Buenos Aires — El programa económico del gobierno de Javier Milei cumple este martes su primer año. Diseñado por el ministro Luis Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, para estabilizar una economía que volvía a hundirse en la octava recesión en 30 años, y edificado en base a tres anclas –monetaria, fiscal y cambiaria–, el plan ya empezó a ofrecer, 12 meses después, algunos hitos que llevaron a que el oficialismo se ilusione con que Argentina se convierta “en el país que más va a crecer en el mundo por los próximos 30 años”, tal como aseguró el propio Caputo la semana pasada.
El mercado y buena parte de la sociedad también se muestran optimistas con el rumbo de la economía. La última encuesta de satisfacción política y opinión pública de la Universidad de San Andrés reveló que, por primera vez, la economía se ubicó al tope del listado de satisfacción con las políticas públicas, con un 48% de aprobación. Eso no significa, sin embargo, que la batalla esté ganada: por delante quedan todavía importantes desafíos para que el país deje atrás décadas de estancamiento y una herencia económica a la que el oficialismo calificó como ‘la peor de la historia’.
“Aunque Milei ha conseguido empezar a dar la vuelta a la economía argentina en muchas áreas importantes, aún se enfrenta a serios retos”, resumió Bruno Gennari, emerging markets strategist de KNG Securities, en un reciente informe enviado a clientes.
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Resultados económicos que celebra el Gobierno
Detrás de esa mejora en la percepción se destacan una serie de indicadores que Milei y Caputo suelen destacar en sus apariciones públicas. Entre ellos, el desplome de la inflación a su nivel más bajo en tres años, el déficit cero y la baja del gasto público, o la caída de la brecha cambiaria y del riesgo país a sus menores niveles desde 2019.
Tras acelerar hasta niveles de casi 290% interanual en mayo, y marcar un pico de 25,5% mensual en diciembre, la inflación en Argentina empezó a ceder y en octubre se ubicó en 2,7%, el registro más bajo en tres años. “La baja de la inflación de 25,5% en diciembre a alrededor del 2,7% en estos meses es probablemente el mayor logro del gobierno, al menos cuando uno mira las encuestas de opinión”, señaló Econviews en su último informe semanal. El consenso, añadió, es que el equilibrio fiscal fue fundamental para que se observe ese proceso de desinflación, aunque añadió que “igual o más importante fue la política del 2% de devaluación mensual”.
“El tipo de cambio oficial fue el ancla nominal que logró coordinar expectativas y darle credibilidad al programa anti-inflacionario, que viene funcionando muy bien”, calificaron los economistas de la firma.
Otro reflejo del éxito del programa de desinflación puede verse en la encuesta de la Universidad de San Andrés, que reveló que este año la inflación dejó de ser el principal problema del país para los argentinos. Después de estar durante más de tres años al tope del listado de mayores preocupaciones, desde mitad de año fue perdiendo terreno hasta caer al sexto lugar.
Para Econviews, la base o el ancla del programa ha sido el equilibrio fiscal. “Fue fundamental para darle credibilidad a la política económica”, analizó antes de agregar que “sin equilibrio fiscal hubiera sido imposible bajar la inflación, y también que el riesgo país se desplome más de 1.200 puntos básicos en un año”.
“Antes de la elección de Milei, la última vez que Argentina tuvo superávit fiscal durante tres meses consecutivos fue en 2008″, recordó Gennari, de KNG Securities.
El Gobierno, que hizo de la motosierra un símbolo de su gestión, acumulaba a octubre un superávit primario de 1,8% del PBI y un superávit financiero de 0,5%. Esto se logró gracias a que la caída del gasto público más que compensó la caída de la actividad y de la recaudación. Según proyección de Nadín Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), el gasto caería de 40,6% del PBI en 2023 a 33,5% en 2024.
Hacia adelante, sin embargo, aún quedan desafíos en esa dinámica. Es que el objetivo del Gobierno, plasmado en uno de los puntos centrales del Pacto de Mayo, es llevar al gasto público al 25% del PBI, niveles similares a los de 2004.
En la mejor percepción de los argentinos del rumbo económico es probable que haya incidido también la calma cambiaria. Con los dólares paralelos comprimiendo hasta la zona de ARS$1.050, la brecha cambiaria se hundió a niveles de 1% o 2%, mínimos desde la reinstauración de los controles cambiarios en septiembre de 2019.
También a un nuevo piso de cinco años cayó, en las últimas semanas, el riesgo país argentino, que comprimió desde 1.923 puntos básicos cuando Javier Milei asumió al frente de la Casa Rosada a 737 unidades un año después.
La caída de estas variables se explica también, en buena medida, por el freno a la emisión monetaria y por la recomposición de reservas que viene mostrando el BCRA. En lo que respecta a la emisión, el equipo económico no solo apagó ‘la maquinita’ de pesos que se emitían para financiar directa o indirectamente el déficit del Tesoro sino también la creación de pesos endógena para pagar intereses de la deuda remunerada del BCRA, que según reiteró Milei, demandó la emisión de 10 puntos del PBI en 2023. Esa bola de Leliq, que luego fue de pases, migró a mediados del año a deuda del Tesoro, cuyos intereses se absorben con parte del superávit acumulado.
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Los desafíos pendientes
La citada encuesta de la Universidad de San Andrés ofrece también algunas pistas respecto de los desafíos pendientes que tiene el Gobierno en materia económica. Al tope de las preocupaciones de los argentinos quedaron la pobreza y los salarios.
Según la última medición del Observatorio de Deuda Social de la UCA, la pobreza alcanzó al 49,9% de la población en el tercer trimestre del año, una baja frente al 51% registrado por el Indec en el segundo trimestre, pero todavía por encima de los niveles que dejó la gestión de Alberto Fernández (45,2%).
En lo que respecta a los salarios, la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) –indicador que se confecciona en base a aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino– refleja que en los primeros 10 meses del gobierno de Milei (desde diciembre a septiembre inclusive) los salarios formales acumulan un aumento nominal que fue siete puntos porcentuales inferior a la suba generalizada de precios. Pese a ello, en los últimos meses esa dinámica viene recuperando terreno, con el RIPTE superando a la inflación en seis de los últimos siete meses.
En ese objetivo de mejorar el poder adquisitivo de los salarios, una de las apuestas del gobierno hacia adelante es impulsar una reforma tributaria, que también mejoraría la competitividad sin la necesidad de convalidar un nuevo salto devaluatorio. Quienes niegan un atraso cambiario en Argentina, de hecho, suelen remarcar que el país ‘no está caro en dólares’ sino que ‘está caro en impuestos’.
Meses atrás, desde el oficialismo anticiparon que uno de los objetivos del Gobierno era terminar esta gestión eliminando un 90% de los impuestos. En esa línea, se espera que el Milei se refiera este martes en cadena nacional a la simplificación tributaria que pretende impulsar, dado que según el IARAF de los 155 impuestos que hay en Argentina solo 10 concentran el 92% de la recaudación.
Otro desafío para Milei en 2025 será poner fin a una década de estancamiento en la creación de empleo. Según datos de la Secretaría de Trabajo de la Nación, actualizados a julio de este año, el mercado laboral privado registrado estaba conformado por unas 6,2 millones personas, un 2,6% por debajo del mismo mes del 2023 y prácticamente la misma cantidad que en julio de 2015.
Lo que sí aumentó con fuerza en ese período, sin embargo, fue la cantidad de monotributistas, que pasaron de 1,4 millones en 2015 a 2,1 millones en la actualidad. Es decir, un crecimiento del 47,5%, o 690.000 trabajadores más. También treparon en la última década los empleados públicos, que pasaron de poco más de 3 millones en 2015 a 3,4 millones en 2024, un 12,5% más.
Por último, el que tal vez sea el mayor desafío que tendrá Milei será la eliminación del cepo cambiario. Si bien su gobierno ha avanzado con la eliminación de algunas restricciones, el mercado todavía espera la apertura total del cepo, algo que podría venir de la mano de un nuevo programa con el FMI.
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“Un punto débil del programa ha sido la lentitud en levantar el cepo cambiario”, consideraron los economistas de Econviews, que recordaron que si bien inicialmente se esperaba que la eliminación de los controles ocurriera en junio, ahora esperan que eso suceda después de las elecciones de octubre del año que viene.
“Lo que parece predominar es el temor que si se levanta pueda haber una huida de los pesos que están atrapados, llevar a un salto del dólar y que genere un rebrote en la inflación”, explicaron al respecto.
Un segundo punto débil, añadieron, ha sido la recomposición de reservas internacionales. A pesar de que el BCRA compró más de US$20.000 millones en el mercado de cambios, los economistas de la consultora señalaron que “hasta ahora sólo se ha logrado que sean menos negativas”, al pasar de la zona de US$11.000 millones negativos en diciembre de 2023 a unos US$5.000 millones negativos en la actualidad.
“Si bien estos números representan una mejora, está lejos de haber vuelto a valores positivos. Esa situación de bajas reservas también ha llevado a que el gobierno no haya desarmado el cepo cambiario”, marcaron. “Es cierto que en los últimos meses el Banco Central ha vuelto a acumular dólares, aunque una gran parte es por deuda del sector privado y no por un superávit en la cuenta corriente, que es más sustentable”, añadieron.
Gennari, de KNG Securities, coincide en ese punto. En el mencionado informe, expresó que el tipo de cambio real ha perdido casi toda la competitividad ganada con la devaluación del año pasado, lo que hace al gobierno particularmente dependiente de los flujos financieros exteriores para mantener su paridad monetaria. Esa apreciación, indicó, posibilitó la ralentización de la inflación, pero agregó que “la contrapartida de esta apreciación ha sido una menor acumulación de reservas internacionales, que es el punto débil del plan del Gobierno”.
En esa línea, también advirtió por “las indemnizaciones legales concedidas a empresas e inversores extranjeros por los errores de la administración anterior”, que a su juicio “podrían convertirse en un dolor de cabeza para el gobierno”.
“Las demandas contra Argentina presentadas en las dos últimas décadas están llegando por fin a su fin. El mayor y más famoso de estos pleitos es el relacionado con la expropiación de YPF, que se saldó con una indemnización de 16.000 millones de dólares para los demandantes. Otro laudo famoso es el fallado a favor de los titulares de EUR Warrants, a los que los tribunales británicos exigieron a Argentina el pago de 1.600 millones de euros”, detalló.
Aun así, entre analistas las perspectivas se mantienen positivas. El informe de Econviews concluyó que “mirando hacia el futuro hay motivos para ser optimistas”. Entre dichos motivos, enumeraron al déficit cero, la reducción del gasto público, la baja en la inflación, las reformas estructurales, la perspectiva de que se pueda volver al mercado financiero internacional, el incipiente crecimiento, la mejora del salario real y las buenas perspectivas de sectores como petróleo y gas y minería. Todos ellos, explicaron “son algunos de los indicadores que muestran que podemos estar ante un punto de inflexión en el crecimiento de largo plazo”.
Y si bien reconocieron que “siempre hay riesgos”, entre los que destacaron que “hay una amarga historia en la Argentina y en la región de planes anti-inflacionarios basados en el tipo de cambio, que casi inexorablemente terminaron en turbulencia”, en esta oportunidad consideran que “el hecho de que la macro está más sólida minimiza las chances de una crisis”.
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