Bloomberg Línea — El estudio Global Energy Perspective 2025, de la consultora McKinsey & Company, dice que la transición energética enfrenta un doble desafío: reducir las emisiones de forma sostenida, sin comprometer la viabilidad económica, ni la seguridad del suministro.
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“El informe subraya que la transición energética debe equilibrar sostenibilidad, seguridad y viabilidad económica”, dice el documento, que también enfatiza que no existe una única trayectoria hacia la descarbonización y que cada país deberá encontrar su propio punto de equilibrio.
Este reporte analiza las tendencias más relevantes del sector energético mundial y los posibles caminos hacia la descarbonización.
Aunque el análisis tiene un alcance global, sus conclusiones ofrecen aprendizajes valiosos para el contexto colombiano. Entre ellos, la persistencia de los combustibles fósiles más allá de 2050, que seguirán desempeñando un papel relevante como respaldo del sistema durante la transición.
Además, la adopción de alternativas como el hidrógeno o los combustibles sostenibles dependerá de políticas públicas sólidas y de una mayor inversión en infraestructura y tecnología.
El informe también destaca la creciente demanda de electricidad impulsada por la electrificación de la industria, el transporte y los hogares, lo que requerirá una expansión significativa de la generación limpia y resiliente.
La energía solar y eólica, según McKinsey, dominarán la nueva capacidad instalada, aunque complementadas por generación a gas para garantizar la estabilidad del sistema eléctrico.
Otro hallazgo clave es la importancia de las condiciones locales. Las diferencias en recursos naturales, infraestructura y políticas determinarán el ritmo y la forma que adopte la transición en cada país.
Este enfoque contextual resulta especialmente relevante para Colombia, cuya diversidad energética y potencial en renovables pueden ser una ventaja si se articulan con una política pública coherente y sostenible.
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La consultora subraya además la necesidad de una visión integral del sistema energético, que priorice la optimización de los recursos donde el impacto en la reducción de emisiones sea mayor, evitando concentrarse en un único sector o tecnología.
Finalmente, McKinsey sostiene que la transición energética representa una oportunidad de liderazgo regional para América Latina. “La región cuenta con condiciones naturales y sociales que permiten avanzar hacia modelos energéticos más sostenibles, siempre que se apliquen estrategias adaptadas a las necesidades locales”, concluye el estudio.
Con este enfoque, Colombia podría convertir su reto de descarbonización en una oportunidad estratégica para redefinir su desarrollo económico, fortalecer la seguridad del suministro y consolidarse como referente de sostenibilidad en la región.
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