La cruzada de Milei contra el peronismo aún no convence a inversores extranjeros

Durante el primer año de Milei en el cargo, Argentina atrajo menos de US$1.000 millones en inversión extranjera directa, apenas un tercio de lo que consiguió Macri con recortes presupuestarios menos ambiciosos

Fuente: Bloomberg
Por Manuela Tobías
09 de abril, 2025 | 06:00 AM

Buenos Aires — En su afán de convertir a Argentina en un paraíso del libre mercado, el presidente Javier Milei busca erradicar hasta el último vestigio del peronismo, la corriente populista que ha dominado la historia del país.

Ordenó arrancar imágenes de Eva Perón de las paredes de las oficinas gubernamentales; retiró estatuas del difunto Néstor Kirchner del Senado y de la agencia de seguridad social; y hace apenas un par de semanas, una grúa amarilla arrancó, cual sucia curita, el nombre de Kirchner de la fachada del Palacio Libertad, un gigantesco edificio de estilo Beaux Arts en el centro de Buenos Aires.

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Pero derribar los símbolos físicos ha sido más fácil que desenredar la maraña burocrática que el peronismo dejó atrás. A pesar de sus promesas de una rápida dolarización y del cierre del Banco Central, un complejo sistema de control de divisas y capitales sigue firmemente arraigado, disuadiendo la inversión.

Durante el primer año de Milei en el cargo, Argentina atrajo menos de US$1.000 millones en inversión extranjera directa. La cifra es similar a la de su predecesor peronista durante la pandemia y es solo un tercio de lo que consiguió Mauricio Macri con recortes presupuestarios menos ambiciosos, un índice de popularidad más bajo y menos viajes al extranjero.

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Aunque los inversores globales están muy atentos, “todavía están en este wait and see mode, señaló la gerenta general de PepsiCo Inc. en Argentina y Uruguay, Mariana Gallo, a Bloomberg News durante una mesa redonda en Buenos Aires. “Si yo a mi casa matriz le puedo decir tengo liberación del cepo, puedo traer maquinaria para productividad o pagarle a alguien normalmente en el extranjero”, afirmó, enfatizando que “si yo puedo con hechos, no palabras, a las casas matrices explicar que Argentina está muchísimo mejor en términos de regulación e impuestos, las inversiones van a venir porque el room to grow es recontra atractivo”.

Los obstáculos a los que se enfrenta Milei están personificados en Cristina Fernández de Kirchner, quien sucedió a su marido como presidenta en 2007 e impuso controles de capital y de cambio durante su segundo mandato. Estas restricciones implican que las empresas no pueden enviar dividendos al extranjero, y el tipo de cambio del peso es cuidadosamente controlado por el Banco Central.

Fuente: Bloomberg

Morgan Stanley calcula que, sin estas restricciones, Argentina podría atraer US$2.500 millones en inversión extranjera solo en 2025. Pero antes de que su eliminación pueda hacer despegar la economía argentina “como pedo de buzo” —como promete Milei una y otra vez—, las empresas primero intentarán enviar a casa sus riquezas atrapadas, lo que podría desencadenar una corrida cambiaria y poner en peligro el éxito que ha logrado el presidente en bajar la inflación.

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Milei no querría levantar las restricciones antes de las elecciones legislativas de octubre, las cuales revelarán si los votantes están dispuestos a seguir respaldando sus programas de austeridad, o quieren volver a la impresión de dinero que caracterizó al peronismo. Las negociaciones sobre el nuevo programa de Argentina con el Fondo Monetario Internacional —el vigésimo tercer rescate en su larga y problemática historia— también giran en torno a cómo y cuándo levantar el cepo sin reactivar la inflación.

“Si Milei obtiene un mandato político más fuerte en las elecciones de mitad de período, debería mejorar la capacidad del gobierno para aprobar reformas estructurales”, según Kathryn Exum, codirectora de investigación soberana en Gramercy Funds Management.

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Cuando Macri llegó al poder a finales de 2015, parecía que el peronismo —el movimiento nacionalista y populista que ha gobernado el país durante aproximadamente la mitad de las últimas siete décadas— estaba en declive. El país había soportado 12 años bajo los Kirchner, en los que se aumentaron los aranceles, se registraron enormes déficits, se dejó de pagar a los inversores y se manipularon los datos económicos.

El promercado Macri levantó los controles y unificó el tipo de cambio, pero la zigzagueante política chocó dos años más tarde con una grave sequía que afectó las exportaciones agrícolas, hundiendo tanto al peso que tuvo que volver a imponer restricciones. Fernández de Kirchner regresó como vicepresidenta en 2019 bajo las órdenes de su jefe, Alberto Fernández (sin parentesco), que no hizo más que endurecer esos controles antes de que su ministro de Economía fuera derrotado por Milei, un outsider libertario, en 2023.

Hay esperanza con Milei, es verdad. Pero yo no creo que nadie hoy esté dispuesto a invertir en producción”, dijo Pablo Tamburo, director ejecutivo de Argensun SA, una empresa alimentaria que exporta principalmente semillas de girasol, frutos secos y frutas deshidratadas. “Los inversores todo el tiempo se preguntan si vendrá otro gobierno que otra vez gire todo 180 grados”.

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La empresa de Tamburo tiene ventas anuales de unos US$120 millones y redujo su personal de 800 empleados el año pasado a 700. Uno de sus clientes en España estaba dispuesto a invertir US$5 millones en una línea de producción, pero se retractó en diciembre. El fortalecimiento del peso bajo la mano de Milei, los impuestos, los aranceles y las frecuentes huelgas ponían en riesgo su potencial rentabilidad.

Además de cerrar los puertos y el transporte, las manifestaciones sindicales suelen desfilar frente al Ministerio de Obras Públicas de Argentina, situado entre el Congreso y el palacio presidencial. Milei pensó demoler el edificio, que luce el rostro de Eva Perón en su fachada y se eleva sobre el bulevar principal de Buenos Aires, pero lo descartó por motivos de costo.

También tardó casi un año en eliminar el nombre de su difunto predecesor del antiguo edificio del correo de más de 100.000 metros cuadrados, a pocas cuadras de su oficina en la emblemática Casa Rosada. En marzo del año pasado, el gobierno anunció que el edificio sería renombrado y en octubre pasó a llamarse oficialmente Palacio Libertad. Pero las palabras Centro Cultural Kirchner siguieron ahí, encima de carteles libertarios morados, hasta el mes pasado.

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Fernández de Kirchner, mientras tanto, sigue dominando el movimiento peronista. El porcentaje de encuestados con una opinión positiva de ella aumentó al 41% en la última encuesta de AtlasIntel para Bloomberg News, desde el 28% de diciembre. La decisión del gobierno de Estados Unidos de prohibirle la entrada al país por una condena por corrupción también corre el riesgo de polarizar aún más al electorado argentino antes de las elecciones legislativas.

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Todo esto ha hecho que los analistas adviertan que no hay que descartar al peronismo. “Los gobiernos han sido conocidos por romper las reglas del juego”, señaló Steven Levitsky, profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Harvard. “Si tuviera algo que apostar por el futuro de Argentina, apostaría por otra ronda de inestabilidad política o cambio institucional”.

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Ciertamente, el gobierno de Milei ha recibido solicitudes de inversiones por unos US$12.000 millones en los sectores del petróleo y el gas, el litio y la infraestructura a través de un paquete de beneficios destinado a ofrecer protección a largo plazo frente a los impuestos y los controles de capital. Pero hasta ahora han sido sobre todo empresas nacionales las que han comprado, con la notable excepción del gigante minero Rio Tinto Group, que ha prometido invertir US$2.500 millones. Mientras tanto, en 2024, una serie de empresas vendieron sus operaciones en Argentina o directamente se retiraron, entre ellas HSBC, Procter & Gamble y Exxon Mobil.

“No son decisiones que se toman de un día para el otro, y mucho menos en países con los antecedentes económicos de la Argentina”, señaló Diego Sucalesca, que dirige la nueva agencia de inversiones y comercio internacional del gobierno, sobre la escasez de inversión extranjera.

Aunque Sucalesca destacó los rápidos esfuerzos del gobierno para enderezar los desequilibrios macroeconómicos del país y sus esfuerzos para atraer capital extranjero a través del programa, conocido como RIGI, muchos inversores siguen siendo cautelosos.

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Diego Ferro, fundador de M2M Capital en Nueva York y escéptico desde hace mucho tiempo de los bonos argentinos, es uno de ellos. “El hecho de que haya sido necesario cambiarlo todo y que sea tan fácil cambiarlo todo”, sostiene, “plantea la pregunta: ¿hasta qué punto estamos seguros de que el cambio es definitivo?”.

--Con la colaboración de Silvia Martinez.

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