Bloomberg Línea — Sequías prolongadas y tormentas intensas no solo amenazan los cultivos en Copán, al occidente de Honduras; también están empujando a muchas personas a considerar dejar sus hogares, aunque no lo deseen. Según un estudio reciente, el 68% de la población ha pensado en migrar debido al impacto directo del cambio climático.
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Eso sí, casi todos coinciden en que dejar su comunidad sería una decisión muy difícil y tomada solo como último recurso, muestra el análisis “La Percepción del Cambio Climático en la Intención de Migrar: Evidencia en Copán, Honduras”, a cargo de investigadores de la Universidad Loyola y de su Instituto de Desarrollo, la Fundación ETEA, con apoyo de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID).
Con una población de poco más de 430.000 personas —alrededor del 4,4% del total nacional—, Copán tiene un gran peso agrícola, cultural y turístico. Allí se encuentra el sitio maya de Copán, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La investigación se basó en encuestas, entrevistas y grupos focales en seis municipios del departamento: Corquín, Cucuyagua, San Pedro de Copán, Copán Ruinas, Santa Rita y Cabañas, analizando las percepciones de las comunidades afectadas por la crisis climática, con un enfoque especial en la perspectiva de género.
De quienes dijeron haber pensado en irse del país, uno de cada cinco lo considera con frecuencia, mientras que apenas un 10% nunca se ha planteado la idea. En contraste, el 66% nunca ha querido trasladarse a otro departamento del país, frente a solo un 4% que lo piensa habitualmente.
El equipo eligió Honduras como caso de estudio debido a su alta exposición a eventos climáticos extremos.
De hecho, el Índice de Riesgo Climático Global de 2019 lo ubicó como el segundo más afectado del mundo entre 1998 y 2017, luego de Puerto Rico, “lo que pone de relieve su aguda vulnerabilidad a los fenómenos del cambio climático y su bajo nivel de preparación gubernamental para responder a ellos”.
Otro de los hallazgos centrales tiene que ver con la percepción. Casi la mitad de la población encuestada tiene algún conocimiento sobre el cambio climático; un 69% considera que las sequías han empeorado en los últimos cinco años, y la mayoría identifica tanto causas humanas como naturales detrás del fenómeno.
El 75% de las personas consultadas dice haber percibido un deterioro significativo en la producción agrícola. Las mujeres, en particular, destacan los daños a viviendas, caminos y servicios básicos como un efecto directo del clima extremo.
“Mientras los hombres hablan más sobre los problemas técnicos en el campo, las mujeres señalan cómo el clima daña sus hogares, las carreteras y el acceso a servicios básicos”, explican los investigadores Alfonso Sánchez-Carrasco y Yolanda Hernández-Albújar. “Curiosamente, si tuvieran la oportunidad de migrar de forma segura, son las mujeres las que más interés muestran”.
La ansiedad climática en Honduras
También se evaluó por primera vez en Honduras la presencia de angustia relacionada con el cambio climático. El 45% de los encuestados presenta síntomas asociados a la ansiedad climática, que la ONU describe como una reacción emocional real rente al deterioro ambiental.
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Esa preocupación, según los resultados preliminares, puede actuar como un factor que impulsa la intención de migrar, incluso más allá de variables económicas o sociales.

La investigación también propone una guía práctica para entender cómo se forman estas percepciones climáticas y cómo prevenir desplazamientos forzados derivados de ellas.
Entre sus recomendaciones figuran el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria, políticas inclusivas con enfoque de género y el refuerzo de la confianza en las instituciones públicas.
“Para enfrentar los desafíos del cambio climático y prevenir migraciones forzadas, es fundamental apoyar a las comunidades desde una mirada justa, que tenga en cuenta las voces de hombres y mujeres por igual”, dicen los autores.
Los fenómenos meteorológicos extremos en Honduras han causado pérdidas anuales promedio equivalentes al 6,3% del PIB entre 1960 y 2022, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).