Hace tiempo que sabemos que el presidente Donald Trump es un negacionista del cambio climático. Y también sabíamos que, durante la pasada campaña, Trump prometió hacer realidad los sueños de los magnates de los combustibles fósiles si apoyaban su candidatura.
Sin embargo, nada podría habernos preparado para la magnitud o la intensidad del asalto a la acción contra el cambio climático que Trump ha desencadenado durante sus primeros meses en la Casa Blanca.
Es posible que hayas visto uno o 20 reportajes de prensa en las últimas semanas en los que se detalla parte de esta actividad. Pero lo más probable es que no sepas ni la mitad. He aquí algunos de los más relevantes:

Cada agencia relacionada con el clima (es decir, prácticamente todas) se ha visto implicada, desde la Agencia de Protección Medioambiental hasta el Departamento de Defensa.
Se ha prohibido la cooperación internacional de científicos de la NASA y diplomáticos de la ONU, entre otros, y los funcionarios nombrados por Trump se están inmiscuyendo en los esfuerzos de los estados y municipios para gestionar su propio medio ambiente.
El grupo de Elon Musk, decidido a desmantelar el aparato gubernamental, ha paralizado la investigación y la financiación y ha lanzado a la calle a expertos de vital importancia.

Trump afirma que su demolición climática beneficiará al país. Él y sus portavoces han argumentado que ignorar el cambio climático reducirá los costos energéticos para los consumidores, impulsará la economía y asegurará el dominio energético de Estados Unidos. La verdad es muy distinta:

La instalación y el uso de energías renovables son cada vez más económicos. Como señaló mi colega de Bloomberg Opinion, Liam Denning, los billones de dólares necesarios para alcanzar el cero neto deben sopesarse con los billones de dólares en daños que amenaza el cambio climático.
Estados Unidos ya atraviesa una crisis de seguros debido al aumento de los costes de los desastres naturales provocados por el clima, como los incendios forestales y las inundaciones. Y abandonar el estudio de las energías renovables significa que China será el candidato más realista para dominar el sector energético en el siglo XXI.
Las empresas de combustibles fósiles que aplauden la ofensiva climática de Trump podrían esperar obtener alguna ganancia a corto plazo. Pero las perspectivas de demanda para sus productos son sombrías, lo que hace que la idea de perforar, ¡vaya, perforar!, sea menos atractiva. El resto de nosotros tenemos todos los incentivos para contraatacar.
La magnitud y complejidad de la arremetida de Trump, destacada en la siguiente tabla, puede resultar desalentadora. Incluso las acciones que los tribunales han intentado revocar han dejado tras de sí caos e incertidumbre. Pero la concienciación es el primer paso hacia la recuperación. Nuestra esperanza de tener un entorno habitable depende de ello.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
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