El Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado es un llamado a la acción

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María Corina Machado
Por Juan Pablo Spinetto
15 de octubre, 2025 | 06:57 AM

El bien merecido Premio Nobel de la Paz concedido a la líder de la oposición de Venezuela, María Corina Machado, conlleva tanto un poderoso mensaje moral como un llamado a la acción.

El mensaje es claro: Al enfrentarse a los abusos de la dictadura venezolana, Machado le ha recordado a su pueblo —y al mundo— que la democracia y la libertad siguen siendo causas por las que vale la pena luchar, incluso con un gran sacrificio personal.

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Para comprender su valentía, dolor y resiliencia en la búsqueda de una Venezuela libre, basta con escuchar su voz temblorosa al recibir la llamada anunciando el premio en la madrugada del viernes.

Obligada a esconderse para escapar de la brutal represión del régimen de Nicolás Maduro, Machado comparte este honor con los cientos de presos políticos que se consumen en las cárceles por sus creencias, los miles perseguidos o ejecutados por las fuerzas de Maduro y los millones obligados a exiliarse en busca de un futuro mejor. Como bien lo expresó el Comité del Nobel, la lucha de Machado “mantiene viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad”. No es poca cosa en una época de retroceso democrático y creciente polarización política.

Sin embargo, este premio es más que un tributo: es un llamado a la acción. El Nobel de Machado tiene el potencial de alterar la dinámica regional, abriéndole los ojos a quienes todavía se niegan a ver la tragedia de Venezuela por lo que realmente es: el mayor desastre político de nuestra generación en el hemisferio occidental.

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¿Qué mejor símbolo que un premio Nobel para subrayar la imperiosa necesidad de reconocer los resultados electorales del año pasado y de que los gobiernos de la región se unan en defensa del derecho al autogobierno de los venezolanos?

Como mínimo, la decisión añade más presión a la dictadura de Caracas, que ya se tambalea bajo la intensa presión de la Casa Blanca de Donald Trump. Este reconocimiento podría ser el punto de inflexión que necesitábamos para un cambio real.

Desde luego, en un mundo dominado por el relativismo cínico, hay voces, en especial de la extrema izquierda, que ya cuestionan los méritos del premio, alegando que es una ofensa al Gobierno de Venezuela.

No sorprende que un belicista como Vladimir Putin se muestre molesto como miembro destacado del club mundial de dictadores, es natural que salga en defensa de Maduro.

Lo más decepcionante es que Claudia Sheinbaum —quien fuera activista democrática antes de convertirse en la primera presidenta de México— ignorara la importancia de este premio para las causas democráticas y feministas, cegada por la complicidad de su gobierno con Maduro.

Aun así, el impulso es real.

Una vez que supere la decepción de no haber sido el centro de atención, Trump podría darse cuenta de que el Nobel de Machado es un regalo en su campaña para expulsar a Maduro. Si Washington es lo suficientemente astuto, debería aprovechar la oportunidad para generar un consenso internacional más amplio y ejercer la máxima presión para su destitución.

El gesto de Machado de dedicar parcialmente el premio al presidente de Estados Unidos fue una astuta decisión que refuerza su posición política y su alianza con Washington.

Los desafíos para un cambio de régimen pacífico siguen siendo enormes; las opciones, aún limitadas. Pero tarde o temprano, Venezuela será libre. El Nobel de María Corina podría ayudar a acercar ese preciado día.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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