Bloomberg Línea — Colombia demandará unos 450.000 recolectores para atender la cosecha récord de café en el 2025, en medio de los desafíos que existen por atraer a más jóvenes a la actividad y garantizar condiciones óptimas de trabajo.
El país cerró el año cafetero con su mayor producción en más de tres décadas gracias a la renovación oportuna del parque cafetero y condiciones climáticas favorables, lo que generó déficit de recolectores en ciertas regiones, sobre todo en picos de cosecha.
En general, “el fenómeno de la escasez de mano de obra es complejo”, incluso en otros países cafeteros, dijo a Bloomberg Línea Carlos Armando Uribe, director de asuntos gremiales de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC).
A pesar de estos desafíos, señaló que el país sudamericano tiene la capacidad de cubrir esta demanda de recolectores de cara a la cosecha que se inicia en octubre. Solo en Antiquia se estima que se contratarán unos 59.000 trabajadores para las tareas de recolección.
La remuneración de los recolectores de café en Colombia se realiza principalmente bajo la modalidad de pago por destajo, es decir, según la cantidad de kilos de café cereza recogidos.
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“A cada recolector le pagan en este momento entre COP$1.100 (US$0,28) y COP$1.200 (US$0,30) el kilo de café cereza. Y el promedio de recolección por cada cosechero está en 90-100 kg. diarios”, explicó Uribe en entrevista.
En el país, generalmente hasta un 60% de los recolectores son trabajadores de las mismas regiones cafeteras y el resto son personas que migran entre departamentos según la cosecha.
En departamentos colombianos como Huila, se estima la participación de más 40.000 recolectores por cosecha, con influencia significativa de migrantes temporales, lo cual refleja tanto la dependencia de movilidad laboral como las vulnerabilidades asociadas.
“Es una población que va migrando de alguna manera y que es muy importante para la cosecha”, dijo Uribe. “Hay gente muy juiciosa, hermano, que viene recorriendo el país en familia y que lo que deben hacer es ahorrar dinero”.
Cada año, un poco menos de la mitad de esos recolectores se requieren para la cosecha del primer semestre y el resto en el segundo.
Y cada cosechero trabaja unos tres meses cada semestre, coincidiendo con las épocas de cosecha: abril, mayo y junio; y luego octubre, noviembre y diciembre.
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Los recolectores suelen trabajar unos 22,5 días al mes, normalmente de lunes a sábado al mediodía.
Con base en esos cálculos, se estima la cantidad de mano de obra que requiere la cosecha en Colombia.
A veces, en ciertas zonas y durante los picos de cosecha —cuando hay mayor cantidad de frutos maduros en los árboles—, suele escasear la mano de obra, por lo que se requiere hacer esfuerzos adicionales para conseguir estos recolectores.
Según Uribe, el director de Asuntos Gremiales de la Federación, si bien una proporción de estos recolectores son migrantes venezolanos, hoy su contribución en el total es menor.
Por la informalidad del trabajo, no hay cifras concretas de la mano de obra venezolana en la recolección de café.
Atraer a los jóvenes al negocio del café

Uribe manifestó que uno de los grandes retos del sector es atraer y mantener a los jóvenes en la caficultura como productores y, cada vez más, como propietarios de tierra.
Para lograrlo, destacó que es necesario agregar valor al producto, mejorar la tecnificación y facilitar las labores en el campo.
En medio de las cifras récord de producción, la ONG Voces por el Trabajo ha constatado que en Colombia la agricultura enfrenta en general una escasez estructural de mano de obra.
Este “fenómeno que se hace particularmente evidente en el sector cafetero”, dijo a este medio Giancarlos Delgado H., director de esa organización.
“El crecimiento productivo trae consigo una presión adicional sobre la disponibilidad de trabajadores, ya que se requieren más recolectores para atender las nuevas necesidades del mercado, en un contexto donde la mano de obra rural es cada vez más limitada y altamente informal”, explica Delgado.
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Se refirió a desafíos como la migración campo–ciudad y el envejecimiento de la población cafetera, que explica la reducción en el número de personas disponibles para estas labores, pues “los jóvenes rurales prefieren empleos urbanos o en sectores más estables y mejor remunerados”.
A esto se suma la competencia con otros cultivos y actividades como la caña, la palma o la construcción, que de acuerdo a esa ONG ofrecen jornales más altos.
Además, según Giancarlos Delgado, “existe un componente cultural: la recolección es percibida como un oficio de baja valoración, lo que desincentiva a las nuevas generaciones a vincularse al sector, profundizando así la escasez estructural de mano de obra en la caficultura colombiana”.
Cosecha récord en Colombia

Colombia cerró el año cafetero, que va de octubre de 2024 a septiembre de 2025, según los parámetros de la Organización Internacional del Café, con una producción de 14,87 millones de sacos, la mejor cifra registrada en los últimos 33 años.
Este resultado le significa a Colombia, mayor productor mundial de café arábigo suave del mundo, unos COP$22 billones (US$5.655 millones) en ingresos, según cifras de la Federación.
El país se ha beneficiado del repunte del precio internacional del café, que subió un 17,23% al cierre del tercer trimestre. El alza se da en medio de la reconfiguración del mercado por los aranceles del 50% de EE.UU. al café brasileño, así como los impactos climáticos en Brasil.
En el primer semestre, la cosecha principal se da en departamentos como Nariño, Cauca, el sur del Tolima, Cundinamarca y parte del Quindío, donde se recolecta cerca del 70% del total nacional.
En el segundo semestre, la cosecha fuerte se traslada a regiones como Caldas, Antioquia, Risaralda, Huila, Valle del Cauca y la otra parte del Quindío, mientras los demás departamentos tienen una cosecha menor, conocida como mitaca.
En departamentos como Cesar, La Guajira, Magdalena y parte de Santander, la cosecha de café se concentra sobre todo en el segundo semestre del año, debido a las condiciones climáticas.
Los planes de cosecha
Uribe resaltó que la coordinación, la seguridad y la eficiencia durante la cosecha son fundamentales para mantener la competitividad del café colombiano.
Destacó la importancia de la organización y los planes de cosecha, que incluyen coordinación con alcaldías, Policía y hospitales para asegurar seguridad, bienestar y disponibilidad de mano de obra.
También señaló que la Federación monitorea precios y condiciones de pago para garantizar ingresos dignos, evitando abusos en ciertas zonas.

Uribe explica que los planes de cosecha tienen tres enfoques principales. El primero es la rentabilidad, que representa los ingresos para el caficultor.
El segundo tiene que ver con las condiciones del recolector, que no se definen solo por el precio, sino por el trato: buena alimentación, alojamiento digno y continuidad en el trabajo.
El tercer aspecto es la seguridad, tanto en las fincas como en los lugares donde se alojan los trabajadores, en coordinación con la Policía.
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En el marco de los planes de cosecha, las alcaldías instalan puntos de información en los municipios y coordinan redes de contacto para atraer mano de obra.
A través de estos canales, se comunica a los trabajadores que hay zonas con cosecha abundante, ofreciendo condiciones de alimentación y alojamiento.
Según explicó, este trabajo conjunto permite movilizar personas hacia las regiones cafeteras en los picos de producción y garantizar la disponibilidad de recolectores, en un esfuerzo donde las comunidades locales también se involucran activamente.
Tecnificación de los procesos

Desde la Federación resaltaron la necesidad de innovación y tecnificación, incluyendo el uso de derribadoras mecánicas, centrales de beneficio para secado y transformación del café, y proyectos de valor agregado con subproductos del grano.
En cuanto a eficiencia, mencionó la adopción del uso de lonas, que se colocan en la base de los cafetales para recoger los granos que caen, evitando la recolección manual directa.
Asimismo, se refirió a la retención de pases, que consiste en que los recolectores esperan a que los frutos estén maduros y uniformes, mejorando la calidad y eficiencia de la cosecha.
La Federación explica que, con la espera de hasta 35 días entre pases de cosecha, se obtienen condiciones más favorables.
“Con las lonas y la retención de pases se puede hacer la cosecha más eficiente y uniforme”, explicó Carlos Armando Uribe.
El directivo mencionó que la Federación impulsa la creación de centrales de beneficio, donde los caficultores pueden llevar su cosecha para el procesamiento conjunto.
Esto permite optimizar recursos, mejorar la calidad del café y liberar tiempo a los productores, que antes debían dedicar largas jornadas al beneficio en sus propias fincas.
Retos en la actividad

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en general, la tasa de ocupación informal en las zonas rurales y en los sectores primarios como la agricultura es particularmente alta.
Esto se explica por el predominio de trabajadores por cuenta propia que conducen negocios de tipo familiar (con familiares incluso no remunerados) y trabajadores informales contratados de forma temporal.
En Colombia la producción involucra a 557.000 familias y la informalidad rural en sectores primarios alcanza niveles cercanos al 80–83%.
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En muchos casos en Colombia “los ingresos no llegan al salario mínimo mensual legal vital, y no alcanzan niveles suficientes para superar la línea de pobreza (pese a que se incluya alimentación, alojamiento y/o transporte)”, dijo a Bloomberg Línea, Efraín Quicaña, especialista regional en Economía Rural, Desarrollo Productivo y Formalización de la OIT para América Latina y el Caribe.
Sobre los desafíos de informalidad, Armando Uribe señaló que la formalización depende también del apoyo del Estado.
De acuerdo a cifras recopiladas por la ONG Voces por el Trabajo, apenas alrededor del 1,5% de los recolectores cuenta con un contrato formal.
Según Giancarlos Delgado H., director de la ONG, “la producción de café se sostiene sobre la desprotección y la baja garantía de derechos laborales. Le sucede a migrantes y a nacionales, a decir verdad”.
Las recomendaciones de la OIT pasan por fortalecer políticas de desarrollo productivo que impulsen la formalización de las micro y pequeñas empresas (mypes) cafetaleras; ampliar la formalización contractual en la cosecha; fortalecer afiliación efectiva a seguridad social; e, implementar mecanismos de reconocimiento y cumplimiento de derechos laborales adaptados a contextos rurales.