Bloomberg — Se trata de unas elecciones sin precedentes en México. Esta vez, no hay estadios abarrotados de partidarios. Y las caras sonrientes de los candidatos —habitualmente omnipresentes— brillan por su ausencia en la televisión y en las vistosas vallas publicitarias. Pero lo que está en juego no podría ser más importante.
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El domingo 1 de junio, los mexicanos iniciarán el proceso de elegir a sus jueces entre miles de candidatos, en su mayoría desconocidos, por medio de unas elecciones que los críticos califican de experimento radical que podría poner fin a la independencia del poder judicial.
La presidenta Claudia Sheinbaum, firme defensora del proceso, desestima las críticas. Asegura que estas elecciones, las primeras de este tipo, profundizarán la democracia al transformar los tribunales del país con juristas en los que confíe la ciudadanía. Insiste en que acabarán con la corrupción y el nepotismo.
La enorme complejidad del proceso, que incluirá al menos seis boletas codificadas por colores y cerca de 200 nombres para elegir por votante, augura una judicatura federal más politizada. Los escépticos temen que esto favorezca a Morena o incluso a los cárteles del crimen organizado. Las empresas, por su parte, advierten sobre el aumento del riesgo de inversión.
En todo el país, hay más de 3.000 candidatos compitiendo por 881 puestos.

El año pasado, tras confirmarse la intención de Morena de reformar el poder judicial, el peso y los activos mexicanos sufrieron una estrepitosa caída.
Con este nuevo sistema, México se unirá a Bolivia como el único país de América donde se elige por voto directo a sus jueces federales, incluyendo los del Tribunal Supremo de Justicia. En Estados Unidos, solo algunos jueces estatales y locales son electos de esta manera.
La ley prohíbe a los candidatos financiar sus campañas o acceder a medios tradicionales. Tampoco pueden ser respaldados por partidos ni celebrar mítines. Dependen de redes sociales y de sus propios medios para promocionarse, lo que ha generado una elección con escasa información.
“Yo no sabía que había una elección, no lo sabía ni conozco a los candidatos. Aún no decido si participar”, dijo Rocío Catalina, de 64 años, en Iztapalapa, la alcaldía más poblada de Ciudad de México. Describió el inminente proceso como “bastante complicado”.
En otras elecciones, su barrio estaría saturado de propaganda. Esta vez, no hay rastro de ella.
Aun así, algunos aspirantes a jueces han buscado destacar por medio de creativas campañas.
En mercados locales, puede uno toparse con una candidata a la Suprema Corte con megáfono en mano. En redes como X o TikTok, otros aparecen bailando. Incluso hubo un candidato que cortejaba votantes en Tinder.
Promovida por Morena, el partido de Sheinbaum, como una forma de deshacerse de los jueces a los que acusaba de bloquear indebidamente iniciativas importantes, la reforma se aprobó a finales del año pasado sin inconvenientes gracias a la mayoría parlamentaria del partido oficialista.
A pocos días de los comicios, muchos de los votantes afirman no conocer a la mayoría de los más de 3.000 candidatos.
“Ministro Chicharrón”
Los políticos están entrenados en el arte de ganar corazones, los jueces no. Estrategas de campaña ofrecieron paquetes para promover las ambiciones de los aspirantes a jueces y ofrecieron descuentos a quienes aceptaran que una sola persona coordinara una docena de campañas a la vez.
En un vídeo lleno de juegos de palabras en el que presume sus cualificaciones, un candidato presume estar “más preparado que un chicharrón” (una imitación de fritura de cerdo), lo que lo llevó a hacerse viral como el “Ministro Chicharrón” en internet. Otra se autodenominó “Dora la Transformadora”, en referencia al personaje de Nickelodeon, pero también aludiendo al legado de AMLO, definido como la “cuarta transformación”.

Estas estrategias buscan captar la atención en unas elecciones que podrían convocar a apenas una fracción de los 100 millones de votantes habilitados.
José Manuel Urquijo, director de la consultora Sentido Común Latinoamérica, estima una participación inferior al 20% o incluso de un solo dígito. Lo atribuye a la ausencia de campañas sólidas y de movilización. En contraste, en las presidenciales pasadas votó el 61%.
En México, a diferencia de otros países de América Latina, el voto no es obligatorio.
Urquijo, que también trabajó en una campaña de la Suprema Corte, señala el reto de que abogados sin experiencia electoral deban ahora actuar como candidatos.
“Son seres humanos desconocidos que van y te piden el voto”, dijo. Y la gente les pregunta: “Pero ¿tú quién eres?”.
Un domingo reciente, Arístides Rodrigo Guerrero, “Ministro Chicharrón”, recorría la Central de Abastos —el mercado de frutas y verduras más grande de la capital mexicana— repartiendo folletos ilustrados. Es uno de los más de 60 candidatos registrados a la Corte Suprema y, como es posible que los votantes no recuerden su nombre, lleva el número 48 impreso en su camiseta.
El candidato explicaba que en esta ocasión las boletas no incluirán los logotipos de ningún partido político, que en otras elecciones aparecen junto a los nombres de los candidatos.
“A diferencia de otras elecciones, en esta no se va a votar por un partido político, en esta ocasión se va a votar por número. Yo soy el número 48 en la papeleta morada”, dijo y detalló cómo evitar marcas que podrían anular los votos. El candidato presentó ideas para modernizar los tribunales con inteligencia artificial y dijo que acercaría la justicia a “los que menos tienen” celebrando sesiones fuera de las sofocantes salas de los tribunales.
En total, los votantes elegirán nueve ministros de la Suprema Corte, cinco magistrados del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, dos magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial y más de 800 puestos. Además, en 19 estados habrá elecciones locales paralelas para jueces.
Un nuevo comienzo
La propuesta surgió del expresidente Andrés Manuel López Obrador, mentor de Sheinbaum, hacia el final de su mandato. Su presidencia estuvo marcada por múltiples enfrentamientos con los jueces, a los que a menudo tildaba de corruptos y desconectados de la realidad. Le enfurecieron especialmente las sentencias de la Suprema Corte que intentaron bloquear algunos de sus proyectos insignia, como la construcción del Tren Maya o la reforma eléctrica.
AMLO, como es conocido López Obrador, denunció fraude electoral en 2006 y 2012, aunque sus reclamos fueron rechazados por el tribunal electoral. Ahora, los miembros de esa institución serán elegidos por voto popular.
La reforma se aprobó en septiembre, el último mes de AMLO en el cargo. Para cierre de año, el peso mexicano había perdido casi una cuarta parte de su valor frente al dólar estadounidense —su peor resultado desde la crisis financiera de 2008— ante crecientes temores de que unos tribunales más politizados aumentaran la incertidumbre en la segunda economía más grande de América Latina.
Pero para sus partidarios, la elección de todos los jueces federales simplemente garantizaba un nuevo comienzo. La mitad de los jueces se elegirá ahora y la otra mitad en 2027.
En términos generales, la reforma acabó con un sistema basado en un modelo meritocrático marcado por exámenes y evaluaciones, que se remontaba a una reforma anterior promulgada en la década de 1990. El nuevo sistema basado en el voto popular reduce los requisitos de experiencia y edad mínima, lo que permite candidaturas sin historial judicial.
En el pasado, el presidente nominaba a los candidatos a la Suprema Corte y el Senado los confirmaba por mayoría calificada, en un proceso reservado a la élite política.

A principios de este mes, Fabiana Estrada Tena, otra aspirante al Tribunal Supremo, reunió a una docena de personas en casa de un profesor para hablar de sus propuestas. Exasesora de magistrados, criticó la falta de rendición de cuentas judicial.
“Cuando se habla de que este proceso nos dé la oportunidad de democratizar la justicia, es algo muy real”, dijo. “Una y otra vez, la Suprema Corte le ha fallado al pueblo de México”, afirmó y señaló casos mal gestionados de negligencia y abuso de poder.
Las boletas del domingo incluirán reglas de paridad de género, parte de un esfuerzo de larga data de la autoridad electoral mexicana, el INE, para garantizar equidad en cargos electivos. México ha registrado un aumento notable en la participación femenina en la política.
“Espero que cumplan”
Pese a las promesas de una mejor representación, la mayoría de los votantes sigue desconectada del proceso.
Según una encuesta publicada por El Financiero a principios de esta semana, el 52% dice estar poco o nada al tanto de las elecciones. La misma encuesta también reveló que entre los candidatos mejor situados se encuentran tres ministras de la Suprema Corte nombradas por AMLO: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. Todas ellas han mostrado cierta afinidad a las prioridades de Morena.
Otras encuestas muestran deseo de cambio: 27% de los consultados para LatamPulse, una encuesta realizada por AtlasIntel para Bloomberg News, considera la impunidad y la corrupción como el tercer mayor problema del país.
Amrit Singh, director ejecutivo del Rule of Law Impact Lab de la Facultad de Derecho de Stanford en California, advierte que las elecciones podrían asegurar una ventaja estratégica para Morena si logra movilizar a sus votantes.
Sin embargo, el impacto de sindicatos y operadores políticos no oficiales aún es incierto. Senadores de Morena realizaron una gira por todo el país para animar a la gente a votar.
En Nuevo León, donde se encuentra la capital industrial Monterrey, el partido Movimiento Ciudadano del gobernador manifestó su apoyo a varios candidatos a la Suprema Corte respaldados por Morena, según un informe del periódico Reforma publicado la semana pasada.
La propia Sheinbaum ha elogiado a las magistradas propuestas por AMLO que buscan continuar en sus cargos.
Entre las iniciativas neutrales, FEMSA anunció que ofrecerá café gratis en sus tiendas de autoservicio Oxxo a quienes voten este domingo.
Algunos electores, como Irma García Paniagua, de 63 años, esperan resultados reales de los nuevos jueces.
“Espero que cumplan lo que prometen”, dijo. “Porque muchas veces prometen el sol y las estrellas, pero cuando llegan a donde están, se olvidan por completo de quién los eligió”.
Sheinbaum ha remitido a los votantes a una página web del INE con las biografías de los candidatos. Pero revisarlas puede tomar horas. La presidenta publicó un video con instrucciones para votar con el objetivo de desmitificar el proceso.
No obstante, Roberto Omar Paredes, aspirante a juez de lo penal, reconoció lo complejo que será votar durante una jornada de campaña que culminó en un pequeño restaurante donde presumió sus credenciales con la gerente.
“Fui el mejor estudiante de mi promoción”, se jactó.
“Entonces, si mato a alguien, ¿puedes ayudarme?”, le preguntó la mujer con una sonrisa irónica. “No”, respondió él. “Pero podría ayudar con problemas de tráfico de drogas”. Ambos se echaron a reír.
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