“Todos tienen responsabilidad”: ONU pide no culpar a Latinoamérica por ‘boom’ de cocaína

De acuerdo al Informe Mundial de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la producción ilegal de cocaína se disparó a 3.708 toneladas, casi 34% más que en 2022.

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28 de junio, 2025 | 07:00 AM

Bloomberg Línea — El actual ‘boom’ global de la cocaína no debe ser visto como problema exclusivo de Latinoamérica, sino que todos los países en la cadena deben asumir su responsabilidad en medio de la fase expansiva y los niveles récord que está alcanzado la producción de esta droga.

Así lo dijo a Bloomberg Línea Leonardo Correa, coordinador regional de la Oficina contra la Droga y el Delito o UNODC.

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El problema de la cocaína ha cobrado una dimensión global a medida que nuevos mercados entran a participar tanto en los cultivos como en la elaboración de la droga. Los últimos datos disponibles reflejan una realidad alarmante: la producción, incautaciones y consumo de cocaína alcanzaron nuevos máximos en 2023.

En su más reciente informe, UNODC refuerza que el mercado de la cocaína no sólo está relacionado con la fase de producción, sino que existe una larga cadena conformada por el tráfico, la comercialización y el consumo.

Esto “globaliza aún más el problema de la cocaína, lo saca de la región y dice: ‘mire, este boom de la cocaína afecta o debe estar en la agenda pública no sólo de los países en donde se cultiva coca, sino de todo el mundo’”, dijo Correa. “Todos tienen un rol. Tienen o han tenido una cierta responsabilidad en que ese ‘boom’ salga adelante. Me parece que ese es uno de los elementos centrales”.

Para Correa, “cada vez es más claro” que también hay cultivos de coca en Centroamérica y que se está transformando coca fuera de la región andina. “Hay mucha cocaína saliendo en forma de base para ser procesada en otros países, incluso en Europa”.

Se observa una expansión global con presencia de emisarios de los carteles mexicanos, brasileños, italianos y de los Balcanes con presencia en la región andina. “El problema sale de la región andina como tal y se convierte en un fenómeno global. La respuesta necesita una mayor coordinación transnacional”, dice el reporte.

Para reducir la mortalidad asociada al consumo de drogas, no basta con quitar las drogas: necesitamos mejorar las condiciones de salud de las poblaciones, mejorar el acceso a los sistemas de salud, hablar de las vulnerabilidades de los territorios, solucionar el tema de los grupos armados ilegales y la forma en como se lucran de toda esta situación.

Leonardo Correa, coordinador regional de la UNODC.

De acuerdo al Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de UNODC, la producción ilegal de cocaína se disparó en 2023 a 3.708 toneladas, casi 34% más que en 2022.

Entre tanto, las incautaciones mundiales alcanzaron un récord de 2.275 toneladas, lo que supone un aumento de 68% con respecto a 2019-2023.

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Y el consumo creció de 17 millones de usuarios en 2013 a 25 millones en 2023.

Mike Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la Administración de Control de Drogas estadounidense (DEA), dice que no sólo los países productores deben asumir responsabilidades, sino también todos aquellos que participan en la cadena del narcotráfico, especialmente los países consumidores.

“Tiene que ser una estrategia combinada, que se enfoque tanto en la producción como en el consumo", dijo Vigil a Bloomberg Línea. “Países como Estados Unidos y otros que consumen drogas ilícitas deben involucrarse fuertemente en mermar la demanda. Creo que es incluso más fácil disminuir el consumo que seguir desmantelando carteles. Puedes desarticular mil carteles, pero si la demanda continúa, se formarán más y más. Es una situación perpetua”.

Vigil no considera que la lucha antidrogas haya fracasado, sino que se requiere un cambio de estrategia, ya que, si bien agencias como la DEA han logrado desarticular estructuras como los carteles de Medellín y Cali, mientras exista consumo surgirán nuevos grupos

Por ello, insiste en la necesidad de una mayor coordinación entre países, el intercambio de información y un enfoque más sólido en la reducción de la adicción y la educación pública, lo que —según él— tendría un impacto más significativo.

Violencia y drogas, relación crítica en la región

Elecciones en Ecuador

Desde UNODC también se refirieron a la conexión entre crimen organizado y narcotráfico, una relación crítica en Latinoamérica ante la actual ola de violencia.

“Las tasas de homicidio en Colombia, Ecuador, inclusive en Uruguay han venido aumentando, y eso indica que hay una relación cada vez más fuerte entre una cosa y otra, que es importante atender”, dijo Correa.

A propósito, un reciente informe del Banco Mundial alertó que la región enfrenta niveles alarmantemente altos de violencia letal vinculada al crimen organizado, ya que mientras las tasas de victimización son tres veces superiores al promedio mundial, las de homicidios son ocho veces superiores.

Y aunque la población de Latinoamérica representa aproximadamente el 9% del total del mundo, esta registra un tercio del total de los homicidios, de acuerdo con el reporte Crimen Organizado y Violencia en América Latina y el Caribe.

“Hay una relación importante entre crimen organizado y narcotráfico, y esa relación puede traducirse en respuestas muy violentas. (...). Esta diversificación de los actores, estas condiciones de competencia entre grupos criminales, estas necesidades de colonizar o de acceder a los mercados, crea unos ambientes propicios para que muchas de estas competencias se diriman a través de la violencia”.

Leonardo Correa, coordinador regional de la UNODC.

En este marco, Correa consideró que no es posible descartar el “una gran parte de la violencia” en la región en la actualidad esté asociada con actividades criminales como el narcotráfico, pero no exclusivamente.

“En esto creo que es importante hacer claridad, en realidad los grupos criminales no están interesados en la cocaína o por lo menos no solo en la cocaína”, dice Correa. “Los grupos criminales están interesados en generar dinero utilizable. Y este es el elemento clave que debemos comprender”.

En este sentido, dijo que si la lucha exclusivamente en controlar la producción de cocaína, sin entender que el objetivo de los grupos es generar dinero, los criminales buscarán otros mecanismos para hacerlo.

“La única forma en que les sirve tener cocaína es si pueden venderla, si existe un mercado que les permita obtener dinero con ella, y que ese dinero lo puedan usar en algún momento. Es decir, el ciclo no se cierra únicamente con la producción de cocaína”, dijo Correa.

La cocaína es un problema, pero también surgen otras drogas

Los retos que tiene Latinoamérica para convertirse en un jugador más relevante pasan desde lo regulatorio hasta lo operativo.

De acuerdo al coordinador regional de la UNODC, aunque la agenda pública en temas de drogas está fuertemente centrada en la cocaína, también hay una alerta sobre la irrupción de otras drogas.

Por ejemplo, explicó que las metanfetaminas están adquiriendo dimensiones importantes en el Cono Sur, mientras que el tráfico de marihuana dentro de la región también comienza a articularse con el de otros bienes legales. “Es necesario comprender mucho mejor estos mercados”, dijo.

En cuanto al cannabis, el informe de este año hace énfasis en que las prevalencias en el grupo de edad de 15 a 16 años son mayores que en el grupo de 15 a 64 años. “Es decir, que hay una tendencia a que muchos más jóvenes estén consumiendo cannabis”.

Eso preocupa por las implicaciones sobre la salud, el aprendizaje, la concentración, el entorno familiar y la productividad, según el experto.

En 2023, cerca de 316 millones de personas consumieron alguna droga (excluidos el alcohol y el tabaco); es decir 6% de la población entre 15 y 65 años, frente a 5.2% de la población en 2013. Con 244 millones de usuarios, el cannabis continúa siendo la droga más utilizada, seguido de los opioides (61 millones), las anfetaminas (30.7 millones), la cocaína (25 millones) y el «éxtasis» (21 millones).

Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de UNODC.

La irrupción de las drogas de síntesis (también llamadas drogas sintéticas o drogas de diseño) también preocupan a UNODC.

“Casi la mitad de las drogas de síntesis que se incautan corresponden a drogas de tipo anfetamínico. Dentro de ellas, las metanfetaminas son las más presentes en las incautaciones. Y hay un 25% de esas incautaciones que son opioides sintéticos, concentrados geográficamente en el norte del continente”, precisó.

Señaló que “si bien ha habido una reducción de la cantidad de muertos asociados al consumo de drogas como fentanilo, que es un opioide sintético, en México sí se reportó un aumento para el último año”.

En el resto de la región, el fentanilo no aparece con tanta fuerza en el consumo, aunque sí como sustancia de corte, lo cual implica un riesgo alto.

En general, las metanfetaminas están más distribuidas en toda la región, mientras que el fentanilo sigue siendo más prevalente en Norteamérica.

El informe muestra que el consumo problemático de drogas aumenta más rápido que el consumo en sí mismo. Y la mortalidad asociada al consumo de drogas también está en aumento globalmente.

Esto se explica porque el impacto social del consumo no depende exclusivamente del tipo de droga, sino de las características individuales y del entorno.

Las personas en situación de vulnerabilidad tienen menor capacidad para soportar las condiciones del consumo, de acuerdo a UNODC.

De acuerdo a Correa, estas personas tienen menores condiciones nutricionales, pueden tener menor capacidad para tener acceso a servicio médico, pueden estar en entornos más violentos.

Eso podría explicar por qué el incremento del consumo general suele ir de la mano con un mayor consumo problemático, lo que a su vez se traduce en un aumento de la mortalidad.

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