La batalla electoral de Milei dejó grandes pérdidas para los bancos

Los bancos privados cerraron el tercer trimestre con grandes pérdidas, afectados por una mora de los préstamos en el país que subió a su peor nivel en al menos 15 años.

Sucursal del Banco Galicia en el microcentro de la Ciudad de Buenos Aires.
Por Ignacio Olivera Doll - David Feliba
02 de diciembre, 2025 | 11:18 AM

La ardua batalla que dio el presidente Javier Milei para dominar la moneda antes de las elecciones de medio término dejó a los bancos de Argentina con sus peores resultados desde la pandemia.

Los bancos privados cerraron el tercer trimestre con grandes pérdidas, afectados por una mora de los préstamos en el país que subió a su peor nivel en al menos 15 años y las altísimas tasas de interés que convalidó el banco central de Milei en la previa a las elecciones del 26 de octubre. El ajuste dejó a los banqueros con poco margen y los llevó a frenar en seco la oferta de crédito, un repliegue que podría extenderse bien entrado 2026, justo cuando Milei necesita que el financiamiento vuelva a ser un motor clave del crecimiento económico.

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Entre las instituciones que se retrajeron está Naranja X, la división de financiamiento de consumo de Banco de Galicia y Buenos Aires SA, la mayor entidad financiera privada del país. “Empezamos a limitar el otorgamiento de nuevos préstamos para proteger el balance”, explicó el director financiero, Hernán García.

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Detrás de su decisión estuvo el peor trimestre para las ganancias del sector bancario argentino desde la pandemia, cuyo alcance total solo se hizo evidente en los últimos días. La morosidad entre los clientes de Naranja X aumentó un 11% en septiembre, un salto sin precedentes pero aún por debajo del promedio nacional del 18,4% para entidades crediticias no bancarias ese mes, según un informe de la consultora privada Eco Go.

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Los resultados están entre los efectos secundarios de la dura batalla que libró Milei para evitar un colapso del peso y aun así ganar las elecciones legislativas del 26 de octubre. Para apuntalar la moneda, el gobierno adoptó una postura monetaria estricta, elevando las tasas de interés a niveles de tres dígitos y obligando a los bancos a mantener encajes superiores al 50% de sus depósitos —y, lo que es más importante, a cumplir esos requisitos de manera diaria y no mensual—.

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Una política monetaria muy estricta, caracterizada por tasas reales insosteniblemente altas y requisitos de encaje históricos antes de las elecciones, tuvo un grave impacto en la actividad económica y particularmente en todo el sector bancario”, dijo Julio Patricio Supervielle, presidente de Banco Supervielle SA, a los inversores durante la última conferencia de resultados de la compañía. El retorno sobre el capital generado por grandes instituciones como Supervielle cayó a alrededor de -7%, desde cerca del 18% en 2023 antes de que Milei asumiera y en torno al 12% a fines del año pasado.

Para los bancos, la combinación de factores fue tóxica: los depósitos se encarecieron, una mayor parte de sus balances quedó inmovilizada en el banco central generando poco o ningún retorno real, y la demanda de crédito colapsó justo cuando el riesgo crediticio comenzaba a aumentar.

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Incluso en el caso de bancos internacionales con importantes operaciones en América Latina, como Santander Argentina SA y BBVA Argentina SA, el país arrastró los resultados del tercer trimestre durante un período por lo demás saludable para las ganancias regionales. “Argentina está peor de lo que esperábamos”, dijo el CEO de BBVA, Onur Genç, en una llamada con inversores poco después de las elecciones.

El máximo ejecutivo de Santander coincide. “Con tasas reales en estos niveles, realmente es imposible ganar dinero”, dijo el CEO, Héctor Grisi. “Prestar en pesos en Argentina hoy es difícil por las tasas reales, y el despliegue de crédito es un desafío dado el costo del fondeo y el entorno de tasas”.

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El marco regulatorio argentino les da poco margen de maniobra. Los emisores de tarjetas de crédito, por ejemplo, no pueden subir las tasas cuando quieren enfriar la demanda, lo que los obliga a reducir la base de potenciales prestatarios. En las últimas semanas, los equipos de riesgo de los bancos endurecieron sus métricas, usando ingresos inferidos del cliente, capacidad de repago y el registro de deudores del banco central para negar créditos a los prestatarios menos solventes.

El endurecimiento de las condiciones crediticias se produce en un momento en que los argentinos luchan por adaptarse a una nueva realidad macroeconómica. Durante años, los hogares dependieron de una inflación superior al 50% que erosionara sus saldos de tarjetas de crédito en términos reales. Ahora, con el estancamiento de la actividad económica y tasas de interés por encima de la inflación, ese subsidio implícito ha desaparecido.

Los salarios han quedado detrás de la inflación, las tasas están altas y las perspectivas económicas son débiles, una mezcla que ha provocado un fuerte aumento de la morosidad. Los bancos informan que las cancelaciones han subido a sus niveles más altos desde la pandemia y que los préstamos en mora de los hogares alcanzaron su mayor porcentaje en al menos 15 años, desde que comenzó la serie del BCRA, llegando a dos dígitos en algunas carteras en septiembre.

“Algunas instituciones fueron demasiado laxas en 2024 a la hora de ampliar líneas de crédito y este año fueron golpeadas por un aumento de morosidades que afectó sus resultados. Además, con tasas más altas y encajes, los costos de financiamiento se dispararon”, dijo Ignacio Sniechowski, jefe de investigación de la corredora local IEB.

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Los ejecutivos bancarios han expresado su frustración durante meses en reuniones con funcionarios del Banco Central, según fuentes con conocimiento directo de las conversaciones. Esperaban que, una vez despejada la incertidumbre electoral, las autoridades económicas relajaran rápidamente las restricciones.

Pero hasta ahora, la respuesta ha sido tibia. Las tasas reales bajaron tras las elecciones, lo que contribuye a un mejor panorama para el crédito y la morosidad. Pero los encajes siguen altos. El Banco Central redujo la tasa de repos a un día de 25% a 20%, flexibilizó ligeramente la regla de cumplimiento diario de encajes de 100% a 95% y permitió que parte de los encajes se mantengan en bonos del gobierno en lugar de efectivo.

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Para los banqueros, eso no ha sido suficiente. “Los requisitos de efectivo siguen alrededor de 50% para los depósitos a la vista, lo cual sigue siendo extremadamente alto. Necesitamos que eso siga aflojándose”, dijo el CFO de Supervielle, Mariano Biglia, durante la última conferencia de resultados de la compañía.

La mayoría de los ejecutivos espera que la presión sobre los balances bancarios persista. Parte de eso tiene que ver con la economía real: la actividad probablemente se recuperará gradualmente y los salarios reales necesitarán tiempo para compensar lo perdido en el último salto inflacionario que siguió a la devaluación inicial tras la asunción de Milei.

“Todavía no se está viendo la estabilización en los niveles de mora, que siguen creciendo todos los meses”, dijo Marcelo De Gruttola, vicepresidente para instituciones financieras de Moody’s Ratings.

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