Mientras el líder de 340 millones de ciudadanos de Estados Unidos se afana por obstaculizar las medidas contra el cambio climático, el líder de 1.400 millones de católicos las apoya.
Cuando en el mes de mayo el papa León XIV sucedió al difunto papa Francisco, insinué que él podría ser la clase de defensor climático que el planeta necesita, en un momento en el que el presidente Donald Trump se muestra decidido a convertir a los EE.UU. de uno de los mayores defensores del medio ambiente a uno de sus más grandes destructores.
Hasta la fecha, León XIV no ha dado razones para poner en duda que será al menos tan ecológico como Francisco, quien fue seguramente el papa más “verde” de la historia moderna.
El gobierno de Italia aprobó hace poco una propuesta de Francisco para 2024 con el fin de construir un parque solar en un campo al norte de Roma que generará suficiente energía para “el suministro energético completo del Estado de la Ciudad del Vaticano”, como dijo Francisco.
El papa León defendió el plan a las pocas semanas de suceder a Francisco, y lo calificó de ejemplo para el mundo. “Todos somos conscientes de los efectos del cambio climático, y es necesario cuidar realmente del mundo entero, de toda la creación”, manifestó León a la televisión estatal italiana en junio, desde el lugar de la construcción.
Este parque solar, que todavía necesita la aprobación del parlamento italiano, colocará al Vaticano entre los pocos países que generan toda su energía a partir de fuentes renovables. Naturalmente, con una superficie de 0,17 millas cuadradas (O,44 km²), el Vaticano será el más pequeño de ese minúsculo grupo. No obstante, en este caso, un pequeño gesto simbólico puede tener un gran impacto.
Elementos como los paneles solares sobre el techo del Vaticano y un papamóvil completamente eléctrico no son solo una fachada ecológica. Evidencian una visión del mundo expuesta por Francisco en su encíclica de 2015, Laudato Si’, que condenó la degradación del medio ambiente provocada por la humanidad en busca de beneficios económicos a corto plazo.
La carta de 184 páginas a los obispos católicos vinculó el problema climático con la misión de justicia social de la Iglesia, advirtiendo acertadamente, que un entorno cada vez más caótico agravaría las ya profundas desigualdades globales e infligiría muerte y sufrimiento a incontables miles de millones de seres humanos actuales y futuros, en particular a los más vulnerables.
El argumento moral que el papa Francisco construyó fue lo suficientemente sólido como para convencer a muchos líderes mundiales de unirse al histórico acuerdo climático de París ese año.

En la década transcurrida desde entonces, el mundo parece haber perdido gran parte de su interés por la acción climática, afectado por la reacción política, impulsada por los combustibles fósiles, encarnada por Trump. Por eso, el ascenso de León es oportuno para ofrecer una solución. Parece estar aprovechando la oportunidad.
Además de impulsar el proyecto solar, el papa León ha supervisado la incorporación de una misa “verde” a la lista de 49 servicios aprobados por la iglesia para diversas ocasiones, llamada Misa por el Cuidado de la Creación. La celebró por primera vez el mes pasado en el Centro Laudato Si’ de Castel Gandolfo, la residencia papal de verano.
“Debemos orar por la conversión de tantas personas, dentro y fuera de la Iglesia, que aún no reconocen la urgencia de cuidar nuestra casa común”, dijo, vistiendo una túnica esmeralda para la ocasión.
“Vemos tantos desastres naturales en el mundo, casi a diario y en tantos países, que son en parte causados por los excesos de la humanidad, por nuestro estilo de vida”.
Algunos críticos católicos afirmaron que la nueva misa no fue suficiente. Y la aceptación parte de León de las ideas progresistas de Francisco, incluyendo su apoyo a los inmigrantes, seguramente inquietará a los católicos estadounidenses conservadores que se rebelaron contra Francisco. Algunos terminaron en el gobierno reaccionario de Trump.
Pero las opiniones del nuevo papa coinciden con las de la mayoría de los estadounidenses, y de la mayoría de los católicos estadounidenses.
El 72% de ellos, según una encuesta realizada en 2023 por el Centro de Investigación Aplicada al Apostolado de la Universidad de Georgetown, coincidió en que “la justicia ambiental es un problema legítimo que requiere atención urgente”.
En esa misma encuesta, el “cuidado del medio ambiente” se clasificó como el segundo tema más importante para la Iglesia, después del “matrimonio”.
Una encuesta de Pew de 2022 reveló que el 57% de los católicos estadounidenses consideraban el cambio climático un problema grave, en comparación con el 46% de los protestantes. La Laudato Si’ del papa Francisco inspiró un movimiento de acción climática católica en todo el mundo.
La aceptación del mensaje de Francisco por parte del papa León se ha producido durante una serie de olas de calor que azotan Italia y el resto de Europa este verano, cobrándose vidas, batiendo récords de temperatura y alimentando incendios forestales.
De hecho, el mundo entero sufre una serie de desastres relacionados con el clima en esta temporada de calor extremo, desde incendios forestales que se extienden por todo el continente en Canadá e inundaciones mortales en Texas hasta olas de calor devastadoras en Japón.
Ahora que algunas de las principales partes del mundo en el acuerdo climático de París están dando marcha atrás o se están retirando por completo de la acción climática, no es necesario ser católico, ni siquiera religioso, para apreciar al menos una voz de gran prestigio que se pronuncia a favor de los intereses de la humanidad.
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