Bloomberg — Las caravanas de ayuda humanitaria se expondrían a ataques militares de Estados Unidos tras el cierre de un sistema diseñado para alertar a las autoridades del Pentágono de su presencia en zonas de guerra, como parte de la medida de la administración Trump de cerrar la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés).
Desde hace aproximadamente diez años, la USAID había estado recopilando la ubicación de las agencias de ayuda humanitaria en zonas conflictivas a nivel mundial y compartiéndola con los funcionarios del Departamento de Defensa encargados de determinar qué objetivos atacar.
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Es una red de comunicación en tiempo real, que con regularidad se actualiza varias veces al día, cuyo objetivo es garantizar la seguridad de los trabajadores que prestan ayuda a la población civil en zonas de conflicto.
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Dicho “sistema de notificación humanitaria” ha permanecido cerrado durante más de una semana, según dos funcionarios de EE. UU., después de que la administración Trump paralizara prácticamente todo el trabajo de la agencia.
Estos funcionarios han pedido no ser identificados por temor a perder sus puestos de trabajo. La Administración ha prometido recortar la plantilla de USAID de diez mil a trescientos empleados y ha implementado un congelamiento de los fondos de ayuda exterior.
Ambos funcionarios señalaron que el gobierno ha puesto a los miembros del equipo de USAID responsables del mantenimiento del sistema de notificación en licencia o ha bloqueado a los que permanecen en sus puestos.
Esta decisión ha puesto en peligro la vida de ciudadanos de EE.UU. y otros trabajadores humanitarios en países donde Estados Unidos lleva a cabo operaciones militares, como Yemen y Siria.
La Casa Blanca dirigió las preguntas sobre el cierre del sistema al Departamento de Estado, que no respondió a las peticiones de comentarios. El Departamento de Defensa tampoco respondió a las solicitudes.
En un mes normal, se transmiten cientos de notificaciones al ejército estadounidense sobre la actividad de ayuda sólo en Yemen, dijo uno de los funcionarios. El sistema formal para manejar esta información se desarrolló hace aproximadamente una década, después de que el ejército estadounidense comenzara las operaciones contra el Estado Islámico, el grupo militante musulmán suní.
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Incluso cuando el sistema de notificación funciona, no hay garantías de que los beligerantes no ataquen hospitales, almacenes de alimentos o camiones que transportan medicinas y otros suministros esenciales. En 2015, el general estadounidense de más alto rango en Afganistán confirmó que un ataque aéreo estadounidense destruyó un hospital gestionado por Médicos Sin Fronteras, matando al menos a 22 personas e hiriendo a docenas más de pacientes y personal.
En otros conflictos, los grupos de ayuda han llegado a desconfiar de estos sistemas de notificación por temor a que algunos militares simplemente hagan caso omiso de los avisos o utilicen las alertas para dirigir sus operaciones.
Esas preocupaciones surgieron el año pasado en Gaza, por ejemplo, después de que la organización de ayuda World Central Kitchen notificara a las fuerzas israelíes la ruta de su convoy de ayuda alimentaria, pero fueron atacados de todos modos, matando a siete trabajadores humanitarios. El ejército israelí dijo que pensaba que estaba apuntando a hombres armados, pero más tarde reconoció el error.
Varios grupos de ayuda que trabajan en zonas de conflicto no respondieron a las peticiones de comentarios. Dos organizaciones dijeron que no podían comentar la situación por temor a represalias por parte de la administración.
Pero funcionarios y ex funcionarios estadounidenses han dicho que un sistema bien gestionado puede ser una pieza vital para hacer más seguro el trabajo de ayuda, y que su ausencia pone en peligro a los trabajadores humanitarios.
“La gente que está en zonas de conflicto sabe que existe un riesgo, pero cerrar imprudentemente un mecanismo tan importante no ayuda a ninguna de las partes implicadas”, dijo Michelle Strucke, ex vicesecretaria adjunta de Defensa para Alianzas Globales que dejó el cargo en 2023. “Simplemente recrea un agujero negro de información. Es malo para los militares. Es malo para los trabajadores humanitarios. Y es malo para los civiles”.
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