Buenos Aires — Los argentinos que no acudan a votar este domingo 26 de octubre en las elecciones legislativas de medio término quedarán incluidos en el Padrón de Infractores. Se trata de una base de datos pública que la Justicia Electoral actualiza después de cada elección y que se mantiene activa hasta que el votante regulariza su situación. Para ello, puede pagar la multa correspondiente o presentar una justificación válida.
El voto es obligatorio para todos los ciudadanos argentinos de entre 18 y 70 años. Dentro de ese grupo, quienes no asistan a votar pueden resolver su falta presentando una justificación válida.
Se consideran motivos legítimos la enfermedad, la imposibilidad de desplazarse por razones de fuerza mayor o encontrarse a más de 500 kilómetros del lugar de votación el día de los comicios. La ausencia, no obstante, deberá justificarse ante la Justicia Nacional Electoral dentro de los 60 días posteriores a la elección.
De no hacerlo, el ciudadano no solo deberá abonar la sanción, sino que quedará inhabilitado por un año para realizar gestiones ante organismos públicos nacionales, provinciales o municipales, según establece la legislación vigente.
El costo económico de ausentarse de las urnas sigue siendo bajo en comparación con el de otros países donde el voto es obligatorio. A nivel nacional, la penalidad para quienes no emitan su voto va de ARS$50 a ARS$500, según establece el artículo 125 del Código Electoral (Ley 19.945).
Pero según la jurisdicción en la que residan y la cantidad de ausencias acumuladas, las multas pueden trepar a niveles de ARS$1.000 a ARS$2.000 en provincias y municipios que utilizan el sistema de Unidades Fijas, como la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe o buena parte del conurbano bonaerense.
Si bien en la práctica no deja de ser una elección en la que se renovará un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados, desde el propio oficialismo reconocen la crucial importancia que tienen estos comicios para las aspiraciones reformistas del Javier Milei.
En primer término, porque serán leídas por el mercado como una suerte de plebiscito de apoyo o rechazo a la primera mitad de la gestión del presidente. Y así como una victoria ayudará a despejar dudas y la tensión cambiaria, una derrota podría precipitar la expectativa de un cambio del rumbo a partir de 2027.
Pero además, el resultado también podría condicionar el inédito apoyo del gobierno de Donald Trump, según expresó el propio presidente republicano la semana pasada durante una reunión que sostuvo con Milei.
Para el oficialismo, resultará crucial sumar bancas que le permitan alcanzar el tercio de las bancas en alguna de las dos cámaras, de modo que le permitan sostener el poder de veto presidencial. En esa línea, también en Casa Rosada apuntan a ganar representatividad en el Congreso de cara a las reformas estructurales -laboral, impositiva y previsional- que prepara para esta segunda mitad de mandato.









