Buenos Aires — En los últimos meses distintas empresas argentinas emisoras de deuda cayeron en crisis, default o reestructuración de deuda, pese a que el Gobierno de Javier Milei adoptó medidas reclamadas por el mercado.
La estabilización en la macroeconomía mejoró el entorno crediticio para las empresas emisoras de deuda: en 2024 se registró el mayor volumen de emisión de Obligaciones Negociables y fideicomisos financieros de los últimos diez años y en 2025 podría superarse esa marca.
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Aún así, en distintos sectores se registraron crisis en un entorno que, según la calificadora de riesgo Moody’s, se evidencia “menor liquidez en mercado de capitales local, con mayores costos de financiamiento”.
A finales del 2024, la crisis la protagonizaron dos empresas del agro, en un contexto de márgenes más apretados para el sector. Fue el caso de la desarrolladora de fertilizantes Los Surcos y Los Grobo, una compañía integrada de las más relevantes del sector. La primera ingresó en procedimiento preventivo de crisis. Mientras que Los Grobo siguió ese mismo proceso para la subcontrolada Agrofina mientras que se asoció con la brasileña Amaggi para comercializar los granos.
Luego fue el turno de la energética Grupo Albanesi, empresa que explica el 17% de la generación termoeléctrica del país. Tras el incumplimiento por parte de las co-emisoras Generación Mediterránea y Central Roca.
En una crisis que se inició en el primer trimestre del 2024, ante la falta de pago por parte de Cammesa, la compañía trabaja ahora en una propuesta alineada a la capacidad de afrontar la deuda.
El último caso fue el de la ascendente petrolera Aconcagua, que inició un proceso de reestructuración de los pasivos tras suspender una salida a los mercados internacionales. Estos episodios alcanzaron también a Celulosa, que incumplió con sus vencimientos de mayo y evalúa la búsqueda de nuevos socios para mejorar su posición de liquidez.
¿Qué perspectiva hay para las emisoras de deuda?
Los cambios en las condiciones macroeconómicas desde la asunción de Javier Milei, que fueron “favorables para el entorno operacional general de las empresas argentinas”, implicaron también “una mayor volatilidad en el corto plazo y requieren más prudencia en el manejo de la liquidez para un gran espectro de empresas chicas y medianas que operan en un entorno más competitivo y con cierta segmentación del mercado”, según María Cecilia Minguillon, head de corporates de FixSCR.
Aun así, para Minguillon “la perspectiva respecto del riesgo crediticio para las empresas argentinas es cautelosamente optimista”. Mismo escenario observan Juan Tripier y Juan Pablo Herrero, de PwC Argentina, que no ven un efecto contagio en el mercado local. “Sí vemos casos puntuales, pero es difícil que se extienda, porque la economía está volviendo a crecer y se está estabilizando. Cambió la manera de hacer los negocios y a veces esos cambios cuestan”, explicaron.
“A nivel general, la menor liquidez en el mercado de capitales local particularmente en el segmento dólar-linked, y la apreciación cambiaria han deteriorado la calidad crediticia de los corporativos en Argentina”, explicó José Molino, director asociado y analista de crédito de Moody’s Local Argentina.
Y agregó que “los recientes eventos de incumplimiento incrementan la cautela y selectividad de inversores de bonos hacia los perfiles corporativos de mayor calidad crediticia, reduciendo la demanda de emisiones de deuda de empresas con calificaciones en el rango A e inferior”.
¿Qué sucederá en lo que resta del 2025?
Una porción importante de la emisión de deuda que creció en el último trimestre del 2024 (impulsada también por el blanqueo) fue capitalizada por grandes emisores concentrados en el sector de Oil & Gas: empresas como YPF, Pampa Energía, Vista Energy, Tecpetrol y Pluspetrol, entre otras. También los bancos Galicia, Macro y Supervielle.
Según los analistas de PwC, en el acumulado a mayo de 2025 “estamos en torno a los US$7.700 millones en Obligaciones Negociables y US$700 millones en fideicomisos financieros”. Con esos números, es probable que se supere la marca del 2024. Y proyectan que puede haber un aumento de los instrumentos en pesos si la tasa de interés se alinea con la desaceleración de la inflación.
Minguillon, de Fix, advierte desafíos: “Nuestro escenario para el segundo semestre incluye la volatilidad intrínseca a un periodo con elecciones y mayor selectividad de los inversores, lo cual requerirá de esfuerzos adicionales de las empresas para recortar gastos o inversiones si es posible, para manejarse con el flujo generado internamente y hacer frente a los compromisos financieros, en ausencia de condiciones financieras razonables”.