Ciudad de México — Claudia Sheinbaum extendió sus brazos hacia todos los puntos cardinales y acomodada debajo del balcón presidencial de Palacio Nacional se recargó de una calurosa dosis de nacionalismo que la motive a navegar un mes más la incertidumbre de la amenaza arancelaria de Donald Trump.
El Plan Z estaba en marcha. El Zócalo de Ciudad de México, que el expresidente Andrés Manuel López Obrador usó por más de 20 años como su cetro de poder político, se llenó de banderas de México como si fuera mes patrio y de pancartas de lona o cartulinas con consignas de apoyo a Sheinbaum.
La del domingo 9 de marzo fue la tercera vez, en menos de 200 días de sexenio, que la primera mujer presidenta de México encabeza un acto multitudinario: el Plan Zócalo. “¡No estás sola, no estás sola!”, fue el primer cántico que escuchó Sheinbaum tras tomar la palabra en punto del mediodía.
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Sheinbaum estuvo acompañada por una ochentena de personas: gobernadores, el gabinete legal y ampliado, el fiscal de México, su asesora empresarial y el recién nombrado secretario de Hacienda, Edgar Amador, fueron las personalidades que la escudaron en el templete.
Desde ese lugar, donde se ve la inmensidad del zócalo lleno con la Torre Latinoamericana de fondo, la presidenta pudo ver dos lonas gigantes de apoyo, una en defensa de la soberanía de Morena y sus aliados el Partido del Trabajo y el Partido Verde, y otra del Sindicato de Pemex en la que el gremio dice estar atento a su llamado.
Mientras la presidenta -con peinado de la insurgente Josefa Ortiz de Domínguez y ataviada en un elegante vestido azul marino con flores en el pecho- prometía en su discurso a Estados Unidos que estaba dispuesta a colaborar en todos los ámbitos, entre la muchedumbre brotaba un tímido antitrumpismo.
Los carteles con consignas de apoyo a la mandataria vitoreaban “Viva Claudia presidenta”, “No estás sola” y “Con la presidenta siempre”, los cuales contrastaban con los mensajes dedicados para el presidente 47 de Estados Unidos “No te queremos Trump”.
Era la mescolanza del nacionalismo con el antitrumpismo en un zócalo que el día anterior vibró con las protestas con motivo del Día Internacional de la Mujer y que dejaron pintas con aerosol con múltiples exigencias -y reclamos- para la primera mujer presidenta de México.
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Un grupo de amigos avanzaba como ola de agua en el zócalo mientras cargaban una bandera de 10 metros de largo y una señora cargaba un estandarte de elaboración casera con la silueta del conocido perfil de Sheinbaum con su coleta. “¡Viva la presidenta!”
Doña Maricarmen escuchó el mensaje presidencial con su ajuar: se colgó como delantal una bandera de México, se puso una corona de flores verdes, blancas y rojas en la cabeza y sostuvo el cartel que ella misma hizo y que decía “La patria no se vende, se ama y se defiende” con un dibujo del águila de Hecho en México.
Pero quizá las gorras fueron el objeto propagandístico estrella. En las calles aledañas al zócalo, previo al inicio de la asamblea informativa sobre aranceles, se regalaron como pan caliente que sale del canasto miles de gorras blancas únicamente con una bandera de México estampada al centro.
Algunas de esas gorras fueron incluso autografiadas por Sheinbaum cuando se despedía del zócalo y saludó a algunos simpatizantes de su movimiento.
Pero otras gorras que captaron la atención fueron las inspiradas en MAGA de Trump.
Make America Great Again o “Haz a los Estados Unidos grande otra vez”, es el eslogan emblemático de Trump conocido como MAGA, el cual fue utilizado por el magnate en una gorra roja desde su primera campaña presidencial y que, ahora en su segundo periodo, tomó mayor fuerza entre sus votantes.
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En la plancha del zócalo se vendieron gorras MAGA, pero antitrumpistas. Para apoyar a Sheinbaum las gorras comercializadas durante la asamblea fueron de color guinda, el color institucional de Morena.
Make America Mexicana Again era el eslogan de las gorras a la mexicana, las cuales se podían comprar por US$20. “Están bordadas y traen el MAGA para el Trump”, dijo el vendedor apostado en la explanada. Para otros gustos, había gorras con el eslogan #TenemosMuchaPresidenta.

Al termino de la asamblea, hubo personas que permanecieron en el Centro Histórico para exhibir sus consignas. Es el caso del señor Iván, quien permaneció sosteniendo su cartel en medio de las corrientes de personas que buscaban abandonar el zócalo tras aguantar horas la exposición a los rayos del sol.
“Consuman lo hecho en México, hay muchos productos de México”, invitaba a los asambleístas mientras sostenía su cartel que también criticaba que el mundo está batallando contra Trump y su colaborador, el dueño de Tesla, Elon Musk.
Desde comprar atún Dolores o jugos Jumex, marcas mexicanas, hasta llamar Golfo de México el que para Trump es Golfo de América. “No al imperialismo”, exclamó.
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La segunda pausa arancelaria concluirá el 2 de abril, cuando EE.UU. anunciará aranceles recíprocos para todos los países, pero bajo ese contexto, Sheinbaum está confiada de que no habrá aranceles para México porque el país no cobra tarifas a su principal socio comercial, no habría cobro de aranceles en su contra.
Aunque la presidenta apeló a que el dialogo será lo que prevalecerá en la relación con EE.UU., pidió a los asistentes estar atentos e informados por si es necesario, nuevamente convocarlos al zócalo. “¿Están de acuerdo?”, preguntó Sheinbaum; mientras que los “claudistas” respondieron ¡sí!, ¡el pueblo unido, jamás será vencido!
Sheinbaum aprovechó para enviar desde el zócalo un saludo a AMLO, como se le conoce al expresidente. “¡Saludos al Presidente López Obrador hasta Palenque!” y para recordar que el 1 de junio habrá, por primera vez, la elección del Poder Judicial.
La presidenta, por cierto, ha utilizado con especial énfasis en medio del amago arancelario una frase obradorista que es piedra angular en el discurso de Morena: “somos un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, con la que promete no divorciarse de la gente en su sexenio.
Sheinbaum dedicó una hora a su mensaje, tras concluir, agradeció la presencia de miles de simpatizantes y se despidió de sus invitados en la primera fila, su madre Annie Pardo Cemo; su esposo, Jesús María Tarriba; y la escritora Elena Poniatovska.
De quienes no se despidió pese a estar en esa misma fila fue de Andrés López Beltrán, hijo de AMLO y actual secretario de Organización de Morena; Luisa María Alcalde, presidenta nacional de Morena; y los líderes parlamentarios de Morena, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, y del Partido Verde, Manuel Velasco.
Cuando Sheinbaum llegó al zócalo, saludó a sus invitados, pero los anteriormente mencionados se distrajeron e ignoraron el paso de la presidenta, lo que terminó por robarse los reflectores en un momento en que el mensaje al exterior debe ser de unidad.