, y me parece una explicación insuficiente para pagar semejante costo. No solo por el perfil y la reputación de Ariel Lijo, con todas las acusaciones que ha tenido el juez de conductas indebidas en su rol de juez federal, sino por el procedimiento elegido.

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Parece curioso, de todas formas, que pese a lo trabado que estuvo el trámite en el Congreso, al mismo tiempo grandes referentes de la oposición tienen mucha cautela a la hora de criticar de forma individual y personal a Ariel Lijo. Hay algo que no nos estamos enterando en el trasfondo de todo esto, ¿no?

Parte de los vicios que tiene este juez es precisamente que ha logrado construir un sistema de relaciones políticas muy profuso con muchos sectores de la política, no necesariamente por buenas razones. Esos vínculos hacen que uno pueda entender por qué hay muchos sectores de la política que no enarbolan una crítica muy contundente hacia la calidad de este candidato propuesto por el presidente. La primera reflexión que ocurrió en la Argentina cuando se conoció la nominación de Lijo es, bueno, si hay un candidato que Milei podría haber elegido que represente más fielmente a la casta judicial, por llamarlo de alguna manera, es precisamente Ariel Lijo. Esto es lo que explica por qué no ha habido tanta resistencia sobre todo del Senado. Es más, el caso de Lijo era el caso que había logrado de los dos el dictamen favorable de la Comisión de Acuerdos. Habrá que ver qué ocurre con esto porque tuvimos la designación por decreto, asumió García Mansilla, todavía no Lijo. Nos falta saber cuál va a ser la reacción del Senado, porque hasta aquí la oposición ha ofrecido poca resistencia a todas las decisiones del presidente que han llevado el proceso de toma de decisión a los límites del marco institucional. Así que, faltan capítulos por ver para tratar de tener una conclusión definitiva respecto de qué costos va a pagar el presidente con esta decisión.

¿Cómo cambia tu escenario base para la intención de voto que estabas viendo para el oficialismo en las elecciones legislativas, con todo este cóctel de episodios que tuvimos en febrero?

Venimos sosteniendo un análisis muy sencillo desde la escena electoral. Nosotros decimos que cualquier cosa que supere el 35% de los votos para el oficialismo va a ser una buena elección y cualquier cosa que supere el 40% va a ser una muy buena elección. Esos son los dos parámetros o criterios que utilizamos para calificar cómo analizar el desempeño del gobierno en esta elección de medio término. ¿Dónde lo estábamos viendo al gobierno antes de todos estos eventos? Más cerca del 40% que del 30%. O sea, más cerca de una muy buena elección Y creo que pudiera consolidarlo en ese nivel entre el 35 y el 40%. Habrá que ver cómo avanza el proceso económico, que es lo único que pudiera peligrosamente depositarlo en un territorio de una elección regular a mala. Por ahora no lo vemos. No nos animamos a sospechar que en nuestro próximo estudio vamos a encontrarnos en esa escena. Creemos que mientras la economía se muestre relativamente estable y ofreciendo resultados, vamos a ver consolidado ese escenario de proyectar al gobierno en una buena elección. Todavía faltan meses para ir a votar aquí en la Argentina y habrá que ver si no tenemos derivaciones desde el punto de vista electoral. Se está hablando de la posibilidad de que el índice de inflación de febrero esté un poco por encima del de enero. Veremos cómo prosigue esa variable y la recuperación del consumo y de los salarios, que son los factores que pudieran dar satisfacción política y buenos resultados electorales para el gobierno. Me parece que la economía va a ser y seguramente será el principal modelador del desempeño electoral del oficialismo.

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