América Latina tiene la paradoja de ser la región más estable del mundo en términos geopolíticos, al mismo tiempo que, al interior de las fronteras, las sociedades sufren los embates del crimen organizado y de delincuentes inorgánicos.
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La primera afirmación se sostiene, según explica el politólogo argentino Andrés Malamud, en que la región no vio nacer ni desaparecer ningún estado desde 1903, año de la independencia de Panamá.
De hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aparece en 1945 con 51 Estados, de los cuales, 20 eran latinoamericanos, mientras que hoy la ONU tiene 193 países y 20 siguen siendo de esta región. Es decir, en este lapso, Europa pasó de 14 a 44 países, según explica el propio Malamud, quien es investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, Portugal.
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“La estabilidad geopolítica latinoamericana significa paz, no guerra. ¿Qué hicimos entonces? Buscamos alternativas, nos matamos de otras maneras“, comentó Malamud, de forma provocativa, en una entrevista con el programa radial uruguayo En Perspectiva. ¿A qué se refiere Malamud? Al “crimen y al narcotráfico” y a que “Latinoamérica es muy violenta, en términos de paz”.
“Estados desintegrados, narcos integrados”
Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Colombia, sostuvo que hay varias aristas para analizar el asunto: “La primera es que América Latina, a diferencia de Europa, tuvo menos guerras internacionales, pero muchas más guerras internas, es decir, guerras civiles”.
González se explayó mencionando que los conflictos interestatales en la región han sido relativamente pocos: por ejemplo, la guerra de Chile contra Perú y Bolivia (en dos ocasiones), la Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay), los enfrentamientos entre Colombia y Perú, o entre Colombia y Ecuador. Y concluyó que, en comparación con Europa, el número es bajo.
“Esto nos deja una primera conclusión: América Latina ha conservado, en líneas generales, su estructura internacional —es decir, sus fronteras entre estados—, pero ha congelado sus conflictos internos", sostuvo el académico. Y puntualizó que hay una dualidad: estabilidad externa e inestabilidad interna.
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“Las élites del siglo XIX y buena parte del XX estuvieron más concentradas en pacificar el territorio nacional que en expandirse más allá de sus fronteras, como sí ocurrió en Europa”, desarrolló González.
Una segunda idea, según su línea de análisis, tiene que ver con esa misma rigidez: las fronteras que se mantuvieron casi inalterables desde el siglo XIX reflejan una cierta forma de operar internacionalmente. “Hay un celo muy fuerte frente a los asuntos internos, algo que se expresa, por ejemplo, en los documentos fundacionales de varias organizaciones multilaterales latinoamericanas, donde se consagra el principio de no injerencia".
Sin embargo, consideró que esa rigidez resulta inútil frente a una globalización que ha sido aprovechada por actores no estatales, especialmente ilegales, como el crimen organizado.
“El crimen organizado suele tener un origen territorial —surge en países concretos—, pero se expande gracias a esa rigidez fronteriza y al escaso control que los estados ejercen en muchas zonas limítrofes“, justificó el docente de la Universidad Javeriana. Y lamentó que las fronteras sean, en muchos casos, “áreas periféricas a las que no se les presta atención”.
En ese sentido, concluyó que los estados latinoamericanos están desintegrados, pero el crimen organizado está integrado. “Un ejemplo claro fue la pandemia: mientras los estados se cerraban por razones sanitarias, los grupos criminales siguieron expandiendo sus operaciones. Aprovecharon ese encerramiento y profundizaron su presencia regional, explotando la falta de control estatal en zonas clave”, reseñó.
Un tercer punto al que hizo referencia el académico es la forma en que los estados han ejercido su control territorial: de manera segmentada. Explicó que concentran el control en grandes ciudades o polos de desarrollo, pero dejan de lado municipios pequeños y zonas más alejadas de las capitales, que quedan desprotegidas y son capturadas por estructuras mafiosas. También señaló que, muchas veces, esas estructuras están asociadas a élites políticas locales.
Además, González indicó que la globalización —aunque trae beneficios— “ha empujado al Estado a retirarse de ciertos territorios". Según su óptica, la apertura comercial implica menor control estatal sobre el ingreso y egreso de bienes y personas, lo que es aprovechado por el crimen organizado para expandir sus operaciones, competir por mercados e incrementar su influencia.
En cuanto al crimen relacionado con las drogas, el académico refirió que “hay diferencias importantes entre países respecto a cómo abordar el narcotráfico, lo que genera cortocircuitos en la cooperación regional".
Estricto respeto al derecho internacional
Por su parte, Matías Alejandro Franchini, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario, en Colombia, sostiene que Latinoamérica es una región de paz en cuanto a que los conflictos no se resuelven mediante guerras desde hace un siglo y medio, aunque explica que esto contrasta fuertemente con lo que ocurre dentro de las fronteras.
“Si miramos la dinámica intraestatal, es decir, al interior de los estados latinoamericanos, la realidad es muy distinta. No somos, ni remotamente, una región de paz. Al contrario: tenemos, por ejemplo, algunas de las tasas de homicidio más altas del mundo, incluso en contextos donde no hay una guerra formal”, apuntó.
El académico de la Universidad del Rosario resaltó que esta es una de las grandes paradojas latinoamericanas: “No nos matamos entre países, pero sí dentro de los países".
¿Por qué sucede esto? Según Franchini hay un elemento clave: el respeto que, históricamente, los países de América Latina —tanto dictaduras como democracias— han mostrado por el derecho internacional y por el principio de soberanía. “Es uno de los pilares de las relaciones internacionales. Los estados no intervienen en los asuntos internos de otros estados, y a su vez, buscan que nadie intervenga en los propios”, expresó.
Consecuentemente con esto último, recordó que existe una tradición regional de resolver disputas sin enfrentamientos armados, apelando al derecho internacional. Más recientemente, se han utilizado mecanismos como la Corte Internacional de Justicia de La Haya, como ocurrió en el diferendo limítrofe entre Colombia y Nicaragua, que fue resuelto judicialmente y no por la fuerza.
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¿De dónde viene esta postura de respetar a rajatabla la soberanía? Franchini consignó que una línea de investigación en estudios latinoamericanos sugiere que está relacionada con la posición periférica de la región en el sistema internacional, pues América Latina está compuesta por países débiles, con recursos militares limitados.
Cuando comenzaron a consolidarse como estados hacia fines del siglo XIX, se aferraron al derecho internacional como una herramienta de defensa frente a las grandes potencias —primero europeas, luego también Estados Unidos—, para decir: “No se metan con nuestras fronteras, el derecho internacional nos protege”.
Efecto Globo: el ejemplo de Ecuador y Colombia en relación al narco
El Efecto Globo es una metáfora utilizada en distintos contextos (económico, social, político, psicológico), que se refiere a la idea de que al presionar o restringir un área de un sistema, el problema no se elimina sino que se desplaza a otro lugar, igual que al apretar un globo inflado: el aire se mueve, pero no desaparece.
¿Cómo se aplica al contexto latinoamericano? Así lo relacionó el politólogo Andrés Malamud: “El narcotráfico es como un globo: apretás un globo y el aire pasa al otro lado, no se desinfla. Si un país tiene éxito contra el narco, sufre el vecino. Colombia reduce el crimen, en Ecuador aumenta. Los narcos no cambian de rubro, sino de domicilio”.
Países con más homicidios cada 100.000 habitantes en 2024
Según la organización Insight Crime, estos fueron los índices de asesinato cada 100.000 habitantes en América Latina:
- Haití: 62
- Ecuador: 38,8
- Venezuela: 26,2
- Colombia: 25,4
- Honduras: 25,3
- Brasil: 21,1
- México: 19,3
- Costa Rica: 16,6
- Guatemala: 16,1
- Panamá: 12,9
- Uruguay: 10,6
- República Dominicana: 9,6
- Perú: 6
- Chile: 5,5
- Argentina: 3,8
- Bolivia: 3
El estudio aclara que los datos de algunos países no son confiables, están incompletos o han sido modificados por los gobiernos. Particularmente, aparecen citados con este problema:
- Bolivia
- Chile
- El Salvador
- México
- Venezuela