La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que cobra fuerza exportadora y tiene tinte ambiental

La zoocría de mariposas está ganando fama tras dos décadas en Colombia. A nivel nacional, las crisálidas se venden incluso para matrimonios; a nivel internacional, para abastecer mariposarios.

La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que también cobra fuerza afuera.
13 de noviembre, 2025 | 03:00 AM

Bloomberg Línea — Uno de los símbolos representativos del universo literario de Gabriel García Márquez y de su obra maestra Cien años de soledad son las mariposas amarillas, que expresan el amor imposible entre dos de sus personajes: Renata Remedios “Meme” Buendía y Mauricio Babilonia.

Pero no sólo al Premio Nobel de Literatura lo obsesionaron estos vistosos insectos. En el país que inspiró Macondo, las mariposas son obsequiadas para expresar condolencias, celebrar cumpleaños y festejar matrimonios.

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También son criadas para que luego puedan ser exhibidas en otras partes del mundo. Colombia alberga 3.642 especies y 2.085 subespecies de mariposas, alrededor del 20% existente en todo el planeta.

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‘Mariposas son Colombia’ es uno de los negocios de zoocría de mariposas. Su modelo ha sido reconocido por la Cámara de Comercio de Bogotá, el Ministerio de las TIC y hasta el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.

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Creada por la bióloga Adriana Miranda y el experto en finanzas Andrés Tovar, hace 18 años, mientras estudiaban en la universidad, la empresa cría y vende mariposas vivas bajo procesos sostenibles para ofrecer condolencias, celebrar cumpleaños y educar a los niños.

La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que también cobra fuerza afuera.

“Nosotros trabajamos con familias campesinas, algunas con madres cabezas de hogar, en veredas donde antes había monocultivos e incluso actividades relacionadas con la minería en Cundinamarca (el departamento donde se encuentra Bogotá), que ahora son espacios de restauración vegetal y parches de bosques de plantas nativas para mariposas”, dice Miranda a Bloomberg Línea.

En los criaderos, donde conviven machos y hembras de mariposas, las hembras ponen huevos en plantas hospedadoras, que son únicas para cada especie. Tras ello, las familias recogen los huevos y los llevan a incubadoras en sus casas, donde emergen orugas que mudan de piel hasta cinco veces y llegan a crecer el tamaño de un dedo corazón durante 45 días en promedio.

Tras ese proceso, las orugas se encapsulan bajo una crisálida —conocida como capullo o pupa—, la etapa en que es vendida al público. La idea es que los compradores acompañen el proceso en que la crisálida se convierte en mariposa para luego dejarla libre.

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El producto incluye una esfera de fibras naturales de fique para proteger la pupa durante su proceso de transformación.

“En el medio natural, sólo 30 al cada 100 mariposas llegan a ser adultas y el resto se quedan en el camino, bien sea por los parásitos o porque el clima no les hace bien”, dice Miranda. “Con los procesos de zoocría, o sea, de cultivos de mariposas, quitamos la mayoría de esos factores alternos y hasta el 90% llegan a su etapa adulta, es decir, las resguardamos durante su transformación”.

La cofundadora de ‘Mariposas son Colombia’ dice que con sus productos también están educando.

“Quienes reciben nuestros productos, lo reciben en todo el sentido: saben de dónde viene, por qué es un producto sostenible, cómo cuidarlo, qué va a pasar una vez que la crisálida se convierta en mariposa y qué deben hacer con ella”.

La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que también cobra fuerza afuera.

Las mariposas son polinizadoras, es decir, al alimentarse de néctar, transportan polen de una flor a otra, lo que ayuda a las plantas a reproducirse. De ahí el aporte al planeta de verlas transformarse para luego dejarlas libres.

Hoy, Miranda y Tovar son esposos, como no lo pudieron ser “Meme” Buendía y Mauricio Babilonia en Cien años de soledad.

Juntos tienen un mariposario móvil que recorre el país para educar, aunque el objetivo es que pueda salir de Colombia y arribar a otros países de Latinoamérica, como están contemplando con el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.

La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que también cobra fuerza afuera

Mariposas colombianas de exportación

Pero tal vez lo más sorprendente sea que las mariposas colombianas también son productos de exportación, aunque actualmente sólo una empresa tiene autorización para venderlas a otros países: ‘Alas de Colombia’, debido a la dificultad que implica obtener las licencias ambientales.

Las mariposas que exporta Colombia tienen como objetivo surtir mariposarios de exhibición al público en países que, por lo general, tienen las cuatro estaciones climáticas, puesto que allí son un atractivo turístico.

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“Actualmente, nuestro mercado está focalizado en Estados Unidos y Canadá”, dice la representante de ‘Alas de Colombia’, Vanesa Wilches, a Bloomberg Línea. “Durante casi 10 años las exportamos a Emiratos Árabes, donde está el mariposario más grande del mundo, además de Francia, Alemania, Italia, Ucrania, Rusia, Inglaterra, Chile, México y Moldavia”.

Wilches dice que si enviar las pupas de mariposas desde Palmira, Valle del Cauca —donde ‘Alas de Colombia’ tiene sus operaciones— a otros lugares del país implica un reto, todavía más enviarlas hacia otros destinos en el exterior.

“Eso es una logística que tiene el reto de viajar contra el tiempo, solamente por courier aéreo, actualmente vía FedEx”, dice Wilches. “Las mariposas deben llegar antes de cinco días a sus destinos para que el cliente cuelgue las pupas y la mariposa nazca libremente en el mariposario de exhibición”.

La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que también cobra fuerza afuera

La empresa, que lleva 22 años exportando mariposas —si bien comenzó vendiéndolas en Colombia para liberarlas en eventos especiales como matrimonios y bautizos— realiza uno o dos envíos semanales, de 1.000 a 1.500 pupas, al extranjero.

Ahora mismo, hay una “demanda mundial insatisfecha de mariposas y Colombia, como el país del mundo con más especies, tiene un potencial enorme”, dice Wilches. Sin embargo, uno de los obstáculos es conseguir la licencia ambiental para la zoocría que están teniendo algunos proyectos.

“Creamos Asomariposas para reunir esfuerzos y que proyectos de zoocría de mariposas en distintas partes de la geografía puedan obtener su licencia. Como es algo nuevo y desconocido, causa temor, esto genera que las autoridades ambientales tomen un principio de preocupación y lo nieguen todo”.

La apuesta de Asomariposas es que Colombia siga el paso de Costa Rica, el mayor exportador de mariposas.

La venta de mariposas vivas: un negocio de Colombia que también cobra fuerza afuera.

“En Costa Rica, aproximadamente 275 familias viven y trabajan de esto, es un país que cabe 22 veces en Colombia y que apenas cuenta con 1.500 especies de mariposas”, agrega Wilches. “Pero ellos son los líderes porque la legislación ambiental de Costa Rica no solo facilita, sino que promueve la zoocría y el aprovechamiento en bioeconomía de este recurso natural renovable”.

La representante de Alas de Colombia sueña con que el país exporte mariposas del Amazonas y la Sierra Nevada, por ejemplo, puesto que serían una novedad en otros lugares del planeta. Pero también quiere que esa sea solo la excusa para impactar positivamente a las mujeres en el campo, muchas de ellas, cabezas de hogar.

“Usualmente, la mujer es la líder criadora de mariposas, pero en el proceso también están involucrados los hijos y hasta los nietos. Ya vamos en tres generaciones comprometidas con esta actividad”, dice.

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