Bloomberg Línea — Sofisticados, con estructuras empresariales sólidas y, sobre todo, de bajo perfil, los miembros de la mafia albanesa han logrado camuflarse en Latinoamérica durante las últimas décadas para convertirse en unos de los principales distribuidores de cocaína hacia Europa.
Arribaron a la región a finales de los 90 y comienzos de los 2000, tras la caída del comunismo en Albania y las guerras de los Balcanes, según un informe reciente de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC).
Hoy, tienen contacto con cultivadores de coca en Perú, productores de cocaína en Colombia, grupos que custodian la droga hasta los puertos de Ecuador y los poderosos cárteles mexicanos, según expertos consultados por Bloomberg Línea.
Clanes albaneses, unidos por lazos familiares
La mafia albanesa es solo uno de los grupos balcánicos que tiene presencia en Latinoamérica para abastecer de cocaína a Europa.
“Hay noticias de clanes bosnios, montenegrinos, kosovares y serbios”, dice Víctor Sánchez, experto en crimen organizado e investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila en México.
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Gracias a la diáspora producto de los conflictos que detonaron en los Balcanes en los 90, miembros de estos grupos se dispersaron en las grandes ciudades de Europa y tienen presencia en cinco puertos clave, según Sánchez y la GI-TOC: Algeciras y Valencia en España, Hamburgo en Alemania, Róterdam en Holanda y Amberes en Bélgica.

Pero, además, tienen influencia en los puertos latinoamericanos desde donde sale la droga rumbo al viejo continente, entre ellos, Esmeraldas y Guayaquil en Ecuador, Buenaventura en Colombia y Callao en Perú.
El experto hace énfasis en una particularidad de la mafia albanesa: su estructura es predominantemente familiar.
“Uno entra a la mafia albanesa siendo hijo, sobrino, primo o familiar de uno de los miembros. Al estar integrada por personas con lazos de consanguinidad, es más difícil que denuncien o brinden información en contra del clan”, dice Sánchez.
Esa característica, que la mafia albanesa y la Ndrangheta italiana comparten, es la razón por la que han sido difíciles de desmantelar, contrario a otras estructuras criminales europeas, como la Cosa Nostra y la Camorra.
Las bandas albanesas también son de “alta sofisticación empresarial”, dice Luis Córdova Alarcón, director del programa de investigación Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central de Ecuador.
“La mafia albanesa, o al menos los grupos que han operado desde Ecuador, lo han hecho con estructuras empresariales bien construidas, que han permitido mimetizar el narcotráfico en compañías de transporte y almacenamiento, pero también en las navieras que exportan”, explica Córdova.
El experto relata cómo Dritan Gjika, un narco albanés capturado el pasado mayo en Emiratos Árabes Unidos, estableció, entre 2010 y 2012, una serie de empresas en Ecuador vinculadas a la exportación de banano para enviar cocaína a Europa a través de ellas.

En ese entonces, durante el Gobierno de Rafael Correa, el Ministerio de Agricultura y Ganadería creó un sistema de asignación de cupos de exportación de banano a la semana acorde a las hectáreas sembradas, llamado Unibanano.
Pero el sistema sólo fue auditado en 2022 con financiamiento de la Cooperación Alemana, tras los mandatos de Correa, Lenín Moreno y Guillermo Lasso. El chequeo evidenció la existencia de más de 50 “compañías fantasma”, constituidas solo en el papel y que, sin embargo, contaban con los cupos en mención.

“¿Qué quiere decir esto? Que hubo absoluta impunidad y protección”, dice Sánchez el experto en crimen organizado, citando publicaciones de la prensa nacional al respecto. “Todo un departamento del Ministerio de la Agricultura estaba cooptado por el narcotráfico”.
El pasado 3 de julio, la Policía Nacional de Ecuador incautó cerca de tres toneladas de cocaína al interior de cajas de banano en una finca de Guayaquil y capturó a cinco personas “presuntamente vinculadas a una estructura criminal relacionada con la mafia albanesa”, según el comandante Víctor Ordóñez. Lo sucedido evidencia cómo dicha práctica permanece.
La experiencia de los grupos albaneses lavando dinero les ha permitido tener buenas relaciones con los cárteles mexicanos, y su bajo perfil, abstenerse de llamar la atención de las autoridades locales, precisa Mike Vigil, exdirector de operaciones internacionales de la DEA.
“Ellos siempre mantienen un perfil muy bajo porque saben perfectamente bien que fomentar violencia no es bueno para el negocio”, dice Vigil.
La preocupación por las mafias balcánicas se ha extendido a las Naciones Unidas, que en la presentación del Informe Mundial sobre las Drogas 2025 denunció el recrudecimiento de la violencia en Europa producto del narcotráfico.
“La violencia y competencia que caracterizan el ámbito ilícito de la cocaína, antes confinado a América Latina, se está extendiendo a Europa Occidental a medida que los grupos de delincuencia organizada de los Balcanes Occidentales aumentan su influencia en el mercado”, señalan las Naciones Unidas.
Por qué se afianzó la mafia albanesa en la región
El éxito de la mafia albanesa en Latinoamérica se debe a tres factores: que no busca competir de tú a tú con las organizaciones locales, a la sobreoferta de cocaína en la región y la desmovilización de las FARC en Colombia, hecho que fragmentó la cadena del negocio ilegal del narcotráfico.
1. Negociar en lugar de confrontar
“La mafia albanesa no llega a confrontar, llega a asociarse con las mafias locales. En México, lo mismo colabora con el cártel de Sinaloa que con el cártel Jalisco Nueva Generación”, dice Sánchez.
Y en Colombia, los miembros de la mafia albanesa sostienen vínculos con organizaciones como el Clan del Golfo en la costa Caribe, sin dejar a un lado sus relaciones con los disidentes de las FARC en la costa Pacífica.
Lo mismo aplica con los lazos que sostienen los grupos de los Balcanes en países como Perú y Ecuador.
“Las relaciones criminales de los ciudadanos de los Balcanes Occidentales con los pequeños productores en Perú o pandillas locales en Ecuador son sólidas, en parte, porque se necesitan mutuamente en igual medida”.
GI-TOC
Una muestra de que la mafia albanesa no busca expandirse en los territorios y desplazar a las bandas locales es que no cuenta con brazos armados en Latinoamérica. Es más, establece relaciones comerciales mediante mensajeros o emisarios que viajan desde Europa de manera temporal, a no ser que tengan problemas con la justicia y busquen instalarse permanentemente en la región.
Los mensajeros son independientes y trabajan con múltiples organizaciones. Los emisarios son personas seleccionadas dentro un grupo criminal y “deben cumplir con criterios específicos para calificar como representante del grupo en Sudamérica”, señala el GI-TOC.
Tanto mensajeros como emisarios deben contar con ciertas habilidades, dice Sánchez. ¿Cuáles? Hablar varios idiomas y tener expertise en el lavado de dinero, pues les permite explorar nuevas oportunidades de negocio y ofrecer sus servicios a los grupos de Colombia, Ecuador y México, afianzando sus relaciones.
2. “Hay cama para mucha gente”
Otro factor que permitió a la mafia albanesa y los grupos balcánicos consolidarse como traficantes de cocaína es el incremento en el consumo y la producción de esta droga.
En Europa, el consumo de drogas aumentó 80% desde 2011, y en el mundo, el número de consumidores pasó de 17 millones en 2013 a 25 millones en 2023, según el informe más reciente de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Conforme ha aumentado la demanda de cocaína, también la oferta. Solo entre 2022 y 2023, el potencial de fabricación subió de 2.757 a 3.708 toneladas, si bien el alza se ha sostenido en la última década.
“En los últimos 10 años hubo un crecimiento del 880% de la producción, o sea que hubo un incremento extraordinario de consumo de cocaína”, dice Córdova. “Hay tanto negocio que hay cama para tanta gente, como diríamos hablando coloquialmente”.
Para Córdova, la “transformación geopolítica” de la cocaína ha generado que las mafias albanesas incrementen su poder como traficantes hacia Europa y que los cárteles mexicanos estén focalizando el negocio en la producción de fentanilo para dinamizar sus rentas ilegales, por su cercanía con Estados Unidos.
3. Fragmentación en la cadena del narcotráfico
La cuestionada desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en 2006 y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016 fragmentaron la cadena del narcotráfico, según el informe del GI-TOC.
La fragmentación desencadenó, entre otras, que “las estructuras del crimen organizado se han vuelto más horizontales que jerárquicas, asemejándose más a un sistema de nodos conectados”. En el contexto de esa dinámica, la mafia albanesa se afianzó en Latinoamérica.
En línea con el GI-TOC, Vigil plantea que particularmente el vacío que dejaron las FARC y la división entre otros grupos armados en Colombia “crearon oportunidades para los narcotraficantes de los Balcanes”.

Vigil añade algo: que la mafia albanesa ha tenido maestría para “vincularse con la sociedad sudamericana”, casándose con mujeres locales, por ejemplo, y la falsificación de documentos, “usando identidades múltiples para evitar la detección de las autoridades”.
Ecuador, clave para los grupos de los Balcanes
Ecuador es quizá el país latinoamericano donde más se han asentado los emisarios y mensajeros de la mafia albanesa, así como algunos cabecillas de los grupos balcánicos. Para muestra, un botón: Dritan Rexhepi, líder de la Kompania Bello.
Rexhepi llegó a Ecuador en 2012 —luego de huir de tres presiones en Europa— y dos años después fue capturado en el operativo Balcanes, adelantado en Durán, Samborondón y Guayaquil. Lo paradójico es que desde la cárcel consolidó el poder de su estructura en Latinoamérica

“Se identificó a Rexhepi como uno de los líderes de la red y su principal intermediario, ya que se encargaba de conseguir la cocaína y la logística desde su celda en Ecuador”, consigna el GI-TOC en su informe.
Rexhepi salió de la cárcel en Ecuador en 2021 tras una prelibertad y pese a dos solicitudes de extradición aprobadas, en Albania e Italia, aunque en noviembre de 2023 fue capturado en Turquía con un pasaporte colombiano.
La prelibertad fue denunciada por el otrora asambleísta y candidato presidencial Fernando Villavicencio, asesinado el 9 de agosto de 2023, quien en un informe además expuso en la opinión pública cómo la mafia albanesa permeó a la Policía Nacional.
“Se acusa en ese informe que la excomandante de la Policía Nacional, Tannya Varela, habría sido cooptada por la mafia albanesa y trabajado para a su servicio cuando fue comandante de la zona policial correspondiente a la provincia de Manabí”, dice Córdova.

Villavicencio incluso develó el nexo entre otro capo albanés, Dritan Gjika, y el empresario Rubén Cherres, amigo del influyente cuñado del expresidente Guillermo Lasso, Danilo Carrera. Dicha denuncia fue importante para llevar a juicio político a Lasso.
“Los grupos de los Balcanes han corrompido muchos oficiales y las fuerzas de seguridad en la región”, dice Vigil.
Pero antes de que los grupos de los Balcanes permearan las instituciones en Ecuador, como en su momento mostró Villavicencio, hubo un elemento que permitió la entrada de sus miembros y asentamiento en el país, según Sánchez: que el Gobierno de Rafael Correa eximiera de visado a ciudadanos literalmente de todo el mundo en 2008, permitiéndoles permanecer en el país hasta seis meses.
“Quienes tenían problemas legales en Albania o en Europa pudieran encontrar a Ecuador como una especie de lugar seguro para escapar y eso propició un mayor asentamiento de emisarios de las mafias”, dice Sánchez.
Lo cierto, hoy por hoy, es que hay al menos siete grupos de los Balcanes operando en Ecuador y Sudamérica, según el GI-TOC y los expertos: los albaneses Kompania Bello, Clan Farruku y Clan Lazaratit, además del Grupo Sarić (Serbia), el Clan Kotor (Montenegro) y el Clan Tito y Dino (Bosnia).
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