Bloomberg — Las interrupciones del transporte de cobre esta semana en Perú subrayan el creciente impacto de la minería informal en las corporaciones mineras globales que operan en la nación andina.
Frustrados por las restricciones normativas y la burocracia, miles de pequeños mineros de oro y cobre en Perú están protagonizando protestas, incluyendo bloqueos de carreteras que están bloqueando los flujos de cobre semiprocesado desde al menos dos minas clave hasta su puerto de embarque. Perú es el tercer mayor proveedor mundial de este metal para cableado.
Las minas, Las Bambas de MMG Ltd y Constancia de Hudbay Minerals Inc., se han visto frecuentemente afectadas por las protestas a lo largo del corredor sur de Perú. Pero normalmente las protestas han sido protagonizadas por comunidades que buscan un mayor beneficio económico de las grandes empresas mineras, o una protección medioambiental más estricta. Las Bambas, por ejemplo, ha vivido cientos de días de bloqueos durante la última década.
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Pero Las Bambas no ha visto muchas protestas como las de esta semana, en las que los que están detrás de los bloqueos luchan por el derecho a explotar ellos mismos las minas. Es una tendencia que solo se ha visto en el último año.
La subida de los precios del oro y el cobre ha impulsado la actividad informal en Perú, a medida que más residentes pasan de la agricultura de subsistencia a la minería artesanal, principalmente en concesiones en manos de grandes empresas. Eso está amenazando el desarrollo de la próxima generación de yacimientos gigantes, advierte la industria, además de añadir riesgo a un suministro mundial ya afectado por interrupciones desde Panamá hasta la República Democrática del Congo.
Además de las demandas reguladoras y legislativas, las protestas de esta semana muestran la emergencia de los mineros informales como fuerza social y política, mientras los líderes pugnan por desempeñar un papel en las próximas elecciones, según Iván Arenas, analista político peruano y especialista en minería y políticas públicas.
“Aquí hay dos motores principales: el crecimiento de la actividad informal a medida que suben los precios de los metales, y las elecciones”, dijo.
Las protestas se suceden en toda la nación andina. Pero Las Bambas y Constancia son las principales minas de cobre afectadas, dijeron personas informadas del asunto, que pidieron no ser identificadas por no estar autorizadas a hablar públicamente.
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Las interrupciones se limitan al transporte, sin reportes de protestas que afecten la producción en el sitio. Esto podría cambiar si las minas se quedan sin los suministros necesarios para operar o si se quedan sin espacio de almacenamiento. Una interrupción prolongada también comenzaría a afectar los envíos a fundiciones en China y otros lugares.
En Perú, muchos pequeños mineros utilizan un registro temporal llamado Reinfo, que les permite operar mientras pasan por el proceso de formalización. El programa se ha prorrogado hasta finales de año y la gran minería lo considera una tapadera para la actividad ilegal. Los mineros informales están presionando para que el registro deje de lado sus restricciones y se diseñe una nueva legislación para la minería artesanal.
El crecimiento de la minería informal le da “el poder de movilización para presionar y lograr reivindicaciones sin cumplir las normas medioambientales y laborales”, dijo el consultor Pablo O’Brien.
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