Latinoamérica sin hijos: los desafíos de una región que envejece rápido

Promover políticas natalistas y de cuidado al adulto mayor será clave en la región para afrontar los tiempos que se avecinan.

Bebé
27 de agosto, 2025 | 07:00 AM

Bloomberg Línea — América Latina está experimentando una transición demográfica caracterizada por un proceso de envejecimiento acelerado, lo que implica repensar los sistemas de salud y pensión, pero también la necesidad de políticas natalistas y de cuidado acordes a los tiempos que se avecinan.

Así lo señala un informe elaborado por la Universidad Austral de Argentina y la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de la Familia (Redfam).

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“La región pasó de ser una sociedad joven a una adulta joven en 2021 y se proyecta que para 2050 se convierta en una sociedad envejecida”, dice el reporte.

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Solo dos países latinoamericanos superan el umbral mínimo necesario para el reemplazo generacional, que es de 2,1 hijos por mujer, y aseguran la reposición de mujeres en edades reproductivas: Paraguay (2,4) y Bolivia (2,6).

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Perú y Ecuador, por su parte, son los únicos países en línea con la tasa global de fecundidad (TGF) de la región, de 1,8.

El resto se sitúan debajo de este tope: México (1,6), Brasil (1,5), Argentina (1,4), Uruguay (1,3), Colombia (1,2) y Chile.

Aunque la transición demográfica, que implica la reducción en la tasa de natalidad y de mortalidad, es un proceso que ha atravesado todo el mundo, en Latinoamérica comenzó más tarde que en Europa, pero fue más acelerada.

“Este fenómeno en Latinoamérica implicó una caída en la natalidad bastante más abrupta, pero intensivamente marcada en Argentina, tanto, que disminuyó en un 40% en los últimos 10 años”, dice Dolores Dimier, doctora en Filosofía de la Universidad de Navarra y secretaria del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, a Bloomberg Línea.

La transición, en cambio, “fue más progresiva en Colombia”, pero no por ello menos llamativa. “Es el segundo país de Latinoamérica con la baja de natalidad más importante”, agrega Dimier.

Estos son los países más envejecidos de la región

Pese a la caída de su natalidad, Argentina y Colombia no tienen la población más envejecida de Latinoamérica, según un cálculo de la edad mediana de cada país de la región.

“Es la edad a partir de la cual la mitad de la población es más joven y la otra mitad más vieja. A mayor edad mediana en el país, más envejecida está su población”, explica el reporte de la Universidad Austral y Redfam.

En ese sentido, Uruguay, con una edad mediana de 36,4 años, es el país más envejecido de la región, seguido de Brasil (34,8) y Chile (34,3).

El caso uruguayo es atípico, puesto que ha sido el país con menos crecimiento de su población: solo aumentó en 500.000 habitantes desde 1985 y no supera los 3,5 millones. En algún momento, el expresidente José Pepe Mujica advirtió que Uruguay tenía “signos peligrosos de extinción”.

Acomodador en un supermercado de Uruguay.

Después se ubican Argentina (32,9), Ecuador (32,5), Colombia (32,0), México (30), Venezuela (29,34), Paraguay (29,0) y Bolivia (25,2).

Otro dato llamativo del informe es el índice sobre envejecimiento: indica que en la región hay al menos 12 personas de 80 años y más por cada 100 personas de 65 años y más.

“Es urgente considerar la necesidad de reestructurar sus sistemas de salud, previsionales y de protección social para atender en pocos años las demandas de una población cada vez más longeva”, dice el informe. “Así mismo, debemos resignificar la alta proporción de personas mayores a fin de que represente un valioso capital social y humano para contribuir participativamente al desarrollo”.

¿Por qué los jóvenes tienen menos hijos?

Dolores Dimier explica que la caída en la tasa de natalidad está asociada, entre otras, al nivel educativo de las mujeres y su inserción al mercado laboral.

“En Argentina, la tasa de ingreso de la mujer a todos los niveles educativos, en los ciclos secundario, terciario o universitario está muy por encima que la del hombre”, dice la experta. “Esto marca una tendencia donde la mujer invierte la mayor parte de su proyecto vital en el desarrollo profesional”.

A ello se suma que los latinoamericanos están teniendo hijos en edades relativamente más avanzadas, y como a mayor edad, menor probabilidad de tener hijos, las familias están siendo cada vez menos numerosas, explicó hace un tiempo a Bloomberg Línea Andrés Giraldo Palomino, profesor del departamento de Economía de la Universidad Javeriana de Colombia.

“En América Latina, el promedio de edad para tener el primer hijo estaba alrededor los 20 años, y ahora es cercano a los 26. Al alejarse de edades más tempranas, las mujeres no desean tener más hijos”, dice Giraldo Palomino.

Tasas de fecundidad en Latinoamérica

La globalización, que trajo consigo la transmisión de nuevos valores culturales e ideas, como que la salida al mundo adulto no necesariamente implica formar una familia, tener una pareja estable o ser padre, es otro factor.

Incluso la pandemia por el Covid-19 pudo haber sido determinante, aunque sus consecuencias todavía no son claramente observables.

“La pandemia pudo haber dejado varias secuelas, como el síntoma de la soledad y la sensación de incertidumbre; para poder contar con un proyecto de vida que implique la paternidad o maternidad, el joven necesitaría proyectarse a futuro, pero la incertidumbre y el miedo lo paralizan”, dice Dimier.

El pasado junio, un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas evidenció, tras una encuesta en 14 países, que si los jóvenes están teniendo menos hijos que antes no es por gusto, sino por la precariedad económica, la discriminación de género, el escaso apoyo de las parejas y el pesimismo frente el futuro.

Aunque los jóvenes desean tener al menos dos hijos, el 18% considera que lograrlo es imposible, según el informe. Además, el 31% de los adultos mayores de 50 años consultados aseguró haber tenido menos hijos de los que hubiera deseado.

Entonces, ¿qué hacer?

El reporte de la Universidad Austral y Redfam plantea que las nuevas políticas demográficas en la región no solo deberán atender al grupo poblacional más añoso, sino incentivar la natalidad y la parentalidad, “que valoricen el rol de madres y padres, que fortalezcan las relaciones familiares”.

Dimier cree que una manera de incentivar la natalidad es brindando apoyos financieros a los jóvenes, como garantizar mayor acceso a créditos, y reducir las cargas sociales a la familia, eliminando el cobro del impuesto de renta a las madres, por ejemplo.

Pero las políticas públicas en los países de la región también deberían estar enfocadas en reconocer el capital social y humano de los adultos mayores.

“En el primer mundo, las personas mayores cubren ciertos espacios de tiempos laborales parciales, como las licencias de paternidad, posibilitando a los padres jóvenes que acompañen a la familia del recién nacido”, dice Dimier.

Ancianos.

Tener en cuenta fenómenos como la migración latinoamericana también será determinante a la hora de tomar decisiones para abordar el envejecimiento y crear políticas de cuidado. Entender lo que hoy sucede en Europa será clave, según la experta.

“En Europa, la respuesta a este fenómeno de envejecimiento poblacional ha generado, por ejemplo, que los mayores cuidadores en Italia sean bolivianos y peruanos”, dice Dimier.

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