Bloomberg — La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha descartado en repetidas ocasiones subidas de impuestos para ayudar a reducir el déficit fiscal. Pero una serie de nuevos gravámenes se esconden a plena vista en un proyecto de presupuesto para 2026 que su partido gobernante, Morena, está impulsando en el Congreso.
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El plan, que los legisladores de la cámara baja aprobaron la semana pasada, añade unos MXN$137.000 millones (US$7.400 millones) de ingresos a través de impuestos nuevos o incrementados sobre los refrescos, los videojuegos sangrientos, los cigarrillos y los jugadores con suerte, según un análisis del grupo de expertos local CIEP.
Sheinbaum ha presentado los llamados impuestos al pecado como una cuestión de salud pública, diciendo a los periodistas la semana pasada que están destinados a reducir el consumo de productos poco saludables.
Sin embargo, han generado duras críticas en el sentido de que Sheinbaum está dando marcha atrás en una promesa central de su campaña: que México no necesitaría una gran reforma fiscal, ni nuevos impuestos, para financiar una agenda que aboga por mantener la disciplina presupuestaria incluso ampliando aún más el gasto social.
Y aunque se espera que las subidas de ingresos sean aprobadas por el Senado, controlado por Morena, a finales de octubre, el riesgo de repercusiones políticas es real.
Tales impuestos al pecado suelen pesar más sobre los pobres, los mismos mexicanos que forman la columna vertebral tanto de Morena como de la perdurable popularidad del presidente.
“Los funcionarios pueden tratar de negar que se trata de una reforma fiscal con un golpe directo a los bolsillos de los mexicanos, pero la evidencia es abrumadora”, dijo Marco Cancino, un experto en finanzas públicas que argumenta que Sheinbaum debería dedicar los nuevos ingresos fiscales a programas de salud pública.
“El dinero es escaso”, agregó Cancino. “Fueron a por él en productos que pueden etiquetar como poco saludables”.
La oficina de Sheinbaum no respondió a preguntas detalladas sobre los nuevos gravámenes. Pero ha apuntado a los datos para rechazar la idea de que sólo intenta llenar las arcas públicas y cerrar las brechas presupuestarias.
Durante años, México ha ostentado la distinción de ser el mayor consumidor per cápita de Coca-Cola del mundo, y Sheinbaum señala a menudo que las enfermedades crónicas como la diabetes son especialmente mortales en el país. El consumo excesivo de refrescos y otros sabrosos alimentos ricos en calorías mata al menos a 100.000 mexicanos cada año, lamentó en una reciente conferencia de prensa matutina.
“El objetivo es prevenir, prevenir y prevenir”, dijo la semana pasada.
El plan presupuestario propone elevar los impuestos sobre las bebidas azucaradas a MXN$3,08 por litro, un aumento del 90% respecto a la tasa actual. Incluso los refrescos azucarados sin calorías se enfrentarán a un nuevo gravamen, aunque a un tipo más bajo tras un intenso cabildeo de la industria. La propuesta estima que los ingresos procedentes de dichas bebidas superarán los MXN$75.000 millones en 2026, casi el doble del total previsto para este año.
Los principales directores ejecutivos de la industria han criticado el impuesto en los últimos días. Mientras que el jefe global de Coca-Cola Co, James Quincey, lo describió como “un aumento significativo”, el máximo ejecutivo de la embotelladora local Arca Continental, Arturo Gutiérrez, dijo a los inversores que el impuesto obligaría a la empresa a subir los precios al menos un 8% más la inflación.
El plan también eleva los impuestos sobre las ganancias del juego del 30 al 50% y añade un gravamen del 8% sobre los videojuegos sólo para adultos que incluyan derramamiento de sangre y lenguaje soez. Los fumadores de cigarrillos se enfrentarán a un impuesto gradualmente más alto que, según las previsiones, alcanzará los MXN$23 por paquete a finales de la década, un aumento del 80% respecto a la tasa actual.
El plan de la Cámara de Diputados también golpea a las plataformas de comercio electrónico con un nuevo gravamen que les obligaría a retener el 10,5% de las ventas de los minoristas que utilicen sus servicios. El presupuesto no incluye una cifra estimada de ingresos por ese impuesto, lo que ha provocado la ira de la industria.
David Geisen, director para México de MercadoLibre, la calificó como “con mucho, la política más perjudicial” para el sector en una publicación en las redes sociales la semana pasada. La firma, la mayor empresa de comercio electrónico de América Latina, calcula que un millón de pequeñas y medianas empresas podrían enfrentarse al impuesto.
Se espera que el gobierno mexicano recaude el próximo año la cifra récord de MXN$10,1 billones de pesos, de los que las nuevas y más elevadas tasas constituirán sólo una pequeña parte. Se prevé que una parte aún mayor provenga de la promesa central de Sheinbaum de aumentar los ingresos con una mejor recaudación de impuestos.
Sheinbaum logró reducir el déficit presupuestario de 2025 después de que su predecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador, gastara a lo grande en el último año de su mandato. Aún así, el plan para 2026 prevé que el déficit fiscal alcance el 4,1% del producto interior bruto, más o menos igual que los números rojos estimados para este año.

Con un control tan firme del poder, los legisladores de Morena parecen dispuestos a capear el posible revés de los impuestos, sobre todo si los mexicanos no se tragan los argumentos de Sheinbaum a favor de la salud. Pero no todos están de acuerdo.
Gerardo Esquivel, un economista de izquierdas con estrechos vínculos con el partido, calculó que el impacto del impuesto sobre los refrescos sería ocho veces mayor en los mexicanos pobres que en los de altos ingresos.
“Está muy bien tratar de recaudar más ingresos con la promesa de aumentar los recursos para la atención médica”, escribió Esquivel en una reciente columna periodística. “La pregunta es por qué se considera preferible hacerlo mediante un enfoque tan regresivo”.
--Con la colaboración de Kristina Peterson y Maya Averbuch.
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