La ausencia del lugar de nacimiento en los pasaportes uruguayos emitidos desde abril generó un conflicto diplomático con Alemania y Francia, dos países que ya impiden el ingreso de ciudadanos uruguayos que presenten la nueva versión del documento. La medida, implementada por el Gobierno de Uruguay en línea con recomendaciones internacionales, desató polémica tanto a nivel interno como externo.
“Siempre estamos dispuestos a cambiar si se complica la cosa. Lo resolveremos”, expresó este jueves el presidente Yamandú Orsi, al ser consultado por la prensa durante la asunción de los nuevos intendentes. “Si hay algo que haya que corregir, siempre estamos dispuestos”, añadió.
La modificación más notoria del nuevo documento fue el reemplazo del título “Nacionalidad” por “Nacionalidad/Ciudadanía”, asignando el código “URY” tanto a los ciudadanos naturales como a los legales. Esta decisión apunta a estandarizar la información con lo establecido por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que promueve prácticas comunes entre países para facilitar la movilidad humana.
“El Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio del Interior se encuentran trabajando a fin de encontrar una solución que no perjudique a los uruguayos y las uruguayas, y garantice su libre movilidad”, indicó Cancillería en un comunicado cuando estalló la controversia.
Francia y Alemania reaccionaron al cambio debido a que el lugar de nacimiento dejó de figurar en la primera hoja del documento. Según explicaron las autoridades uruguayas, esa omisión fue justamente lo que motivó la negativa de ingreso por parte de ambos países.
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La medida derivó en la convocatoria a consultas de los embajadores de Francia y Alemania. En ese marco, la canciller interina Valeria Csukasi y la subsecretaria del Interior, Gabriela Valverde, se reunieron con los diplomáticos europeos y defendieron la medida.
Explicaron que está enmarcada en normas internacionales de derechos humanos. “Responde a normas internacionales de Derechos Humanos, relativas a la facilitación de la movilidad humana, libre circulación e identidad, sin discriminación”, afirma Cancillería en su posicionamiento oficial.
La oposición no tardó en criticar con dureza, según recoge el portal de noticias Infobae. El senador nacionalista Sebastián Da Silva fue uno de los más enfáticos: “Se les fue advertido que en el mundo del sentido común tienen que estar las dos cosas: la ciudadanía y el lugar de nacimiento. Así le pasa a los pasaportes italianos”, dijo en declaraciones a Teledoce. Además, calificó la medida como “una torpeza” que responde a un “pensamiento esnobista”.
Orsi, por su parte, reconoció que la medida fue observada particularmente por Alemania, mientras que en el caso de Francia, aclaró, aún no hay una decisión final. “Tiene que ver con algún aspecto de lo que se hizo, que venía en línea con un protocolo que nos habían sugerido”, dijo el mandatario.
Según Orsi, él fue informado previamente por las carteras involucradas sobre los cambios que se estaban llevando adelante. “La otra vez me habían contado que estaban haciendo esto y me lo dijeron con alegría porque era un compromiso asumido con algunos organismos internacionales”, comentó.
Por el momento, el gobierno uruguayo no ha revertido la decisión, pero dejó la puerta abierta a realizar ajustes. Mientras tanto, se multiplican los esfuerzos diplomáticos para destrabar la situación con los países europeos. La Cancillería insiste en que el diseño actual del pasaporte está en línea con las recomendaciones de la OACI y que no altera los requisitos habituales para la tramitación del documento.
El Presidente concluyó que la decisión alemana es “un caso puntual”, aunque reconoció que no se trata de un asunto menor. En el centro del debate está la tensión entre estándares internacionales de derechos humanos y las exigencias prácticas de los países receptores.