De ruina militar a refugio de lujo: empresario vende isla de Gales por US$3,9 millones

Este emblemático enclave costero es en la actualidad propiedad del empresario tecnológico Mike Conner, exCEO de Appsbroker.

Isla
Por Sarah Rappapport
06 de agosto, 2025 | 04:20 PM

Bloomberg — Thorne, una isla privada de 1 hectárea frente a la costa de Pembrokeshire, en el suroeste de Gales, ha salido a la venta por 3 millones de libras (US$3,9 millones) con Strutt & Parker. El fuerte de la época victoriana se construyó como puesto defensivo para la base naval de Milford Haven y solo se puede acceder por barco o helipuerto. Ha sido completamente renovado y sus 750 metros cuadrados incluyen cinco dormitorios y un bar en la azotea. La isla Thorne es completamente autosuficiente gracias a generadores, paneles solares y bombas de calor.

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Este emblemático enclave costero es en la actualidad propiedad del empresario tecnológico Mike Conner, exCEO de Appsbroker. Adquirió la isla en 2017 después de ver un video sobre esta en YouTube.

En aquella época se hallaba en estado de abandono, pero él vio su potencial como proyecto y se animó a emprender el reto. “Siento que, cuando estás sentado en la oficina, en ocasiones necesitas algo que te estimule más allá de tu familia y amigos”, afirma Conner al referirse a la compra de la propiedad. “Thorne ha sido un gran alivio para el estrés”.

Connor habla con entusiasmo sobre la sensación de fascinación infantil que le produce el viaje a su complejo en Thorne. “Es como un tren de juguete muy caro”, comenta. “Es simplemente un lugar al que ir en bote y jugar con una grúa y generadores y arreglar cosas”.

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Conner añade que también ha celebrado grandes fiestas en la isla, incluido un evento memorable en el que 80 invitados pasaron la noche.

“Es un ambiente tan diferente. Nadie está mirando el teléfono y todo el mundo está muy emocionado por los barcos y por estar aquí”, dice Conner. “Así quque solo está a unos 300 metros de tierra, parece como si estuvieras en un país diferente”.

La entrada principal es a través de las puertas históricas, a un vestíbulo con una recepción de planta abierta, comedor y sala de estar con ladrillo visto. Las habitaciones están espaciadas alrededor de los muros exteriores del fuerte y ofrecen vistas panorámicas de la costa de Pembrokeshire.

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Conner recuerda los días que pasó trabajando desde la oficina que creó para él en la isla y viendo pasar volando halcones peregrinos y pescadores de langosta navegando junto a su ventana. “Es un contraste tan agradable con trabajar desde casa y mirar por la ventana a una calle como vista”.

Dice que ha puesto la isla a la venta porque su familia no va a Thorne con frecuencia. “Tenemos un yate muy bonito en Croacia, y mis hijos tienen 22, 19 y 14 años, y prefieren navegar por el Mediterráneo en él antes que ir a Gales”.

Transformación de la isla Thorne

El fuerte que domina la isla se construyó en la década de 1850, durante un periodo de preocupación británica por la fortaleza de la armada francesa; podía albergar a unos 100 soldados. Su necesidad como puesto militar se desvaneció con el tiempo, y el gobierno lo vendió en 1932 y lo convirtió en un hotel antes de dejarlo en decadencia.

Conner dice que cuando lo compró, el fuerte estaba en mal estado y necesitaba una gran inversión. Gastó unos £2 millones (US$2,67 millones) en la compra y en las obras de renovación.

El fuerte estaba inundado y no tenía electricidad cuando Conner lo compró. “Era la propiedad más vista en Rightmove ese año, y estaba abandonada”, dice. “La idea de restaurar un edificio y averiguar cómo funcionaría toda esta nueva tecnología, como la ósmosis inversa para el suministro de agua, con lo que ya habían hecho los victorianos, me atrajo mucho”, dice.

Durante los cuatro años que duró la renovación, un equipo de construcción vivió en los barracones originales de la isla y volvía al continente en turnos rotativos.

Los barcos no eran suficientes para hacer llegar los suministros necesarios, dice Connor, así que hubo “dos días increíbles de helitransporte”, durante los cuales se transportaron por aire a la isla materiales esenciales para las obras de renovación.

“Teníamos ocho personas en la isla y ocho en tierra firme enganchando diferentes cargas a los helicópteros y yendo y viniendo”, dice. “Fue realmente un esfuerzo épico”. El equipo de construcción también instaló una grúa de 10 metros (33 pies) con su propio motor para ayudar en el proceso.

Conner dice que la naturaleza de la isla hizo que algunos aspectos de la construcción fueran especialmente complicados.

“Debido a que fuera de la isla hay un rango de marea de 8 metros, no se pueden dejar las embarcaciones en el agua. Hay que sacarlas; si la marea baja, quedarán colgadas de una cuerda”, explica. “Así que tuvimos que hacer muchas cosas para que la construcción fuera viable”.

Garantizar que el fuerte pudiera funcionar sin la red eléctrica, de forma sostenible, también fue un reto, dice, incluido el proceso de instalación de un biodigestor para procesar los residuos.

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“Hubo que excavar el patio y hacer un agujero muy profundo para el biodigestor porque, para los victorianos, las aguas residuales salían directamente al mar, cosa que ya no se puede hacer en una zona de conservación marina”, explica Connor.

La isla cuenta ahora con paneles solares y su propio generador para la calefacción y el agua, lo que la hace completamente autosuficiente.

Thorne es ahora principalmente un lugar de diversión para los amigos y la familia de Conner, y algunos VIP, como el jugador de rugby inglés Ben Morgan, que vino en helicóptero de visita. El diseño cuenta con mucho espacio para el entretenimiento: el fuerte tiene una gran terraza, una sala de juegos y un bar en la azotea.

Conner dice que el próximo propietario de Thorne podría ser un hotelero de alto nivel que quiera convertir la isla en una propiedad exclusiva tipo Soho Farmhouse. “O un YouTuber que quiera un gran fondo”, añade.

Aún así, Conner dice que Thorne cumplió su propósito original para él. Dice que ha aprendido mucho en los últimos ocho años, ya sea sobre el manejo de embarcaciones en tormentas o sobre cómo configurar energías renovables o crear agua potable fiable fuera de la red. “Ha habido un sinfín de retos interesantes”, dice Conner. “Ha sido muy agradable”.

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