Reportage Especial

La mutación del narcotráfico en América Latina: sus tentáculos se extienden a Ecuador y Costa Rica

Una investigadora del International Crisis Group y un exjefe de operaciones internacionales de la DEA explican a Bloomberg Línea cómo han cambiado las redes criminales en la región, mientras que cifras, datos oficiales y otros expertos lo confirman.

La mutación del narcotráfico en América Latina: sus tentáculos se extienden a Ecuador y Costa Rica.
22 de mayo, 2025 | 07:00 AM

Bloomberg Línea — Esta es la primera de dos entregas de un reportaje sobre la mutación del narcotráfico en la región realizado por Bloomberg Línea. Para leer la segunda parte puede hacer clic aquí.

El tráfico mundial de drogas, con Latinoamérica como protagonista, “es más resistente y difícil de combatir que nunca”, debido a la fragmentación de las redes criminales y a su capacidad de mantenerse a flote, pese a la captura de reconocidos capos.

Sin embargo, los gobiernos siguen apostando por políticas de “mano dura”, según un informe del International Crisis Group (ICG).

Como si se tratara de una paradoja, “los esfuerzos de las autoridades para combatir a las organizaciones narcotraficantes han dado como resultado una red más fragmentada, con más actores involucrados y una cadena más atomizada”, dice Elizabeth Dickinson, analista senior del ICG para los Andes, a Bloomberg Línea.

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Esa red más fragmentada y atomizada ha hecho que los tentáculos del narcotráfico ahora se estén extendiendo en Costa Rica, Ecuador y Guatemala, que hasta hace poco eran relativamente ajenos a esta economía subterránea e ilegal, con la consecuencia conocida por otros países, como el recrudecimiento de la violencia en las comunidades vulnerables.

Ecuador cerró 2024 con una tasa de 38,76 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, la segunda peor de su historia, según cifras de la Policía Nacional, y a nivel latinoamericano sólo fue superada por la de Haití, con 60 homicidios por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con datos de Statista.

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Costa Rica, un país que tiene Policía pero no Ejército, y ahora mismo cumple un papel de “punto transitorio” en las rutas del narcotráfico, corre el riesgo de “convertirse muy fácilmente en un narcoestado”, dice Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, a Bloomberg Línea.

Y en Guatemala, concretamente en el departamento de Alta Verapaz, están contratando agricultores colombianos para consolidar la expansión de los cultivos de coca, dice el reporte del ICG. Lo alarmante es que el primer cultivo de esta planta en el país fue identificado solamente a mediados de 2018, documenta una publicación de la Policía Antinarcóticos.

Una red criminal más “atomizada”

El principal cambio en las organizaciones narcotraficantes es que ahora no tienen el control de todo el negocio, desde la producción hasta la entrega de la droga al consumidor, como el otrora Cártel de Medellín, por ejemplo, sino que en su mayoría cumplen un solo rol dentro de toda la cadena, hecho que dificulta desmantelarlas, pese a la captura de reconocidos capos.

“Las capturas de alto nivel generan victorias a corto plazo, pero una y otra vez alimentan nuevas olas de violencia, a la par que provocan reconfiguraciones del narcotráfico que lo hacen más resistente a las operaciones de seguridad”, dice el informe.

La actual cadena del narcotráfico consta de cuatro niveles, según el informe, y en el punto más alto sobresalen los “inversores”, encargados de aportar el capital inicial para abrir nuevas rutas, incluso en Asia y Oceanía.

“Son empresarios, políticos, personas de la élite que tienen acceso al sistema bancario”, dice Dickinson. "Personas que, en México, por ejemplo, pueden facilitar la entrada de precursores químicos del fentanilo, con sus compañías de importación y exportación”.

El informe explica que para los “inversores” es clave penetrar en la élite empresarial y política de algunos países a lo largo de la cadena de suministro, al igual que en “paraísos fiscales como Dubái y Panamá”, para lavar activos y acceder al sistema bancario.

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En el segundo lugar de la pirámide, el de los “traficantes globales”, se ubican el Cártel de Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, además del Primeiro Comando da Capital de Brasil, que controlan casi toda la logística transnacional del tráfico de drogas.

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Solo el Cártel de Jalisco Nueva Generación cuenta con “socios, facilitadores y corredores en los 50 estados de Estados Unidos y en más de 40 países”, documenta el Departamento de Justicia de EE.UU..

Para no exponer su imagen, los inversores establecen contacto con los traficantes globales a través de emisarios, y debido a su poder “suelen estar a salvo de investigaciones”, dice Dickinson.

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Las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más grande del hemisferio occidental hasta 2016, cuando firmaron el acuerdo de paz con el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos, hacían parte de los traficantes globales, pero su espacio fue ocupado por los cárteles mexicanos y permitió a los grupos criminales ecuatorianos tener mayor importancia en la cadena de suministro.

“Cuando las FARC firmaron el acuerdo de paz, salieron de muchas regiones del sur de Colombia, cerca de Ecuador”, dice Mike Vigil. “Ese vacío fue aprovechado por grupos como Los Choneros o los carteles grandes de México, el cártel de Sinaloa y el cártel de Jalisco Nueva Generación”.

Ecuador, ¿el heredero de Colombia?

Grupos criminales como Los Lobos y Los Choneros en Ecuador hacen parte del tercer nivel de la pirámide del narcotráfico. Su misión es “garantizar el suministro de producto a los traficantes internacionales, o gestionar ese producto a lo largo de una parte determinada de la ruta de tráfico”, dice el reporte.

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Ecuador está situado entre Colombia y Perú, los dos países más productores de coca en todo el mundo, con el 65% y el 27% de los cultivos, respectivamente, según los datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga (UNODC).

La función de los grupos criminales ecuatorianos, dentro de la cadena internacional es recibir la cocaína o, en algunos casos, la pasta de coca sin refinar, así como marihuana, para luego enviarla hacia el norte del continente y Europa a través del océano Pacífico.

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“Cuando la cocaína ingresa a Ecuador, generalmente desde el sur de Colombia, es trasladada a los puertos Esmeraldas y de Guayaquil, donde también hay grupos criminales de Albania. Aunque el puerto colombiano de Buenaventura continúa siendo utilizado".

Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA

Desde estos lugares, la droga sale rumbo a países de tránsito como Costa Rica y, luego, hacia México, para después ingresar a Estados Unidos. Además, sale en contenedores que llegan a Europa, donde el consumo aumentó en 80% desde 2011, según el Reporte Mundial de Drogas 2024.

Aunque la mayor parte de la coca de Colombia llega ya refinada a Ecuador, en este país también se está refinando y, a veces, enviando sin refinar a Europa, revela el informe del ICG.

El pasado 12 de abril, el Ejército ecuatoriano desmanteló dos laboratorios de cocaína en la provincia de Carchi, fronteriza con Colombia.

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Vigil, el exjefe de operaciones de la DEA, plantea que, si bien es posible que la coca llegue sin refinar a su destino final, debe ser a menor escala.

“Ni Estados Unidos ni Europa quieren coca que todavía está en pasta o en base. Ellos quieren la coca refinada y si ha llegado sin refinar es una cantidad insignificante”, dice Vigil.

Entrevistas del International Crisis Group evidencian que el kilo de pasta base de coca proveniente del sur de Colombia es vendida por US$550 en la frontera con Ecuador, en US$800 en Esmeraldas y en US$1.000 en Guayaquil. Ya refinada, su precio a la salida de Ecuador es de US$2.000 y el de ingreso a Europa occidental es de US$40.000.

La cocaína sale de Ecuador en lanchas rápidas que abordan los buques con portacontenedores o camuflada en las exportaciones de bananos, una “tradición” heredada de Colombia, según Dickinson, puesto que los contenedores son cargados directamente en las fincas, para luego ser trasladados con prontitud a los puertos y evitar que la fruta se dañe.

Ecuador está ubicado en un punto estratégico para el narcotráfico, entre los dos países mayores productores de coca en el mundo, Colombia y Perú.

En el caso colombiano, la violencia en las regiones está relacionada con la búsqueda del control territorial en las zonas de producción, almacenamiento y procesamiento de la coca, entre grupos disidentes de las FARC, el ELN y el Clan del Golfo. Y en Ecuador la disputa entre grupos criminales se asocia a la hegemonía de las rutas de traslado de la base para coca o la cocaína. El objetivo en común es demostrar poder para establecer relaciones con los cárteles mexicanos.

“El problema con el tráfico de drogas es que pone una capacidad instalada y empodera a los grupos con armas y capacidad económica, lo que les facilita la entrada a otros mercados”, dice Dickinson.

Es al cuarto y al último nivel de la cadena del narcotráfico, es decir, “los grupos de control y distribución urbana”, al que se le paga con armas y la posibilidad de vender drogas a menor escala, según la experta. El tema no es menor, puesto que impulsa otras rentas criminales, incluyendo la extorsión y el secuestro.

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En Colombia hay un caso representativo, el de los Shottas y Espartanos, estructuras delincuenciales con presencia en el distrito portuario de Buenaventura e injerencia en Cali, Valle del Cauca.

Ambas bandas nacieron en 2021 tras la ruptura de la estructura delincuencial La Local en Buenaventura, dice Linda Posso, coordinadora de la Fundación Paz y Reconciliación (PARES) en el Pacífico colombiano, a Bloomberg Línea.

La Local, a su vez, surgió como una facción de La Empresa, organización de la familia Bustamante en Buenaventura e integrada por excombatientes de las desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en 2006.

Una hipótesis de PARES es que el ELN está intentando ingresar a la zona urbana de Buenaventura con la “venia” de los Shottas y el Clan del Golfo de los Espartanos, lo que acrecienta la disputa.

Tras los Shottas y los Espartanos estaría el apoyo del ELN y el Clan del Golfo, según una hipótesis de PARES.

“Un error que se ha cometido es entender a estas bandas como ‘grupitos’ que se disputan el microtráfico, estamos hablando de que hacen parte de estructuras criminales que pueden tener injerencia transnacional”, dice Posso. “Nosotros creemos que tienen toda la capacidad, no solamente armamentística, sino de redes, que les ha permitido consolidarse”.

Y si bien Shottas y Espartanos han sostenido más de una tregua en el contexto de la política de paz total del Gobierno del presidente Gustavo Petro, lo que en algunos lapsos ha llevado a la reducción de los homicidios y compromisos como no reclutar menores, lo cierto es que ha habido momentos en que los habitantes de algunos barrios de Buenaventura no pueden “caminar siquiera dos pasos afuera de su casa porque son asesinados”, debido a que las bandas se dividen el territorio con fronteras invisibles.

“Esas tensiones siguen siendo complejas”, dice Posso.

“Recientemente las bandas rompieron la tregua porque asesinaro al hijo de un jefe de Los Chiquillos, alias Rober, y Los Chiquillos son un brazo de los Espartanos. Hubo una cantidad alarmante de homicidios en marzo".

Linda Posso, coordinadora de la Fundación Paz y Reconciliación (PARES) en el Pacífico colombiano

En Durán, ciudad ubicada en la provincia de Guayas, Ecuador, pasa algo similar con los Latin Kings y los Chone Killers, que “han estado en guerra para ejercer su influencia sobre las economías criminales”, reseña una investigación de Insightcrime, una fundación dedicada al estudio y la investigación de amenazas para la seguridad en Latinoamérica.

Ambas estructuras fueron declaradas como “grupos terroristas” por el Gobierno de Daniel Noboa en enero de 2024, en medio de la declaración de conflicto armado interno.

“Antes uno caminaba en Ecuador a las 3 de la mañana y nadie te molestaba. Ahora es imposible porque los criminales lo están dominando”, dice Vigil.

El Informe de Seguridad Global 2024 de Gallup, que cataloga a Ecuador como el país donde la población se siente menos segura al caminar de noche, da fe de sus palabras.

“Solo el 11% de los residentes de la provincia más poblada de Ecuador, Guayas, dijo que se siente seguro, el porcentaje más bajo de cualquier región del mundo, sin incluir las zonas de guerra activas”, expone Gallup.

El papel de Costa Rica y Centroamérica

A Costa Rica, que había evitado ser “absorbido” por las redes del narcotráfico, están llegando grandes cantidades de cocaína y marihuana, en algunos casos provenientes de Ecuador.

“Este país tiene Policía, pero no cuenta con Ejército, entonces le falta mucha seguridad. Además, es un punto clave, porque está al sur de Centroamérica y, una vez llega la droga a este punto, puede ser trasladada por carreteras hasta llegar a México”, explica el exagente de la DEA.

Vigil califica a las redes del narcotráfico como un “ejército de hormigas”, que siempre busca los puntos más débiles para crear nuevas rutas evitando ser arrestado y que se les incaute la menor cantidad de droga posible.

“Estados Unidos tiene recursos sofisticados de radares, aviones y buques en el Caribe para detectar estos cargamentos, pero no tantos en el Pacífico”.

Y si escogen a Ecuador como punto de partida de la droga y a Costa Rica como punto intermedio, antes de que llegue a México, también es debido a sus “mal preparadas fuerzas de seguridad”, dice el reporte del ICG.

Una forma no refinada de cocaína conocida como pasta de coca cerca del municipio de La Paz, en el departamento del Guaviare.

El problema en Costa Rica y en Ecuador es que estas dinámicas ya están desencandenando olas de violencia.

Una disputa territorial entre dos facciones de la organización criminal Los Tiguerones en Ecuador, el pasado 6 de marzo, terminó en una masacre que cobró la vida de 22 pobladores de Nueva Prosperina, Guayaquil, según la Policía.

Y en Costa Rica, donde el Ministerio de Seguridad Pública identifica 340 organizaciones dedicadas a las rentas ilegales la situación, es similar.

“Las personas que integran los grupos criminales, al verse asediadas por un grupo rival o la Policía, tratan de repelerlos con sus armas”, dijo el director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Costa Rica, Randall Zúñiga, a la prensa nacional.

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Como un fiel reflejo de Ecuador, Costa Rica también vivió el segundo año más violento de su historia en 2024, sólo superado en 2023, con una tasa de 16,6 por cada 100.000 habitantes, informó en enero de 2025 el OIJ.

El riesgo, sin embargo, es que la problemática del narcotráfico en el país se desborde, como en Honduras, que pasó de punto de tránsito, a tener tanto grandes plantíos de coca como laboratorios para procesarla, o, en menor medida, como en Guatemala, donde “están contratando a agricultores colombianos” para sembrar coca, dice el informe del International Crisis Group.

Las órdenes de llevar campesinos colombianos experimentados a Guatemala vendrían de los cárteles de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, “que ya tienen raíces allí”, dice Vigil.

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