Bloomberg — Las repercusiones de las redadas policiales en Río de Janeiro y los crecientes temores regionales sobre una posible intervención militar estadounidense en Venezuela amenazan con eclipsar la importante cumbre climática de las Naciones Unidas que comenzará en Brasil.
Se suponía que la reunión de la COP30 en la ciudad norteña de Belem iba a brindar al presidente Luiz Inácio Lula da Silva la oportunidad de mostrar los retos medioambientales a los que se enfrenta la selva amazónica y, al mismo tiempo, impulsar una respuesta agresiva al cambio climático.
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En cambio, las dos crisis desencadenadas por los ataques contra presuntos narcotraficantes que operan en América Latina han relegado el cambio climático a un segundo plano, desviando incluso la atención de Lula de uno de sus temas globales más emblemáticos.
El líder brasileño ha pasado los días previos al evento centrado en las repercusiones de la operación policial de un solo día más mortífera de la historia moderna de su país, pidiendo el martes una investigación independiente sobre las redadas contra una conocida organización criminal que dejaron al menos 121 muertos la semana pasada.
Su gobierno también dijo que se tomaría un descanso de la COP30 este fin de semana para viajar a Colombia con el fin de discutir las crecientes amenazas militares de Donald Trump contra Venezuela.
Las crisis han mermado aún más una cita climática que ya se perfilaba como una posible decepción para Lula, que ganó la presidencia de Brasil hace tres años entre elogios internacionales por sus promesas de proteger la Amazonia.
Aunque líderes como el francés Emmanuel Macron, el alemán Friedrich Merz y el español Pedro Sánchez viajarán a Brasil esta semana, la lista de ausencias es notable: entre ellos, los líderes de los dos mayores emisores de carbono del mundo -el chino Xi Jinping y Trump- y aliados regionales como el colombiano Gustavo Petro y la mexicana Claudia Sheinbaum.
Brasil también ha reducido sus expectativas sobre la cantidad de dinero que otras naciones van a aportar a un nuevo fondo para proteger los bosques mundiales, una de sus prioridades clave en la COP30.
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Un punto difícil
Lula ha intentado mantener el foco de atención en la cumbre sobre el clima desde que llegó a Belem, asistiendo a actos locales y programando una agenda repleta de reuniones bilaterales.
Pero tanto Río como Venezuela han puesto en un aprieto al presidente de 80 años que llegó a la COP30 con la moral por las nubes -con una aprobación al alza, un descenso de los índices de deforestación en la Amazonia y una aparente distensión comercial con Trump.
El gobierno de Lula ha declarado no tener conocimiento previo de los allanamientos, llevados a cabo por el gobierno estatal de derecha. Sin embargo, estos allanamientos han puesto la delincuencia y la seguridad, temas que ya preocupan a los brasileños, en el centro del debate político nacional, dejando al descubierto posibles vulnerabilidades del líder izquierdista de cara a las elecciones presidenciales del próximo año.
“Impulsó un enfoque de línea dura que gusta a la derecha”, dijo Benjamin Lessing, politólogo de la Universidad de Chicago.
La mitad de los brasileños califican mal a Lula en materia de seguridad pública, según una encuesta realizada la semana pasada por AtlasIntel. Y aunque Lula describió el martes las redadas como “una masacre”, la mayoría de los encuestados dijo que apoyaba la operación.
Lula alabó los esfuerzos de su gobierno en materia de seguridad pública, diciendo en un mensaje en las redes sociales que ha sacado 20.000 millones de reales (US$3.700 millones) “de las manos de los criminales” y supervisado un aumento del 80% en las operaciones de la policía federal contra el crimen organizado. Hizo un llamamiento al Congreso para que apruebe las leyes propuestas que darían a las autoridades federales más poder para perseguir a las facciones.
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También canceló un viaje para presentar un nuevo proyecto de energía limpia para asistir a la cumbre conjunta entre líderes latinoamericanos y europeos en Colombia, donde se espera que la movilización por parte de Trump de buques militares estadounidenses a las aguas frente a Venezuela sea un tema importante.
Los despliegues, junto con los ataques estadounidenses a presuntos barcos de contrabando de drogas en el Caribe y el Pacífico, han provocado diferentes respuestas de presidentes regionales como Petro y Lula.
Varios líderes europeos, por su parte, faltarán a la cita en parte para evitar enfadar a Trump, mientras que otra reunión de naciones de toda América fue pospuesta en medio de los ataques.
Implicaciones para EE.UU.
Ambas cuestiones conllevan riesgos para Lula, especialmente mientras continúa las negociaciones con Trump sobre el levantamiento de los aranceles estadounidenses.
Lula reiteró el martes que había hablado con Trump sobre Venezuela durante su reunión en Malasia el mes pasado. Y su gobierno es escéptico de que EE.UU. saque a colación la letal operación de Río y el crimen organizado de Brasil como parte de las conversaciones en curso, según dos diplomáticos que solicitaron el anonimato para hablar de la situación.
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Sin embargo, Brasil había logrado pasar en gran medida desapercibido mientras Trump aumentaba la presión sobre esos temas, y los políticos brasileños de derecha han intensificado sus esfuerzos para atraer mayor atención de Estados Unidos hacia la nación más grande de América Latina.
El gobernador del estado de Río, Claudio Castro, quiere que EE.UU. declare organización terrorista a la banda objeto de las redadas, una designación que Trump ya aplicó a otros cárteles regionales. E incluso antes de la operación de la semana pasada, la familia de Jair Bolsonaro -que presionó a Washington para que castigara a Brasil antes de la condena del expresidente en septiembre por cargos de intento de golpe de Estado- estaba pidiendo la intervención estadounidense en Río.
“¡Qué envidia!”, escribió Flavio Bolsonaro, hijo del expresidente y senador por Río de Janeiro, en una publicación en redes sociales sobre un ataque militar estadounidense contra un barco sospechoso de narcotráfico en el Pacífico el mes pasado.
“He oído que hay barcos como este aquí en Río de Janeiro, en la bahía de Guanabara, inundando Brasil de drogas”, escribió. “¿No te gustaría pasar unos meses aquí ayudándonos a combatir estas organizaciones terroristas?”.
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