Vivir en Cuba: “El dinero hay que estirarlo como un chicle y hacer magia con él”

Comer tres veces al día en Cuba es un privilegio y la principal preocupación de sus pobladores es la crisis alimentaria. Aquí, la primera parte de un reportaje que retrata la lucha diaria en la isla para no morir de hambre.

Cuba
Por Mel Herrera - Carlos Cuevas
04 de marzo, 2025 | 04:00 AM

Esta es la primera de tres entregas de un reportaje sobre el hambre en Cuba realizado por Bloomberg Línea. Para leer la segunda parte puede hacer clic en este enlace y la tercera, aquí.

La Habana, Cuba — Una fila de alrededor de 15 personas se extiende frente a un puesto de venta de alimentos habanero y obstruye el paso en un tramo de la popular y bulliciosa calle Reina, en Centro Habana.

No parece haber nada del otro mundo, y aun así todo el que pasa mira y pregunta qué venden. Unos siguen de largo al descubrir que se trata de pollo, picadillo y mortadela; otros se colocan al final.

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Una anciana de unos 80 años con el pelo canoso, recogido en un moño, mira su reloj con ansiedad mientras espera su turno. Lleva una bolsa de tela de la cual saca su monedero y cuenta el dinero con el que comprará las dos libras de picadillo, que le comentó a la señora de atrás.

Más adelante en la fila, un padre joven sujeta la mano de su hijo inquieto. Ya les falta poco para comprar, pero aun así el pequeño no parece contento. La espera ha sido larga y el calor de las once de la mañana, agobiante.

La fila crece y avanza lentamente. Ahora hay unas treinta personas pese a que los cubanos comunes y corrientes, los “de a pie”, cada vez tienen menos qué comprar y dinero con qué hacerlo. Aunque tal vez lo más exacto sea señalar que cada vez son menos los que pueden comprar.

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La conversación entre los que esperan es angustiosa. No se habla de otra cosa que no sea de la incertidumbre con la nueva administración estadounidense y su repercusión en la isla, la escasez de alimentos, los altos precios, la subida imparable del dólar, la “lucha”, las colas…

En Cuba son muy populares las colas, como comúnmente se les llama a estas filas para la compra de cualquier tipo de productos. Hasta por gusto se hacen. Para ver qué hay, aunque no se tenga la intención de comprar. Por curiosidad. Como si quienes no pueden alimentarse bien y saciarse con la comida suficiente en mano, al menos lo hicieran con lo que se le atraviesa por la vista.

Comer se ha convertido en la principal preocupación y motivo de estrés de las familias cubanas desde hace años, según el informe “El estado de los derechos sociales en Cuba” del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH). Al mismo tiempo, es a lo que destinan el 70% de sus ingresos, de acuerdo con datos ofrecidos por el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

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Principales preocupaciones Cuba

Julia Hernández es una abuela y ama de casa de 64 años que vive en el humilde barrio Los Sitios, en Centro Habana. Cada día sale temprano a la bodega a comprar los tres panes que le “tocan por la libreta” y ver si, de casualidad, “llegó algo nuevo”.

Sin embargo, desde hace tiempo en Cuba se extrañan ese tipo de “casualidades”.

Desde 2023, los cubanos han estado recibiendo cada vez menos alimentos subvencionados que, durante décadas, el Estado ha proporcionado a través de la libreta de racionamiento. Si bien esta canasta básica no alcanzaba para cubrir todo el mes, era un alivio y el principal sustento alimenticio de la mayoría de núcleos familiares. Ahora el panorama se vuelve más preocupante. Antes de finalizar el 2024, el Gobierno anunció su eliminación gradual.

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Apurada para regresar antes de que su nieto de dos años despierte, recorre cada mañana los puestos de venta de comida del barrio a ver qué encuentra y qué puede comprar con los 300 o 500 pesos que su hija, la madre del pequeño, le suele dejar.

“El dinero hay que estirarlo como un chicle y hacer magia con él”, dice Hernández a Bloomberg Línea. “Si compro una libra de picadillo o un trozo de jamonada (mortadela), no puedo comprar unas vianditas ni ensalada. Si compro una libra de frijoles, no me va a dar para comprar el pollo o el picadillo”.

Lo que se está viviendo en estos tiempos, asegura no haberlo vivido antes. “Aquí siempre hemos estado mal, pero no como ahora. Hay que estar en la lucha todos los días, viendo qué se resuelve por aquí y por allá, qué se inventa para uno poder llevarse un bocado a la boca. Y si tienes un niño es peor”, dice la abuela. “Uno es adulto y puede engañar al estómago con cualquier cosa, pero los niños no entienden”.

¿Cuánto cuesta comer en Cuba?

“Lucha” es un eufemismo que designa maneras alternativas de conseguir los alimentos, por ejemplo: mediante trueque, pidiendo a algún vecino, incluso robando o buscando entre la basura. “Invento” es preparar platos con lo conseguido en la “lucha”.

Según el OCDH, siete de cada diez pobladores de la isla se privan de desayunar, almorzar o cenar. Y el 54% de los hogares asegura irse a la cama con hambre, de acuerdo con Food Monitor Program (FMP), una iniciativa que lleva años evidenciando cómo el derecho a la alimentación es utilizado como un instrumento de control político.

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Un joven habanero, que ha preferido no dar su nombre por temor a represalias debido al clima represivo y al estricto marco legal que atenta contra la libertad de expresión en la isla, comenta a Bloomberg línea que para muchos el desayuno en Cuba consiste en agua con azúcar o café, en caso de conseguirse, pero un gran número de familias lo pasan por alto completamente.

Crisis alimentaria - La Habana - Cuba

Hay quienes almuerzan con el pan de 60 gramos entregado a diario por el Estado y reservan el “plato fuerte” para la comida de la tarde noche, cuando están todos en casa. Otros guardan el pan como refuerzo para la noche, generalmente las familias con niños, o para que estos lo lleven de merienda a la escuela.

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La “comida fuerte” usualmente es un muslo o un contramuslo de pollo —ripeados muchas veces para que rinda más—, una pequeña porción de picadillo o embutidos (salchichas, mortadela, salame). Pueden ir acompañados con arroz, harina de maíz o viandas —boniato, plátano, calabaza—, que a su vez se complementa con un poco de frijoles, chícharos o alguna sopa de sustancia, preparada con agua, sal y huesos de pollo.

Comer pollo, pescado y la tan anhelada carne de cerdo es un lujo para muchísimos cubanos.

En el primer semestre de 2024 el salario promedio en Cuba aumentó de 4.648 pesos a 5.750 pesos apenas (US$17 al cambio actual en el mercado informal), según datos ofrecidos por el economista cubano Omar Everleny Pérez Villanueva.

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Es un sueldo que todavía es insuficiente si tenemos en cuenta que una libra de carne de cerdo cuesta entre 800 y 900 pesos; de pollo, sobre los 300 pesos, y de pescado, entre 200 y 400 pesos; valores que cambian entre provincias y municipios, y según tipo y la calidad.

Además, de acuerdo con estimaciones del mismo economista, una familia cubana necesita unos 20.000 pesos al mes para cubrir sus necesidades básicas, cifra que excede ampliamente el salario promedio.

“Una comida de arroz, picadillo, plátano frito y ensalada de col se te monta en más de 1.500 pesos (arroz 750 la bolsa de 1kg, picadillo 300, plátano 250, col 300), sin contar los frijoles”, dice Marlen B., una residente de La Habana, de 59 años, que ha solicitado que se omita su apellido para evitar problemas en su trabajo estatal.

Otra mujer, de 62 años, entrevistada también bajo anonimato por miedo a represalias, comenta que el arroz con pollo y el arroz con picadillo son un lujo, para un día especial. Un día normal lo que come es arroz con viandas, arroz con “invento”, con lo que aparezca. Su chequera mensual no le alcanza para más.

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El picadillo al que hacen referencia, es desde hace un buen tiempo el plato principal de la dieta de los cubanos, es en teoría carne molida de soya, de pollo o de res, aunque la médico cubana Daily Coro, del OCDH, explica a Bloomberg Línea que si bien quita el hambre, realmente desconoce sus ingredientes y su valor nutricional.

No solo el pollo es un lujo que los cubanos reservan para contadas ocasiones, sino también los huevos. Actualmente, un cartón con 30 unidades ronda los 3.000 pesos, y en 2024 llegó a costar 3.500 pesos.

reflejan altos costos de producción entre un 100 y 125% desde hace ocho meses. (Foto con fines ilustrativos).

Lo que puede llegar a costar un paquete de café, 1.600 pesos, representa casi lo mismo que una pensión mínima en la isla, 1.528 pesos, unos US$4,5, rubro que cobran mensualmente alrededor de 800.000 adultos mayores jubilados. Claro, eso si se encuentra en los particulares o en las micro, pequeñas y medianas empresas privadas, conocidas como mipymes. Pueden pasar semanas y no se consigue.

“Además de que escasea todo, hay que caminar bastante para encontrar algo que puedas comprar. Y los precios van en alza, a veces en cuestión de horas”, dice Marlen B. “El sábado antepasado yo fui al mercado de Egido y vi tomate a 80 pesos la libra, llegué a mi casa, se lo dije a mi primo y cuando fue, ya estaban los mismos tomates a 100″.

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Productos como el arroz, básico en la dieta de los cubanos, el azúcar o el aceite suelen escasear por temporadas, “y cuando los encuentras es en las mipymes a precios con los que no se puede, porque además los suben más”, lamenta Marlen B.

Las mipymes fueron aprobadas por el Gobierno en 2021 ante su imposibilidad de satisfacer la demanda de alimentos, “bajo estrictos controles de importación y una prohibición de entrar al mercado al por mayor”, dice Yaxys Cires, director de Estrategia Política del OCDH, a Bloomberg Línea.

A finales de 2024, mediante un Decreto del Ministerio del Comercio Interior, el Gobierno impuso nuevas restricciones a las mipymes y trabajadores por cuenta propia en el comercio mayorista, limitando sus operaciones únicamente a entidades estatales, lo que refuerza el control estatal sobre la economía y reduce la flexibilidad del sector privado.

Estas mipymes tienen, desde entonces, un plazo de noventa días para modificar su objeto social si desean continuar este tipo de actividad, mientras que las licencias de comercio mayorista previamente aprobadas serán canceladas automáticamente.

La crisis alimentaria se agrava en las periferias de Cuba, incluso en Santiago, conocida como la “Ciudad Héroe”. Allí, sus pobladores deben cocinar con leña y a veces en la madrugada, cuando hay luz eléctrica. Los detalles, en la segunda parte de este reportaje elaborado por Bloomberg Línea.

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