Bloomberg Línea — Moody’s Ratings mejoró la calificación soberana de El Salvador por segunda vez este año, citando recientes operaciones de gestión de la deuda que han aliviado “significativamente” su programa de pagos.
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La agencia elevó las calificaciones a B3 desde Caa1; la perspectiva sigue siendo estable.
La nota refleja la moderada fortaleza económica de El Salvador con perspectivas de crecimiento e inversión mejoradas como resultado del avance estructural en la situación de seguridad, y una fuerte liquidez gubernamental que ha hecho al soberano menos susceptible a los riesgos.
Moody’s ya había subido al país dos escalones en mayo, citando el impacto de una operación de deuda realizada en abril, en la que vendió bonos globales y recompró algunas otras obligaciones.
“Las últimas operaciones han reforzado el ánimo favorable del mercado, ya que los precios de los bonos en toda la curva de rendimientos casi han convergido con el valor nominal”, dijo la agencia en un comunicado emitido el martes 26 de noviembre. “Además, como resultado de las operaciones de recompra, las amortizaciones de bonos externos hasta 2029 son muy bajas y manejables”.
Asimismo, la perspectiva estable equilibra desarrollos positivos que incluyen una reducción en las necesidades de financiamiento anuales, la capacidad de acceso a los mercados de capital internacionales, y mejores perspectivas de inversión y crecimiento, contra los continuos desafíos crediticios resultantes de la baja asequibilidad de la deuda y el limitado espacio fiscal.
El país centroamericano vendió US$1.000 millones en bonos a 30 años este mes. Su deuda ha superado a la de sus homólogos en los últimos meses, ya que los inversores apuestan a que conseguirá un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por unos US$1.400 millones.
Comentarios de Moody’s sobre el presupuesto 2025
Para Moody’s, el presupuesto general de 2025 esboza una ambiciosa estrategia de consolidación fiscal basada en medidas de austeridad que ayudarán a apoyar la sostenibilidad de la deuda.
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El presupuesto se diseñó basándose en una regla de oro de tal manera que todos los gastos corrientes serán cubiertos por ingresos corrientes y solo el 75% de los gastos de inversión se financiarán con deuda.
Además, las medidas de austeridad del presupuesto apuntan a reducir la nómina pública y a un objetivo más sustancial de reducción en las compras de bienes y servicios.
Una parte de los ahorros esperados de la reducción de los gastos corrientes se utilizará para aumentar el gasto en inversión que beneficiará la actividad económica.
El déficit del sector público no financiero (SPNF) se redujo a 2,3% del PIB en 2023, su nivel más bajo desde 2007, bajando del 2,6% en 2022 y del 5,5% en 2021, continuando la tendencia a la baja desde 2020.
“Pronosticamos que el déficit fiscal del SPNF se mantendrá ampliamente sin cambios en alrededor del 2,3% del PIB en 2024, aunque algunas inversiones públicas recientes hasta el final del año podrían llevar a un déficit ligeramente más amplio del SPNF de alrededor del 2.6%”, dijo la agencia.
“Estimamos que las medidas de consolidación reducirán el desequilibrio fiscal al 1,1% del PIB en 2025, ligeramente por encima del objetivo del 0,9% de las autoridades”.