La caída de precios no siempre es un buen síntoma; la deflación presiona a Panamá y Costa Rica

Estos dos países centroamericanos sobresalen en Latinoamérica por registrar deflación en 2025, mientras la mayoría de la región enfrenta presiones inflacionarias.

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Foto referencial de un mercado en Costa Rica.
05 de noviembre, 2025 | 07:00 AM

Bloomberg Línea — Mientras la mayoría de los países de América Latina y el Caribe luchan contra persistentes efectos inflacionarios, Panamá y Costa Rica marcan la excepción en la región al presentar variaciones negativas en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).

De un lado, Costa Rica registró una variación interanual negativa a septiembre del 2025 de -1% en el IPC, mientras que en Panamá fue del -0,4% ese mismo mes, de acuerdo con cifras oficiales.

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Generalmente, las causas fundamentales de las deflaciones son la insuficiencia o débil demanda interna o el exceso de oferta nacional.

“Aunque la caída de precios puede parecer una ventaja a simple vista, en contextos como los de Costa Rica y Panamá puede ser más una señal de debilidad de la actividad, que de mejora del bienestar”, dijo a Bloomberg Línea Jonathan Fortun, economista del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF).

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En el caso de Costa Rica, la caída de precios ha estado asociada a reducciones puntuales en rubros como los combustibles y alimentos, aunque, en el fondo, puede reflejar más un frenazo en la demanda interna que un aumento del poder adquisitivo.

El riesgo es que esta dinámica erosione las expectativas de inflación hacia adelante, según el economista del Instituto de Finanzas Internacionales.

En Panamá, aunque la caída de precios no ha sido tan marcada como en Costa Rica, los ajustes también podrían estar reflejando una demanda interna debilitada, más que una mejora generalizada de las condiciones del consumidor.

Costa Rica

Una variación negativa del Índice de Precios al Consumidor no siempre significa un beneficio para los consumidores, ya que lo importante no es solo cuánto caen las tasas, sino el contexto económico en el que esto sucede.

Puede ser positivo, si los precios bajan como resultado de mejoras tecnológicas, aumentos de productividad o menores costos logísticos, pero cuando obedece a contracción de la demanda, pérdida de ingresos o incertidumbre, puede ser un indicio de debilidad económica.

Solo si la baja de precios viene acompañada de un aumento sostenido del ingreso, estabilidad laboral y expectativas positivas, “entonces puede traducirse en un beneficio real para los consumidores”, anotó Fortun.

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Para el economista del IIF, tanto en Costa Rica como en Panamá, episodios de deflación en 2023 y 2024 respondieron a factores técnicos y de base estadística, más que a una dinámica estructural de caída sostenida de precios.

“Lo que observamos en ambos países en 2023 y parte de 2024 fueron episodios técnicos y transitorios, explicados principalmente por efectos base, caída en los precios de materias primas y la transmisión rezagada del ciclo desinflacionario global”, añadió Fortun.

El experto cree que la inflación volverá a terreno positivo en los próximos trimestres sin necesidad de estímulos extraordinarios, ni anclas monetarias no convencionales.

El economista Melizandro Quirós, director ejecutivo del Centro de Estudios del Negocio Financiero e Inmobiliario en Costa Rica (CENFI), dijo a Bloomberg Línea que la deflación, como reflejo de una caída “generalizada” de precios, “no significa que todos los precios están cayendo”.

Por ejemplo, en Costa Rica, la baja interanual se concentró en información y comunicación (−8,19 %), transporte (−3,74 %) y alimentos y bebidas no alcohólicas (−0,95 %), mientras que otros rubros se mantuvieron relativamente rígidos.

Pero en un contexto de deflación, los salarios —al estar indexados a los precios— apenas se ajustan, lo que limita la mejora del poder adquisitivo de las familias.

Esto crea un círculo vicioso: al no aumentar significativamente los ingresos, el consumo se mantiene débil y la economía no logra reactivarse.

El panorama deflacionario de Panamá

Panamá

En el caso de Panamá, Fortun explica que la economía es bimonetaria, con precios altamente dolarizados y una transmisión acotada de choques externos.

En ese sentido, según Fortun, “la caída interanual en precios vista en algunos meses recientes se explica por ajustes puntuales en bienes regulados y por la corrección de precios en algunos servicios, que habían subido artificialmente en el rebote postpandemia y postsequía”.

A esto se suma una consolidación fiscal en marcha para evitar un recorte crediticio, lo que enfría la demanda interna, dijo Fortun. “No estamos ante una deflación de libro, sino más bien ante una desinflación avanzada con algunos meses de precios negativos”.

El banquero y economista panameño Carlos Alfredo Araúz García considera también que la deflación que se ha observado recientemente en Panamá está vinculada con la pérdida de empleos.

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Araúz advirtió que Panamá está próxima a registrar el nivel de desempleo más alto en dos décadas, con cifras que podrían superar el 10% al cierre de octubre.

Afirmó que este escenario tiende a estancar los salarios y reducir los niveles de remuneración y compensación, razón por la cual consideró esencial estimular el consumo.

“El hecho de que haya un movimiento sano en los precios, ya sea estable o hacia arriba, se equipara con un tema de oportunidades en empleo y en inversión”, dijo Araúz García. “Hay que evitar la deflación a como dé lugar, eso ciertamente lleva a recesión y estancamiento“.

El caso de Costa Rica

Una bandera nacional de Costa Rica

En Costa Rica también se asocia el fenómeno deflacionario al abaratamiento de las importaciones ante la apreciación del colón costarricense frente al dólar. En lo corrido del año, hasta 4 de noviembre, el colón se ha apreciado un 1,46%.

El economista Melizandro Quirós dice que después de la pandemia, a partir de 2022, muchos países enfrentaron una baja demanda.

Ante sus crisis fiscales, la mayoría optó por devaluar su moneda para estimular la demanda externa y reactivar sus economías.

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En Costa Rica, la fuerte entrada de inversión extranjera directa, especialmente en parques industriales de zonas francas dedicados a productos médicos y servicios hacia Estados Unidos, ha sostenido la actividad económica del país, explicó Quirós.

Esta afluencia de más recursos redujo la presión sobre el tipo de cambio y, junto con la débil demanda interna, generó un impacto limitado sobre los precios. Esto “ha generado el actual ciclo de deflación de precios locales”, señaló Melizandro Quirós.

“Una dinámica peligrosa”

Costa Rica

Fortun dice que la deflación genera “una dinámica peligrosa” porque si las familias esperan más caídas de precios retrasan su consumo e inversión, lo que debilita aún más la demanda.

Esta contracción podría traducirse en menor producción, caída del empleo y presión sobre los ingresos reales.

Además, indicó que en un entorno deflacionario, el valor real de las deudas aumenta, lo que afecta tanto a hogares como a empresas y gobiernos.

“En economías con alta dolarización financiera como Panamá, esto puede volverse un riesgo sistémico si la actividad se desacelera más rápido que la inflación”, dijo Fortun.

Asimismo, la combinación de deflación con desaceleración económica en un entorno sin política monetaria autónoma hace más visible el canal financiero.

La rigidez nominal de algunos salarios y la imposibilidad de ajustar el tipo de cambio agravan los efectos contractivos de una caída de precios, tal como se ha documentado en otras economías dolarizadas.

En el caso costarricense, si bien la caída de precios ha estado asociada a reducciones puntuales en combustibles y alimentos, el riesgo es que esta dinámica erosione las expectativas de inflación hacia adelante.

Fortun señala que cuando los hogares y empresas internalizan una inflación persistentemente baja, los efectos sobre el consumo y la inversión pueden ser no lineales, y se requiere más impulso fiscal o monetario para estabilizar el ciclo.

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Niveles de inflación “saludables”

En el entorno actual de tasas de interés reales bajas, envejecimiento poblacional y persistente incertidumbre macro, Fortun cree que tiene sentido reabrir la discusión sobre cuál es el nivel óptimo de inflación objetivo.

“Un rango de 2% a 3% permite que los salarios y precios se ajusten con fluidez, evita desinflaciones forzadas que destruyen empleo y permite tasas reales positivas sin caer en el terreno nominalmente negativo”, consideró Fortun.

No obstante, manifestó que el rango de inflación de 2% a 3% no debe verse como un “dogma inamovible”.

Según el especialista, una inflación muy baja limita la capacidad de los bancos centrales y puede llevar a trampas de liquidez, como ocurrió tras la crisis financiera global.

En cambio, una meta ligeramente superior permite ajustes reales más suaves y un margen de acción monetaria más amplio. Aun así, advierte que una inflación elevada sigue siendo dañina, por lo que el rango intermedio sigue siendo el punto de equilibrio.

En economías como Costa Rica y Panamá, mantener ese nivel ayuda a preservar la estabilidad y credibilidad sin sacrificar espacio de política económica.

Para Costa Rica, anclar expectativas en ese rango permite mantener la credibilidad sin sacrificar margen de acción. Para Panamá, donde no hay política monetaria propia, la estabilidad inflacionaria ayuda a preservar el poder adquisitivo interno sin introducir rigideces externas adicionales.

El economista Araúz García remató que tanto Panamá como Costa Rica deben cuidar su sostenibilidad fiscal y su entorno monetario.

En el caso panameño, resaltó la importancia de proteger el grado de inversión, clave para atraer capital extranjero, acceder a mercados financieros y financiar proyectos de infraestructura, aprovechando la ventaja geográfica del Canal de Panamá.

Además, advirtió que el país necesita avanzar en la eliminación de subsidios y transferencias monetarias que fomentan la dependencia, así como reducir el tamaño del Estado, promover la eficiencia pública y digitalizar los procesos administrativos.

“En la medida que podamos darle orden a las finanzas públicas, controlando gastos y aumentando ingresos a través de una mejor recaudación, se mantendrá el grado de inversión y por ende entonces también el tema deflacionario va a poder ser atacado o esquivado”, dijo.

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