Bloomberg — Nicolas Sarkozy ingresó el martes por la mañana tras su condena por conspiración criminal el mes pasado, marcando la primera vez que un expresidente francés va a la cárcel.
Sarkozy salió de su casa de la mano de su esposa Carla Bruni y saludó a una multitud de personas congregadas mientras subía a un vehículo negro. Un rato después, su Renault atravesó una puerta blanca de la prisión de París, cerrándose tras él.
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Es poco probable que cumpla la condena completa de cinco años y puede presentar inmediatamente una solicitud de puesta en libertad, que suele tardar un mes en tramitarse.
Por razones de seguridad, el expresidente francés permanecerá en régimen de aislamiento. Ha declarado a la revista Le Figaro que para pasar el tiempo tomará los dos volúmenes de de Alexandre Dumas y una biografía de Jesús de Jean-Christian Petitfils. Añadió que planea escribir un libro.
“Mientras me preparo para cruzar el muro de la cárcel de la Santé, mis pensamientos se dirigen a los franceses de todas las condiciones y opiniones”, dijo Sarkozy en un mensaje en las redes sociales el martes. “Quiero decirles con una fuerza inquebrantable que no es un ex presidente de la república el que está encarcelado, sino una persona inocente”.
El encarcelamiento de Sarkozy se produce en un momento de prolongada agitación política en Francia desde que el presidente Emmanuel Macron convocó elecciones anticipadas el año pasado que desembocaron en un Parlamento profundamente dividido. Cuatro gobiernos diferentes han ido y venido desde entonces, con el último liderado por el primer ministro Sebastien Lecornu en terreno frágil a pesar de sobrevivir a los votos de censura la semana pasada.
Sarkozy, que fue condenado el 25 de septiembre después de que sus ayudantes supuestamente buscaran financiación electoral del régimen del líder libio Moammar Gadafi, ha negado sistemáticamente cualquier delito. El tribunal de París desestimó una serie de cargos, entre ellos el de corrupción, y condenó a Sarkozy por responder a una oferta del régimen del difunto Gadafi para financiar su campaña presidencial en 2007 formando una conspiración criminal.
En Francia, el ascenso y la caída de Sarkozy han sido objeto de un gran debate. Captó la imaginación del electorado y ganó la presidencia en 2007 aportando un nuevo lenguaje político que proyectaba dureza en materia de ley y orden e inmigración.
Pero poco después fue criticado por celebrar su victoria presidencial con presidentes y estrellas del espectáculo y escaparse unos días en el yate del multimillonario Vincent Bolloré. Cinco años más tarde, un Sarkozy profundamente impopular perdió por poco su reelección en un contexto de deuda pública récord y desempleo creciente.
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El pasado fin de semana, días antes del encarcelamiento de Sarkozy, Macron se reunió con el exjefe del Estado francés.
“Siempre he sido muy claro en mis declaraciones públicas sobre la independencia del poder judicial”, dijo Macron el lunes, durante un viaje en Eslovenia. “Pero era natural que, en el plano humano, recibiera a uno de mis predecesores”.
Con la colaboración de Samy Adghirni.
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