Bloomberg — El primer ministro canadiense, Mark Carney, contraatacó al proteccionismo del presidente estadounidense, Donald Trump, en la industria automotriz, afirmando que la cadena de suministro entrelazada de Norteamérica hace que los fabricantes estadounidenses sean más competitivos en costos.
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Carney, recién llegado de un viaje para reunirse con Trump en Washington, dijo el miércoles 8 de octubre por la noche a una multitud de ejecutivos de empresas que el acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá fortalece a la industria estadounidense.
“Para que Estados Unidos sea plenamente competitivo, para ser competitivo a nivel mundial en el sector del automóvil, se necesita el T-MEC”, dijo el primer ministro en una conferencia patrocinada por el Banco de Montreal. Añadió que “no todo el mundo comparte esa opinión en este momento, por lo que es una discusión real.”
Trump firmó el T-MEC durante su primer mandato tras negociar normas más estrictas sobre la proporción de componentes norteamericanos que deben incluirse en un vehículo para poder optar a un comercio libre de aranceles. Pero en los primeros meses de su nuevo mandato, impuso aranceles a los vehículos fabricados en el extranjero, incluidos los ensamblados en Canadá y México.
Durante la visita de Carney a la Casa Blanca el martes, Trump utilizó la industria como ejemplo del “conflicto natural” entre las dos naciones, que han tenido acuerdos comerciales que cubren la fabricación de automóviles desde la década de 1960.

“Él quiere fabricar coches, nosotros queremos fabricar coches, y estamos en competencia”, dijo Trump en el Despacho Oval mientras se sentaba junto a Carney. “Y la ventaja que tenemos es que disponemos de este mercado masivo”.
Los aranceles de Trump han puesto los pelos de punta al sector automovilístico canadiense, pero también han afectado a las empresas con sede en Estados Unidos. General Motors ha paralizado temporalmente una planta canadiense y ha amenazado con reducir la producción en otra. Stellantis, que fabrica vehículos en Windsor, Ontario -al otro lado de la frontera con Detroit- recortó turnos en esa instalación en torno al momento en que entraron en vigor los aranceles.
El secretario de Comercio de EE UU, Howard Lutnick, hablando antes el miércoles en la misma conferencia empresarial de Toronto, repitió la postura de Trump de que EE UU no quiere que se fabriquen coches en Canadá.
Pero desenredar la larga y estrechamente entrelazada cadena de suministro es un reto inmenso. La Casa Blanca amenazó a principios de este año con imponer aranceles a las piezas de automóviles procedentes de México y Canadá, pero se echó atrás tras las advertencias de la industria de que tal medida crearía rápidamente enormes problemas en las fábricas estadounidenses.
Los responsables de la industria canadiense afirman que los vehículos ensamblados en Canadá suelen tener al menos un 50% de piezas estadounidenses. El año pasado, Estados Unidos exportó US$29.500 millones en piezas de automóvil a Canadá, mientras que importó US$19.500 millones de su vecino, según datos del Departamento de Comercio estadounidense.
Canadá es también, con diferencia, el mayor comprador extranjero de vehículos de pasajeros y camiones ligeros estadounidenses, con US$23.200 millones de compras el año pasado. El siguiente fue Alemania, con US$7.500 millones.
En el acto celebrado en Toronto, Carney reiteró su opinión de que el proteccionismo de Trump ha alterado de forma permanente los lazos entre los dos aliados de siempre. “Nuestra relación nunca volverá a ser lo que era”.
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